Huésped invisible, amigo del alma, presencia discreta y amorosa en lo más profundo del ser, déjate sentir, ¡ven, Espíritu Consolador en esta hora tan recia! Ven Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo
Ven Espíritu Santo

Pascua de Pentecostés

Pentecostés 

¡Ven, Espíritu Santo Creador!: “Entonces el Señor Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus naricesaliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente” (Gen 2, 7). Soplo de Dios que hace de la materia un ser vivo, inteligente, humano, aliento y beso divino por el que el hombre recibe la semejanza de su Creador. ¡Ven!

¡Ven, Espíritu Santo vivificador!: “«Hijo de hombre, ¿podrán vivir estos huesos?» Yo dije: «Señor Dios, tú lo sabes.» Entonces me dijo: Profetiza sobre estos huesos. Les dirás: Huesos secos, escuchad la palabra del Señor. Así dice el Señor Dios a estos huesos: He aquí que yo voy a hacer entrar el espíritu en vosotros, y viviréis” (Ez 37, 3-5). Espíritu, que lo puedes todo, lo penetras todo, lo invades todo, vivifica nuestra carne débil. ¡Ven!

¡Ven, Espíritu Santo dador de toda belleza!: Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Extiendes los cielos como una tienda, construyes tu morada sobre las aguas; las nubes te sirven de carroza, avanzas en las alas del viento; los vientos te sirven de mensajeros (Sal 104, 1-4). Transfigurador de la realidad, efusión de luz y de sabiduría, que nos permites ver la bondad y la belleza que reside en cada ser. ¡Ven!

¡Ven, Espíritu Santo redentor!: “«Todo está cumplido.» dijo Jesús, e inclinando la cabeza, entregó el espíritu.” Expiración redentora, entrega total de quien exhaló su último aliento para redimir al hombre y devolverle la dignidad primera de la filiación divina. ¡Ven!

¡Ven, Espíritu Santo restaurador! “«La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.» Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados» (Jn 20, 21-23). Regalo pascual, regeneración constante, rehabilitación posible aun en la experiencia de quiebra y en la tentación de tristeza, misericordia ofrecida, abierta, fuente de perdón para comenzar siempre de nuevo. ¡Ven!

¡Ven, Espíritu Santo recreador! “De repente vino del cielo un ruido como el deuna ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo” (Act 2, 2-4). Viento recreador, fuerza de Dios, capaz de penetrar y de atravesar todos los muros, y de llenar el vacío de presencia invisible, amorosa, que supera todo movimiento introvertido, ensimismado o dolorista. ¡Ven!

¡Ven, Espíritu Santo abogado defensor!: “Cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis de qué vais a hablar; sino hablad lo que se os comunique en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu Santo” (Mc 13, 11). Paráclito, defensa, inspiración, moción consoladora, que quitas el miedo y das valor. ¡Ven!

¡Ven, Espíritu Santo, huésped divino”: “Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santoa los que se lo pidan!»” (Lc 11, 13) Huésped invisible, amigo del alma, presencia discreta y amorosa en lo más profundo del ser, déjate sentir, ¡ven, Espíritu Consolador en esta hora tan recia!

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