La eclesiología del abrazo: Encuentro de Francisco y Kiril

Cada vez que hemos dejado de ver a alguien, a quien sentimos como un "hermano", como un "prójimo", la sensación de soledad, de vacío, de ansias de verlo y sentirlo cerca, se hacen patentes. Y cuando dicho encuentro por fin se concreta, la primera reacción es abrazar. Es lo que ha ocurrido con Francisco y Kiril en La Habana.

Quisiera sencillamente reflexionar en algunas cosas que se me presentan luego de la lectura de la Declaración conjunta entre el Primado de Roma y sucesor de Roma y el Primado de Rusia y sucesor de Andrés. Los Apóstoles se han vuelto a reunir y las iglesias nos alegramos por la gracia y el don del diálogo.

1. La Trinidad, origen de este encuentro: A lo largo de la Declaración conjunto se menciona en repetidas ocasiones la presencia del Dios Trinidad: "Por la voluntad de Dios Padre, de quien procede todo don, en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, con la ayuda del Espíritu Santo consolador", damos gracias a Dios glorificando a la Santísima Trinidad", "Sea glorificado el nombre de la Trinidad consustancial e inseparable". ¿Cuál es la importancia de la Trinidad en este encuentro?

a) En primer lugar, sostener que la Trinidad es la fuente originaria, el centro medular y el destino pleno de la vivencia eclesial de la fe cristiana. Movidos por la fe y la Tradición, afirmarmos que la Trinidad, en cuanto comunión de Personas, distintas ellas (Padre, Hijo, Espíritu) pero unidas por el vínculo del amor y de la esencia divina, fundamenta la constitución misma de la Iglesia y de la fe cristiana, entendida como convocación de bautizados, sujetos distintos pero unidos por el vínculo de la fe y del bautismo. La Iglesia así se comprende esencialmente como Imago Trinitatis aunque también es una comunidad necesitada constantemente de purificación y de conversión (Cf. LG 8).

b) En la Trinidad comprendemos que las Personas divinas han asumido positivamente al otro, y esto también se nos manifiesta económica e históricamente en la Historia de la Salvación. Estamos llamados a ver al otro como alguien digno de confianza con el cual se puede recrear el binomio yo creo – nosotros creemos. Esto además puede ser una clave interesante para un buen camino durante el Año Jubilar de la Misericordia al que somos convocados por Francisco.

c) Un tercer elemento a modo de desafío para la vivencia de la eclesialidad de la fe es la recuperación de la dimensión gratuita o de don de la fe del otro. La fe que es compartida y celebrada viene a llevar a plenitud mi propia experiencia creyente. Laa Iglesia y la vivencia eclesial de la fe cristiana responde no sólo a una simple reunión de creyentes, sino que ella es el espacio vital de la fe. En ella se da constitutivamente una realización personal, en cuanto sacramento de la presencia y acción de Cristo y del Espíritu y por lo tanto como fundamento de posibilidad de la fe personal y comunitaria. La eclesialidad ha de vivirse desde el que dona la gracia (el don) hacia el donatario (el que recibe el don), don que es acontecimiento fundante. Con esto, el encuentro de Francisco con Kiril ha nacido como moción de la presencia de la Trinidad que anima misteriosamente a las Iglesias.

2. El lugar. El encuentro de Francisco con Kiril se produjo en La Habana. La declaración dice de ela que es el lugar en el cual se entrecruzan los caminos de Norte, del Sur, del Oriente y del Occidente. En las horas en las que se celebró el encuentro, La Habana se convirtió en el centro del diálogo ecuménico. Un dicho antiguo reza: "Todos los caminos llegan a Roma", viendo en la ciudad eterna la preeminencia espiritual, eclesial y cultural. Pero ahora hemos de decir "todos los caminos llegan a La Habana". Cuba se convirtió en el centro del mundo, en el símbolo de la naciente primavera eclesial que rompe novedosamente después de cerca de 1000 años de invierno. Ya no es ni Roma ni Rusia. Estamos en presencia de una "evolución dinámica de la fe" como lo sostiene la declaración de Francisco y Kiril.

3. Importancia de la teología: En la declaración se cita un texto que es la definición bíblica de la teología: "Dar razón de la esperanza" (1 Pe 3,15). La importancia de la teología, de la palabra que el hombre desde la fe dice sobre Dios, es una clave esencial para la vivencia del sano ecumenismo y del verdadero diálogo intereligioso. La declaración reconoce el valor común de la Palabra de Dios y de la Tradición del primer milenio, las cuales y sumadas a la predicación del Evangelio de Cristo, constituyen el patrimonio con el cual las iglesias pueden "responder conjuntamente a los desafíos del mundo moderno". En estas palabras de la declaración veo el espíritu que movió a Juan XXIII a iniciar el Concilio Vaticano II hace ya 50 años. Veo la revolución que provocó Gaudium et Spes que invitaba a la Iglesia Católica y a las demás comunidades religiosas a afrontar los desafíos que el mundo moderno le imponía a la fe.

4. El abrazo como signo... ¿de los tiempos?: La declaración conjunta y los deseos mutuos de encuentro, vienen a significar un testimonio potente de unión y de trabajo conjunto entre los hijos de Pedro y de Andrés. El lo ocurrido en La Habana, vemos cómo la unidad marca la fuerza de la denuncia profética ante la persecusión de los cristianos en Medio Oriente, de la solidaridad y la compasión ante el dolor del otro. Se llama al fortalecimiento de la convivencia fraterna entre los pueblos, las iglesias y las religiones. Es el llamado a manifestar el abrazo como signo... y como un signo de los tiempos, como una voz del Espíritu que resuena en las Iglesias.

5. No somos competidores, sino que somos hermanos. Esta es la frase que corona la declaración conjunta y el encuentro de Francisco con Kiril. En ella están implícitos los deseos del respeto del diálogo interreligioso y de la libertad religiosa, de comprender que las diferencias no deben impedir el encuentro, la unión, la paz o la armonía. Volvemos a escuchar la voz del Maestro la noche del arresto pidiendo al Padre la unidad en su Iglesia (Jn 17,21). El encuentro, el no ver al otro como competidor, sino que verlo como un otro legítimo, como ante quien tengo confianza que soy capaz incluso de abrazar, de acercarme y entrar en su mundo y de dejar que se mundo me impacte, representa finalmente el mayor signo de para este Año de la Misericordia. En La Habana hemos visto lo que es un Jubileo, un tiempo de gracia, un tiempo de la acción del Dios Trinidad, de Aquél que siendo personas distinas son a la vez consustanciales e inseparables.

Los dos pulmones han vuelven a respirar.
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