Camino y caminante La presentación de Jesús

Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida

Jesús se presenta 

“«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Jesús le responde: «Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.” (Jn 14, 5-6) 

Yo soy el Camino 

Cuando uno desea emprender un viaje, sea a pie o en coche, normalmente consulta la ruta. Es muy importante en ese momento averiguar cuál es el mejor camino, el más seguro y cierto. Jesús, ante la pregunta del apóstol Tomás, se presenta como el Camino que conduce a Dios, que nos lleva a su Padre: “Yo soy el Camino”. 

Es un don conocer por dónde ir sin pérdida a la meta que se desea alcanzar.  Conocer la dirección de los pasos da seguridad. Quien avanza por el sendero justo no pierde pisada. Dice el salmista: “Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien” (Sal 127, 1-2). 

Jesús se nos presenta, a la vez, como camino y como meta; como guía y como compañero de ruta; como maestro y como amigo. Quien avanza por el camino del Señor no va solo, ni a tientas. Va seguro, sereno, con fuerzas suficientes, con paz y alegría en el corazón, y avanza sin tropiezo. E incluso, dice el salmista: “Cuando camino entre peligros, me conservas la vida; extiendes tu mano contra la ira de mi enemigo, y tu derecha me salva” (Sal 137, 7). Jesús nos dice a cada uno: “Si quieres, sígueme, vente conmigo; si estás cansado yo te aliviaré; si tienes sed, yo soy el agua viva; “os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros” (Jn 14, 3). Y adonde Él va, es a su Padre. 

Yo soy la verdad 

Cómo duele que alguien te engañe, que utilice la estrategia de la mentira, que especule con tu buena fe. La noticia falsa, la especulación interesada propuesta con medias verdades, el bulo, parecen el método del poder y de los que aspiran a él, para someter, esclavizar y dominar. Frente a tanta basura, Jesús se presenta como verdad, la verdad. Ante Pilato, fue el título que desconcertó al procurador: “Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz»” (Jn 18, 37). 

La oración de Jesús a su Padre por sus discípulos, nos demuestra hasta qué punto es importante andar en verdad. “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad” (Jn 17, 16-17). 

Yo soy la vida 

Más que nunca, en las circunstancias actuales, somos sensibles a la salud, a lo que cura, da vida y es saludable. Jesús se presenta como fuente de vida. Él nos da su propia vida para fortaleza de la nuestra. La vida que nos promete es la vida eterna, la que nadie puede arrebatarnos. Él se ofrece a sí mismo para que tengamos vida. 

La salud que recibimos de Jesús se experimenta en el interior. Es paz, serenidad, confianza, fuerza, ánimo, capacidad para reinterpretar todo desde Él, incluso la enfermedad y hasta la muerte, porque la representación de este mundo termina. Quien cree, se demuestra científicamente, asume de diferente manera toda circunstancia, incluso la muerte. Vamos de camino, vamos hacia Dios.

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