1 de noviembre: Solemnidad de Todos los Santos
Texto bíblico
“«No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que sellemos en la frente a los siervos de nuestro Dios». Oí también el número de los sellados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel. Vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. «Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?». Yo le respondí: «Señor mío, tú lo sabrás». Él me respondió: «Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero” (Ap 7, 4-14).
Comentario
El vidente del Apocalipsis apela a dos sentidos —oí y vi— para acreditar el relato de la visión en la que contempla a la multitud de quienes siguen al Cordero, con vestiduras blancas y palmas en las manos.
Desde los primeros siglos del cristianismo, la palma ha simbolizado el triunfo de quien ha ofrecido su vida de forma martirial. La palma de hoja perenne representa la inmortalidad. Pero también se menciona a una multitud vestida con ropas blancas: son aquellos que han alcanzado la gloria a través de la fidelidad cotidiana.
Hoy celebramos, con toda la Iglesia, el don de la santidad de tantos que, sin haber sido canonizados, gozan sin embargo de la gloria de Dios. Es un día en el que se nos invita a renovar la vocación a la santidad que recibimos en el bautismo.
Propuesta:
O santos, o junto a un santo.