Virgen de la Esperanza
18 de diciembre: III Jueves de Adviento
Tú eres redimido, imagen de Dios.
“Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los cuales ha llamado conforme a su designio. Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó” (Rom 8, 28-30)
María, predestinada ante de los siglos para ser Madre de Dios, nos demuestra cómo el Creador actuó en ella de manera especial. No dejó que la materia evolucionara al azar, ni abandonó al ser humano a su suerte. Lo creó todo para que subsistiera (Sab 1, 14). En la plenitud del tiempo, Dios quiso intervenir en el acto generativo de san Joaquín y santa Ana y preservarte de todo pecado original, en previsión de los méritos del que iba a nacer de ti, el Hijo de Dios.
Al comienzo de la Creación, Dios puso a Adán en medio del Edén. Por culpa de su desobediencia el jardín se convirtió en estepa, invadida por zarzas, maleza, abrojos. A la hora de la Encarnación de su Hijo, nuevo Adán, quiso que naciera de una mujer sin pecado, verdadero jardín de Dios.
Infunde, Señor, tu gracia en nuestras almas, para que los hemos conocido por el anuncio del ángel la Encarnación de tu Hijo, por los méritos de su Pasión y de su Cruz, lleguemos a la gloria de la Resurrección.
Tú eres redimido, imagen de Dios.
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