“La Piedad” de Van Gogh Vincent Van Gogh, espiritualidad y religiosidad hecha obra de arte (2)
Van Gogh tuvo mucha amistad con los pintores de la llamada Escuela de Pont Aven, que tenía una honda raíz religiosa
En un tiempo en el que Gauguin y sus nuevos compañeros estaban pintando escenas de Jesús, el místico Van Gogh sólo pintó una vez a Jesús el Cristo: “La Piedad”
Llegó a pintar y destruir un cuadro de Cristo entre los olivos, porque creía que debía esperar, en sí mismo, este modelo interio
En el cuadro destaca especialmente el tratamiento de las manos, único en toda su pintura; en ellas trata de representar el dolor de todas las madres
Llegó a pintar y destruir un cuadro de Cristo entre los olivos, porque creía que debía esperar, en sí mismo, este modelo interio
En el cuadro destaca especialmente el tratamiento de las manos, único en toda su pintura; en ellas trata de representar el dolor de todas las madres
| Victorino Pérez Prieto
Aunque Van Gogh es uno de los pintores modernos de más profundo sentimiento religioso, hasta el punto de estudiar teología y haber sido pastor evangélico, apenas pintó a Jesús de Nazaret, el Cristo, a quien admiraba profundamente, como vimos en la primera parte de este trabajo. A pesar de que en sus últimos años se alejó de las formas y prácticas religiosas institucionales, el amor de Cristo no lo dejó nunca. Solamente tenemos un cuadro a este respecto que comentaremos ahora: La Piedad.
Van Gogh tuvo mucha amistad con los pintores de la llamada Escuela de Pont Aven, que tenía una honda raíz religiosa. Es el caso, aunque de distinta manera, de Paul Gauguin, Émile Bernard y Paul Sérusier; así como de otros grandes como Pierre Bonnard. Y, sobre todo, Maurice Denis, cuyo principal interés pictórico eran los temas religiosos, siendo considerado uno de los grandes renovadores del arte religioso francés.
La Escuela de Pont Aven: Gauguin, Bernard y Sérusier
Paul Gauguin (1848-1903) fue, sin duda, el más destacada de estos pintores, y tuvo una conocida relación tortuosa con Van Gogh. Como Vincent, Paul había estudiado teología; aunque acabó haciéndose hostil con la Iglesia. Pero pinta varios cuadros religiosos: la “Visión después del sermón”, también llamada “La lucha de Jacob con el ángel”, una Cena, una Anunciación. Y, sobre todo, su famoso “Cristo amarillo” y un autorretrato con ese cuadro al fondo, y el “Cristo verde”. En Arles, Vincent acoge a Gauguin en la luminosa casa amarilla: “Daudet, los Goncourt, la Biblia, enardecen a este cerebro de holandés –escribe Gauguin de su amigo–. En medio de todo eso hay una gran ternura o, mejor dicho, un altruismo de Evangelio”.
“El Cristo amarillo” de Gauguin
Émile Bernard (1868-1941) fue muy amigo de Gauguin y Van Gogh; así lo refleja éste último en sus cartas. Pintó con su propio estilo (el cloisonismo) algunos cuadros de Vincent. Entre ellos hubo una importante correspondencia: Lettres de Vincent Van Gogh à Émile Bernard. Bernard llegó a escribió un libro sobre su amigo: Mi amigo Van Gogh. Émile Bernard pintó varios Crucificados; como el Cristo llamado “La Estampa Original”, en un estilo entre medieval y expresionista, o el “Cristo llevando la Cruz con Santa Verónica cerca de él”.
“La Estampa Original” de Émile Bernard
“La Biblia es el Cristo, porque el Antiguo Testamento tiende hacia este vértice –le escribe Vincent a Émile Bernard en una de sus cartas-. Cristo ha afirmado, como certeza principal, la vida eterna, el infinito del tiempo, el nada de la muerte. Él ha vivido serenamente, de artista más grande que el resto de los artistas, desdeñando el mármol y la arcilla y el color, trabajando en carne viviente. Este artista extraordinario hacía de los hombres vivos, hombres inmortales. Es importante esto, sobre todo porque es la verdad”.
Paul Sérusier (1864-1927) fue otro pintor posimpresionista, asociado luego al movimiento de los nabis (“profetas” en hebreo). Con un estilo semejante a Gauguin, Van Gogh habla repetidamente de él en sus Cartas a Théo. Sérusier fué muy amigo de Maurice Denis y tuvo una gran relación con los benedictinos de Beuron (Alemania), monjes-artistas con unos principios según los cuales las leyes de la belleza son divinas, misteriosamente ocultas en la naturaleza, y solo pueden ser reveladas a artistas con un sentido de proporción y armonía de la forma. Pintó varias veces a Cristo Crucificado, como este “Cristo en la cruz”, un “Cristo blanco”, etc.
“Cristo en la cruz” de Paul Sérusier
Van Gogh y los cuadros de tema evangélico
En un tiempo en el que Gauguin y sus nuevos compañeros estaban pintando escenas de Jesús, el místico Van Gogh sólo pintó una vez a Jesús el Cristo: “La Piedad”. ¿Por qué? La respuesta está, en parte, expresada en un enfrentamiento con su gran amigo Gauguin, cuando proyectaba realizar una serie de obras dedicadas al relato evangélico del Huerto de los olivos. Vincent le escribe a su hermano Theo: “Adoro la verdad, lo verosímil, pese a que soy capaz de dejarme llevar por lo espiritual”. Y en Arles le cuenta: “Este mes he trabajado entre los olivos, porque Gauguin y Bernard me han enfadado con sus Cristos en el huerto de los olivos, donde no había nada verdadero” (Cartas a Théo 505).
Llegó a pintar y destruir un cuadro de Cristo entre los olivos, porque creía que debía esperar, en sí mismo, este modelo interior. En una de sus cartas escribe: “He raspado un gran estudio pintado; un jardín con una figura de Cristo azul y anaranjada, un angel amarillo… Lo he raspado, porque me digo que no hay que hacer figuras de esta importancia sin modelo” (505). Y en otra: “He esbozado por segunda vez un estudio de un Cristo con el ángel en el jardín de los olivos… Tengo esto en la mente con el color, la noche estrellada, la figura de Cristo azul, los azules más potentes, y el ángel amarillo limón quebrado” (540).
“La Piedad”
Entonces, Vincent pinta a Cristo desde Eugene Delacroix (1798-1863). La “Piedad” de Van Gogh está inspirada en uno de los cuadros del gran pintor francés, que tenía en una litografía en blanco y negro. Tenemos dos versiones, una más grande, que está en el Museo Van Gogh de Ámsterdam, y otra más pequeña, que está en el Vaticano.
“Pietá” de Delacroix. National Museum Oslo (Noruega)
“Pietà”. Museo del Vaticano
Van Gogh pinta la pequeña “Piedad” que está en el Vaticano pocos meses antes de su trágica muerte en julio de 1890. Vincent le escribe a Théo que la Piedad de Delacroix es “una obra hermosísima y grandiosa; Delacroix es un pintor con un huracán en el corazón”. Vincent aclara que este cuadro suyo se inspiró en una litografía tomada de la Piedad de Eugène Delacroix. La pinta para su hermana Willemien, a la cual el pintor escribe acerca de su interpretación centrada en la “Mater dolorosa”, mujer del pueblo entregada al sufrimiento, a menudo rechazada por la sociedad. Más cercana a la iconografía tradicional es la figura de Cristo, en el cual algunos han querido reconocer un autorretrato de van Gogh, en realidad fiel al modelo inspirador.
El artista había realizado para su hermano Théo una primera versión del mismo tema, más grande y con cromatismos más encendidos, que actualmente se encuentra en el Museo Van Gogh de Amsterdam.
“La Piedad”. Van Gogh Museum (Amsterdam)
En el cuadro destaca especialmente el tratamiento de las manos, único en toda su pintura; en ellas trata de representar el dolor de todas las madres. Vincent le escribe a Théo: “En la entrada de la cueva está tendido, con las manos hacia adelante… el rostro en la sombra, la pálida cabeza de ella se recorta claramente contra una nube” (Cartas a Teo).
Al pintar “La Piedad”, Van Gogh reconoció que buscaba ante todo “hacer algo para consolarse”; la pintura es -dice- “una forma de pasar de la oscuridad a la luz”. En una carta a Émile Bernard dos años antes de su muerte, dice Van Gogh: “Solo Cristo entre todos los filósofos y magos afirmó como certeza principal la vida eterna, la infinitud del tiempo, la nada de la muerte, la necesidad y la razón de ser de la serenidad y la devoción. Vivía serenamente, como un artista superior a todos los artistas, desdeñando el mármol, la arcilla y el color, trabajando como carne viva”.
Son palabras de un hombre profundamente cristiano, aunque no lograra encajar ni en su Iglesia ni en la sociedad de su tiempo.
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