Jesús es una persona muy de pueblo, muy de Iglesia, de cristianos que no solo lloran por las desgracias sino que son capaces de denunciar lo malo con valor y cuidar con ternura de lo pequeño y bueno. ¿Dónde está Dios?

¿Estará Dios sentado comiendo palomitas disfrutando de esta película verdadera e inacabable de desastres?

Mucha gente se pregunta dónde esta ahora Dios, si es que está... Andamos todos con el corazón acongojado cubierto con la mascarilla, embadurnado con ese gel pegajoso del demonio viendo como no abrió el bar de la esquina, como van los niños al cole como los lemings al precipicio y parece que vendrá una segunda ola como un tsunami que nos arrastre a todos... Decía alguien en las redes sociales que si todos los curas de España saliéramos con la custodia a la calle cual guerreros samuráis litúrgicos el dragón del Covid se esfumaría como un mal sueño… No sé yo si la cosa va por ahí. Incluso alguno habla de castigo divino por nuestro licencioso modo de vivir o de malvivir. Ahí Dios es como el profe severo que te endiña con un palo en las uñas por haber sido un niño malo….

¿Dónde está Dios? El mundo se convierte en un parque temático de la desgracia; basta con tener el estómago de ver un telediario entero. ¿Estará Dios sentado comiendo palomitas disfrutando de esta película verdadera e inacabable de desastres? ¿Estará ocupado con la historia de la salvación de los extraterrestres de otras lejanas constelaciones que le merezcan mas atención y cariño que nosotros que ya estamos para las mulillas? Lamentablemente desde que Dios se convirtió en el patrimonio exclusivos de nosotros los curas o de los pensadores ateos mas aburridos del universo,  mucha gente de a pie ha dejado de pensar en Dios, porque le urge más saber que será de Messi y de si tendrán para comprar las patatas con tanto erte y tanta indecisión.

Jesús nos dice que donde dos personas se reúnen en su nombre, para pedir, para rezar, para llorar, para intentar cambiar las notas de la melodía triste que nos domina, ahí esta Él en medio de ellos. Jesús no está escondido en cofres cerrados y dorados propiedad de unos pocos. Jesús no es propiedad de nadie. El está en medio de la gente, del mercado, entre los niños del parque y patinete, las señoras con bolsas de la compra, el encorbatado que perdió la sonrisa antes que llegase la mascarilla que nos la borró a todos. Jesús es una persona muy de pueblo, muy de Iglesia, de cristianos que no solo lloran por las desgracias sino que son capaces de denunciar lo malo con valor y cuidar con ternura de lo pequeño y bueno.

¿Seremos capaces de descubrir que no estamos tan solos como creemos?

Alguien nos anima a corregir con cariño y prudencia al que va derecho al precipicio, a no desfallecer ante la adversidad. Yo estoy convencido de que Dio siempre nos ayuda. Siempre a su manera, claro, y por eso a veces no le entendemos. Pero sabemos que si estamos cerca de alguien que cree en Él, seremos capaces de descubrirle curando nuestras propias heridas, invitándonos a pan y vino para seguir el camino. Cuando estas con alguien que cree y ama como tu, Jesús está ahí en medio, sonriendo por los siglos, haciéndote, haciéndoos  invencibles. Como él.

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