“Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción” (Lc 2, 16-19.21)
La esperanza se funda en Dios creador, que hizo todo bueno.
El Creador hizo al hombre a imagen suya, hombre y mujer lo creó.
El Creador amó tanto al hombre que Él mismo se hizo hombre en su Hijo.
Por el Verbo hecho carne la humanidad se diviniza.
Por la Redención la humanidad recupera la filiación divina.
El desierto se convirtió en jardín, por la muerte y resurrección de Jesús.
Por María se levanta la espada que impide disfrutar del jardín primero.