28 de junio, El Corazón de María
Texto bíblico
“Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándolos y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando.» Él les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón” (Lc 2, 46-51).
Reflexión
Si tenemos presente todo el relato de la pérdida de Jesús, comprenderemos que una interpretación literal del pasaje resulta difícil de asimilar. Pero si lo leemos en un contexto más amplio, nos sorprende encontrar un paralelismo con el Cantar de los Cantares, cuando la amada busca al amado.
María se nos manifiesta como maestra en el ejercicio de la meditación. No siempre se comprende el sentido de la Palabra de forma inmediata. Si rumiamos el texto, llega un momento en que se nos revela su significado, como cuando se mete un fruto seco en la boca con la cáscara y, al humedecerse, finalmente se saborea la almendra.
La meditación del misterio gozoso del “Niño perdido y hallado en el Templo”, a la luz de las reacciones de María, nos ayuda en el ejercicio de la lectura creyente de la Revelación.
Propuesta
Recita: “Dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía”.