Toño: La viña y los sarmientos traicioneros

Escupen su veneno

Desde las escondidas sacristías,

Los pasillos oscuros,

Las redes donde difundir los bulos,

Insultar sin un mínimo freno,

Juzgar como los dioses de Gomorra,

Herir como los reyes de Sodoma,

Sarmientos venenosos

Que no tienen descanso en sus afanes

De pudrir al vecino.

Sarmientos rotos

Llevados por el viento,

Agostados por sol y enfermedades,

Sarmientos solitarios

Que se creyeron centro de la viña

Y se independizaron

De la Cepa ,

la Madre que les dio su sangre y savia.

Sarmientos  que perdieron la belleza;

Sus hojas se secaron por el moho,

Se llenaron de crítica y tristeza,

Se pudrieron de rabia, de amargura,

Fanáticos y ciegos,

Sarmientos que ya no producen frutos

Más que espinas y abrojos

Y palabras hirientes para todos,

Condenas y expulsiones

A los que ellos marcaron

Con la señal al rojo del desprecio.

Escupen su veneno

Desde las escondidas sacristías,

Los pasillos oscuros,

Las redes donde difundir los bulos,

Insultar sin un mínimo freno,

Juzgar como los dioses de Gomorra,

Herir como los reyes de Sodoma,

Sarmientos venenosos

Que no tienen descanso en sus afanes

De pudrir al vecino.

Sin perdón, sin amor, sin alegría.

Sarmientos mortecinos.

La Iglesia es una cepa milenaria;

El Espíritu Santo  infunde con su savia

La Vida que no acaba.

Frutos son sus racimos de Esperanza,

Sus racimos de Fe,

Sus uvas rebosantes de cariño,

Amor y caridad y sangre misma

De Cristo que nos une.

Los frutos de un sarmiento que es cristiano

Son agarrar serpientes

Sin padecer su daño,

Perdonar y curar al 50 por ciento,

Hacer milagros en un mundo fiero

Y a veces muy, muy triste.

Y así estamos unidos a la cepa que es Cristo Nazareno,

Los dolores, los besos y las risas,

Los proyectos, las penas y los sueños

Son el pan compartido de la Viña

Donde todo sarmiento

Aunque sea pequeñito

Es amado y valioso.

Siéntete parte viva de la Iglesia,

No rompas aquel hilo,

El cordón invisible que te une

Por siempre a la que es Madre,

Que te cura y te cuida

Y te alimenta para seguir viviendo.

No te sueltes altivo de su mano

Pues te hallarás perdido

Y solo en el desierto de la vida,

Como un sarmiento al sol que nada puede

Más que languidecer y terminarse.

Unidos a la Luz somos antorchas,

Unidos a Jesús resucitamos,

Unidos nos volvemos poderosos,

Y repartimos frutos para todos,

Una Vid, Una Iglesia, una madre

Un destino común,

Sarmientos hermanados por la Vida,

El bautismo y el agua.

Eres fuerte, eres Luz, eres la Iglesia,

La familia de Dios. Siéntete unido

al Corazón de Dios que te sostiene.

AVISILLOS.

GRACIAS POR VENIR A MI DIVERTIDA Y CONCURRIDA FIRMA DEL MI LIBRO "la Vecina de Jesús!.

¡¡Felicidades Madres!!

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