El Adviento es tiempo propicio para darnos en regalos, en gestos gratuitos, para compartir los bienes. I Miércoles de Adviento

El banquete profético

Primer miércoles de Adviento 

Texto evangélico

“Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino». Él mandó a la gente que se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete canastos llenos.” (Mt 15, 32. 36-37). 

Concurrencias 

Preparará el Señor del universo para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares exquisitos, vinos refinados (Is 25,6).

Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda” (Mt 22, 4). 

Resonancias 

El hambre es criminal, la alimentación es un derecho inalienable». Mientras muchas veces nos enfrascamos en discusiones semánticas o ideológicas, permitimos que todavía hoy haya hermanas y hermanos que mueran de hambre o de sed, sin un techo o sin acceso al cuidado de su salud” (FT 189). 

El pan que estáis viendo sobre el altar, santificado por la palabra de Dios, es el cuerpo de Cristo. El cáliz o, más exactamente, lo que contiene el cáliz, santificado por la palabra de Dios, es la sangre de Cristo. Mediante estos elementos quiso Cristo, el Señor, confiarnos su cuerpo y su sangre que derramó por nosotros para la remisión de los pecados. Si lo habéis recibido santamente, vosotros sois lo que habéis recibido” (San Agustín, Sermón 227) 

Contemplación 

El Adviento es tiempo propicio para darnos en regalos, en gestos gratuitos, para compartir los bienes. Más que nunca, la pandemia nos fuerza a ser solidarios, bien de forma directa con quien vive cerca de nosotros, bien a través de instituciones que se dedican a socorrer las necesidades más apremiantes. Jesús nos dice a todos: “Dadles vosotros de comer”.

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