Domingo dentro de la Octava de Navidad
28 de diciembre: Sagrada Familia
Déjate acompañar por María, la madre de Jesús.
«Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada». (Jn 8, 28-29)
“Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio” (Jn 19, 25-27).
Esta estación no tiene correspondencia bíblica; posiblemente las autoridades ni siquiera la permitieron. Sin embargo, el pueblo cristiano ha visto en el abrazo de María a Jesús, bajado de la cruz, un símbolo de acompañamiento necesario. Fue el Concilio de Colonia, en el siglo XIII, el que aprobó la liturgia de los Dolores de María. Los fieles veneran la imagen de la Piedad. Los artistas han llegado a mostrar no solo la ternura entrañable entre madre e hijo, sino también la alianza esponsal consumada, acercando los labios de María a Cristo para representar el amor de Dios a la humanidad, de esposo a esposa.
“Dios nuestro, que quisiste que junto a tu Hijo elevado en la cruz estuviera su Madre compartiendo sus padecimientos, concede a tu Iglesia que, unida a María en la pasión de Cristo, merezca participar también de su resurrección” (Oración del 15 de septiembre, Los Dolores de Nuestra Señora).
Déjate acompañar por María, la madre de Jesús.
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