“El que quiera salvar su vida la perderá. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?” Toño Casado: "Cosas por las que merece la pena perderse, o ganarse"

La "paradoja divina" de ganar también al perder
La "paradoja divina" de ganar también al perder

“La vida” es una cosa muy grande, importante, insustituible. Nuestras vidas son únicas. A veces felices, muchas veces desdichadas, la historia de cada ser humano es la mejor novela que uno pueda leer

Hay gente que pierde su vida trabajando como un esclavo para una empresa , sin casi ver a sus hijos, esos desconocidos de la cuna o de instituto, de los que se perdieron tantos momentos importantes

Yo soy mucho de perder. Con esta memoria de pez que tengo me paso la vida buscando las llaves que parecen tener vida propia y se esconden sin hacer ni un tintineo las muy esquivas.  Pierdo al coche en el aparcamiento del Carrefour, pierdo el hilo del discurso cuando se me agolpan las ideas y me quedo en cortocircuito. Pierdo la respuesta ágil en esas discusiones en que se me queda cara tonto… Pierdo a amigos muchas veces sin saber por qué. Se ve que no soy bueno para demostrar lo que siento; y así me quedo perdido en una tarde de domingo esperando un mensaje que nunca llegará.

En este mundo la gente quiere ganar. Ganar la lotería de Navidad, que se vende incluso en la playa en verano, que es como ver un muñeco de nieve en medio de un chiringuito, qué ansias de festejar la gloria del premio, señor…; ganar aunque sea la pedrea. Ganar la chochona o el perrito piloto en la tómbola. Ganar la carrera de San Silvestre. Ganar seguidores en tu cuenta de Instagram. Sobre todo ganar el suficiente dinero como para vivir retirado y viajar por el mundo… Ah, no, que ya no podemos viajar… Bueno, al menos vivir  relajado en los brazos del “dulce far niente” (O sea , vivir del cuento o de las rentas  tocándose uno los peredengues…)

Miedo a perder ¿qué?
Miedo a perder ¿qué?

“El que quiera salvar su vida la perderá. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?”. Hay que ver lo que les gustaban a Jesús los juegos de palabras. ¿Por qué darías tu “la vida”? “La vida” es una cosa muy grande, importante, insustituible. Nuestras vidas son únicas. A veces felices, muchas veces desdichadas, la historia de cada ser humano es la mejor novela que uno pueda leer. Y hay tantas historias de niños perdidos, tantas vidas que se quedaron en la cuneta, viajeros sin nombre, extras en la película del mundo que caen destrozados por la metralla en zanjas oscuras,  trincheras anónimas que llevan a fosas comunes. Vidas que se pierden. Tantas….

Quizá el camino sea compartir tu vida con los demás para poder ganarla. Si te quedas en un castillo de marfil  impenetrable  y mullido, te comerás los mocos tu solito harto de Neflix y  de mirar tus colecciones de dedales. La soledad impuesta es un callejón sin salida. Si estás un rato con los vecinos o los amigos o los parientes, eso lo ganarás. Y si pasas a un estado superior de conciencia y dedicas tu tiempo a los niños, los enfermos o los pobres ahí sí que te habrá tocado la lotería. Cuando te das, hay una fuerza interior que sale de ti, algo indescriptible, que por un lado te desgasta pero por otro te convierte en una luz que te desborda las orillas del mar de tu pecho. Cuando te das eres feliz.

Hay gente que pierde su vida por hacerse un selfie en una azotea o ponerse ciego de vodka u otras sustancias. Hay gente que pierde su vida trabajando como un esclavo para una empresa , sin casi ver a sus hijos, esos desconocidos de la cuna o de instituto, de los que se perdieron tantos momentos importantes.

El minuto perdido
El minuto perdido

La vida se pierde como arena entre las manos. En un plis estaremos  sentados en la silla de la residencia con olor a pis y recuerdos por el piso. ¿En qué habremos gastado nuestra vida? Puedes ganar dinero, ganar éxito, ganar peso… pero si  perdiste a los tuyos habrá sido una carrera absurda.

Dar la vida por la belleza, por la verdad, por el bien. Dar la vida para que haya justicia y se respete la vida de las personas, sean negros, americanos o de Murcia. Esa son causas bonitas por las que perderse un mismo.  Dar la vida por la fe, por creer, por soñar… por trabajar incansablemente por la Utopía; por todo eso si que merece la pena perderse; o ganarse.

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