"La fe nace de la experiencia del amor, la fe es confianza, en quien nos ama" (Jim Morin) Fe, interés, futuro y apuesta

Algunas ideas en torno a la fe como experiencia de sabernos amados y poder amar

Cuando entramos en la dinámica de la fe comprendemos cómo vivimos una existencia llena de interés. El interés nos abre al tiempo futuro. El interés es la condición de posibilidad par entrar en la dinámica del futuro. 

Si queremos comprender la fe debemos estar capacitados para apostar por el futuro. En el mundo bíblico, la fe tiene un carácter de aventura, de riesgo, de novedad. ¡Que bendición más hermosa vivir mi fe-nuestra fe como riesgo! ¡Que misión y responsabilidad es entrar en el corazón de mi hermano y encontrar en ese corazón, en esa intimidad al mismo Dios que me abraza en los brazos humanos, dolidos, cansados, contrariados y esperanzados! Tenemos la gracia, el don, el regalo, de vivir implicados, confabulados con un Dios hermano, Padre-Madre, amigo, amante. Si no nos abrimos al reconocimiento de aquel-aquella a quien veo, abrazo, beso, siento, no puedo hacer una experiencia de fe teologal, de fe en Dios. 

Inhalar el viento de Dios y exhalar su soplo de vida para dar a otros vida y vida abundante. ¡Debemos apostar por el Maestro Jesús!

Por ello, dice Joaquín Silva: "Quien apuesta al futuro - y todos lo hacemos - cree que habrá futuro, cree que en el futuro podrá prolongar aquellas experiencias positivas de su existencia pasada y presente y cree que podrá ser superadas aquellas experiencias negativas pero, sobretodo, creen en la novedad que trae consigo todo futuro" (Silva, La verdadera religión, 2000). 

Boris Cyrulnik en la obra La fe como resiliencia habla del "despertar de la fe con la edad". No es lo mismo la fe de un niño a la fe de un anciano, no es lo mismo la fe en de un internado en un hospital por el coronavirus, a la de aquél-aquella que busca trabajo ya que lo perdió por la pandemia, o al que está en su casa cuidándose y cuidando a los otros. Creemos en Dios de manera situada, contextual, cotidiana, corporal, espiritual, erótica, anímica, amigable. En la historia cotidiana tenemos constantemente la visita de Dios. Dios se nos hace encontrandizo. Nos dice: tú me interesas, tú eres mi hijo, mi hija querida y amada con quien quiero entablar un diálogo de amor. 

Por ello la fe es la respuesta a una interpelación que proviene de Dios y que descansa en Dios. El diálogo es constitutivo de la vida humana. "En el encuentro personal el otro pasa a ser un tú que suscita nuestro interés y admiración provocando un cambio y una transformación en la propia manera de existir" (J. Silva). Aquí radica la importancia de la conversión, la cual se entiende como un cambio de perspectiva, de mirada, de comprensión de la realidad. Convertirme a Dios, entender cómo su propuesta me invita a vivir de manera más auténtica mi humanidad y desde esa humanidad humanizar la vida de tantos, sobre todo de los que viven en el dolor. Dios no es contrario a nuestra vida, ya que nuestra vida adquiere real sentido en Dios. 

Finalmente y como indica el académico Jim Morin:

"La fe nace de la experiencia del amor,
la fe es confianza, en quien nos ama.
La fe confía, que también podemos amar.
De la fe en el amor, brota la esperanza,
esperanza que hace presente el reino.
La voluntad de Dios desea una sola cosa,
que aprendemos a transcender amando,
entregándonos para sembrar fe y esperanza" (11 de Mayo 2020)

Y la psicóloga Paulina Gómez

"Amar es un acto de fe. El mágico encuentro se produce en un momento dado: si hubiéramos estado ahí cinco minutos antes o cinco minutos después, nada hubiera sucedido. Desde la primera mirada el verdadero amor se presenta con una certeza absoluta" (2017)

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