Madre de todos los hombres A la Soledad de María

A la Soledad de María
A la Soledad de María

Invocación

A la Virgen de la Soledad

 Señora, te invocamos: Madre del Redentor,

Virgen de los Dolores, de los Siete Dolores,

Virgen de la Soledad, de las Angustias.

Virgen del Mayor Dolor y Traspaso.

Proyectamos sobre ti nuestra experiencia limitada

ante la prueba, el sufrimiento, y la muerte,

y te hacemos solidaria de nuestras heridas,

invocándote maestra y compañera de nuestro dolor.

Si de tu Hijo anunció el profeta que pasaría por nuestro mundo

“como un hombre de dolores,

acostumbrado a sufrimientos,

ante el cual se ocultaban los rostros,

 despreciado y desestimado.”

Si nos sobrecoge la razón de tanto quebranto:

Pues “Él soportó nuestros sufrimientos

y aguantó nuestros dolores;

Él fue traspasado por nuestras rebeliones,

triturado por nuestros crímenes.

Nuestro castigo saludable cayó sobre él,

sus cicatrices nos curaron.”

Si tú te asociaste a la Cruz de tu Hijo,

y permaneciste de pie, mujer fuerte,

anticipando su resurrección y su triunfo

sin ceder en tu fe y en tu esperanza en Él.

Señora, te asociamos, también, a nuestra peregrinación

por este valle de lágrimas, nuestros exilios,

y te invocamos: “Vida y dulzura, esperanza nuestra”,

Consoladora, de ojos misericordiosos.

En ti nos refugiamos, Auxilio de los cristianos.

Bajo tu manto protector se acoge el pobre,

el desvalido, el huérfano, el desamparado, el navegante,

el peregrino, el migrante, el refugiado.

Tú eres el puerto seguro, la mirada entrañable,

el hogar abierto y encendido,

la oración intercesora por nosotros, pecadores.

Ruega a tu Hijo por todos los hombres.

Bajo tu amparo nos acogemos,

Santa Madre de Dios,

No desoigas la oración de tus hijos necesitados

En esta hora de prueba, Virgen gloriosa y bendita.

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