Octava de Navidad
30 de diciembre
El que no trabaje, que no coma
“Les exhortamos en el Señor Jesucristo a que trabajen con sosiego para comer su propio pan. Vosotros, hermanos, no os canséis de hacer el bien” (2Tes 3, 12-13).
La verdadera dirección espiritual está descrita en las Escrituras, que nos invitan a trabajar con nuestras manos para acrecentar la creación. “Ya sabéis vosotros cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: No vivimos entre vosotros sin trabajar, no comimos de balde el pan de nadie, sino que con cansancio y fatiga, día y noche, trabajamos a fin de no ser una carga para ninguno de vosotros”. (2Tes 3, 7-8)
San Benito, en su Regla, señala un principio lleno de sabiduría: “Ora y trabaja”. Este equilibrio beneficia no solo al espíritu, sino también al cuerpo. La semana tiene sus horas de trabajo y de descanso, y cada día debe vivirse como una danza que se acompasa con pasos de oración y labor. Los primeros monjes advertían sobre el peligro de la acedia, una forma de melancolía, contra la cual debían luchar mediante labores artesanales. Hoy en día, las necesidades económicas pueden llevar a un exceso de trabajo. Un refrán enseña que en el medio está la virtud, ya que los extremos son viciosos.
“Ora y trabaja”
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