Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo Viernes Santo

Viernes Santo
Viernes Santo

Jesucristo Crucificado

Viernes Santo

(Isaías 52,13-53,12; Salmo30; Hebreos 4,14-16. 5,7-9; Juan 18,1-19,42) 

Texto bíblico

Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y comprender algo inaudito” (Is 52, 13-15).

 El triunfo de la Cruz 

Resuena lo que había anunciado el Señor a lo largo de su vida: “«Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy” (Jn 8,28). “Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12, 32). El cuatro Evangelio presenta la vida, pasión y muerte del Señor desde la luz pascual, y el entierro del Señor acontece con las referencias de la noche de bodas, cuando sus amigos traen cien libras de perfumes de mirra y áloe, los mismo perfumes que se encuentran en los desposorios del príncipe real.

Jesucristo el Crucificado 

Gracias a la ofrenda del cuerpo y de la sangre de Cristo en la Cruz el mundo y la humanidad son redimidos. Mirar al Crucificado no es una llamada morbosa y dolorista; es contemplar hasta dónde ha llegado el amor de Dios. Jesucristo es proclamado rey. Si en el relato aparece como expresión de burla, el evangelista, al citar los atributos reales los ridiculiza, a la vez que el Señor queda como vencedor en medio de los ultrajes por la invocación del perdón. Es día de adorar la Cruz, de bendecir al Crucificado, porque por su santa Cruz ha redimido el mundo. Es día de oración universal, para que todos los hombres participen de las gracias del Redentor. 

Propuesta 

“En cuanto a mí, Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo. Pues lo que cuenta no es la circuncisión ni la incircuncisión, sino la nueva criatura. La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma; también sobre el Israel de Dios. En adelante, que nadie me moleste, pues yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús” (Gal 6,14-17).

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