A través de las tres siguientes ideas, quisiera pensar algunas perspectivas que considero son relevantes para continuar caminando nuestro tiempo. Son ideas que surgen de lecturas, encuentros e ideas que he ido pensando en los últimos días y que fueron expuestas, a modo de reacción del panle, en el IX Seminario Internacional Desenvolvimento humano e social: reflexoes e possibilidades de futuro realizado el 24 de Julio 2021. 

1. Importancia de una eco-humana espiritualidad: reconocemos la necesidad de mantener el vínculo íntimo entre nosotros y entre nosotros con el medio que nos rodea. Al estar vinculados en un espacio ecológico y social común, es necesario pensar en qué medida la espiritualidad, entendida como una forma concreta de ser, de vivir, de sentir, de proyectarse/proyectarnos debe asumir los desafíos ecológicos. Nuestros pueblos originarios nos enseñan a valorar la tierra como un ser vivo y, de esa manera, colocar un límite a los deseos de acumulación.

2. Reconocimiento del rostro del otro: recupero brevemente las palabras del filósofo Emmanuel Levinas: "No lucho con un dios sin rostro, sino que respondo a su expresión, a su revelación. El rostro se niega a la posesión, a mis poderes. En su epifanía, en la expresión, lo sensible aún apresable se transforma en resistencia a la aprehensión". La alteridad, el diálogo, las políticas públicas tendientes al bien común, deben asumir el rostro del otro, sobre todo el otro vulnerable, como la medida desde la cual establecemos nuestro auténtico ser humanos. La experiencia de lo religioso en general, y del cristianismo en particular, nos anima a vivir una ética consciente de la alteridad radical del otro. La negación del otro, bajo cualquier forma (sexual, racial, social, religiosa).

3. Importancia del trabajo interdisciplinar: nuestro tiempo está saturado de imágenes y estímulos, pero es ahí donde hemos de generar una conciencia crítica por medio de la cual repensemos e imaginemos nuestra convivencia. Recuperando la expresión: no somos islas, sino pedazos de continentes, es necesario valorar y continuar promoviendo el trabajo interdisciplinar comprendiéndola como una posible herramienta de construcción democrática y de buen vivir para nuestras comunidades religiosas, educativas, investigativas, sociales o político-culturales.