Luz y oscuridad,  cielo en infierno, ángeles y demonios, todos en el mismo saco de su espíritu. ¿Trigo limpio?

¿Trigo limpio?
¿Trigo limpio?

No hay un abismo tan grande como el que te encuentras cuando te asomas a la vida de alguien a quien amas y admiras, y ves que la oscuridad y los defectos también están en él de una manera insultante.

Y llega el día terrible en el que creces y descubres que tus padres no sólo no lo saben todo sino que además te pegas el porrazo de la vida al ver  que ese campo de su corazón que creías lleno de trigo dorado y bueno está salpicado por cizaña, esa planta  asquerosa que jamás has visto pero de la que has oído hablar porque debe ser más mala que un cáncer.

No hay un abismo tan grande como el que te encuentras cuando te asomas a la vida de alguien a quien amas y admiras, y ves que la oscuridad y los defectos también están en él de una manera insultante. ¿Qué hacer ante un padre infiel, un esposo ludópata, un hijo que se va de putas, una hermana que defrauda hacienda, una sobrina que hace guarrerías por el móvil, un párroco que se lía con la señora que plancha, un obispo homófobo y homosexual en el mismo pack, un empleado que te roba, un amigo que se droga? ¿Qué hacer ante un tenor muy famoso que canta como los ángeles y que luego es muy baboso con las señoras? ¿Rompemos sus discos?   ¿Qué hacer con los cuadros de un pintor asesino, homosexual y sin moral? ¿Los quemamos?    Nos quedamos sin Caravaggio,.... que aún sigue impresionando con los claroscuros de sus cuadros y de su vida a los que contemplan su pinturas en esas viejísimas iglesias de Roma...  ¿Qué hacemos con los versos y las obras de teatro de un sacerdote de vida ligera? ¿Qué hacemos con Lope de Vega? «Yo he nacido en dos extremos, que son amar y aborrecer; no he tenido medio jamás... Yo estoy perdido, si en mi vida lo estuve, por alma y cuerpo de mujer, y Dios sabe con qué sentimiento mío, porque no sé cómo ha de ser ni durar esto, ni vivir sin gozarlo...» decía ese escitor aficionado a los amorarios y padre de 15 hijos legítimos e ilegítimos... Y así tantos genios y artistas que a lo largo de la historia han dado sus  hermosos frutos aunque algunas de sus ramas estaban bien podridas.

La misma persona puede hacer grandes milagros y grandes atrocidades. Luz y oscuridad,  cielo en infierno, ángeles y demonios, todos en el mismo saco de su espíritu;  en nuestro interior duerme el lobo que despierta en las noches de luna llena, ingobernable y terriblemente peligroso, azuzado por cualquiera de los pecados capitales de los cuales ya ni nos acordamos. Las hiedras venenosas de la envidia, las voraces  plantas carnívoras de la lujuria, las  altivas trepadoras de la soberbia,  las  sangrientas zarzas de la ira, las  somníferas adormideras de la pereza,  los insaciables nísperos de la gula, y los  solitarios eucaliptos de la avaricia, bajo cuya sombre nada crece. Todo cizaña que se bambolea entre el trigo de nuestro amor, nuestras obras heroicas, nuestros logros.  Cizaña que a veces nos impulsa arrancar de cuajo y sin miramientos los errores ajenos o los nuestros con un sentimiento que va entre la indignación  y el cabreo más profundo.

Y nos convertimos en hordas.

Hordas del populacho que lanzan verduras a los condenados indefensos ahora  en un cepo inmiseridorde, hordas de verdugos y jueces sin rostro en las redes sociales que lanzan sus insultos como adoquines o berzas contemporáneas, como tornados que discurren buscando a un pobre incauto a quien devorar. Condenamos a los asesinos y violadores que eran nuestros propios hijos; creemos que "las manadas" surgen de pueblos que no son el nuestro. Creyéndonos del lado bueno cargamos en ellos nuestras culpas, como se hacía con el chivo expiatorio, pobre caprino que era abandonado en el desierto después de que el Sumo Sacerdote le transmitiese los pecados del pueblo.

No olvides que todos somos trigo y cizaña. Nunca desesperes ni te canses de hacer el bien por tus errores, por tus caídas o tus desastres naturales o antinaturales. “si compartes tu alimento con el que tiene hambre y satisfaces las necesidades del oprimido, entonces tu luz brillará como el amanecer. Tus sombras serán como luz de mediodía”. Decía el profeta Isaías que era un hombre muy enterado.

Toda persona puede redimir sus faltas. Ojo a pensar que la cizaña es solo de los otros.

Quizá un día nos sorprendamos del mal que hicieron algunos supuestos buenos y del bien que hicieron algunos tachados malos.

En mi campo conviven el trigo y la cizaña en aparente buena vecindad. Intento cavar y cuidar el trigo y arrinconar la cizaña, sabiendo que toda mi vida tendré que convivir con mis errores y seguir adelante.

Tú sigue, que eres trigo limpio. O aunque no lo seas. Sigue adelante.

Nos vemos los viernes  a las 19.00 en “el Piscolabis de Toño” en Instagram donde conversamos en directo con un interesante invitado. ¡¡No te lo pierdas!! @toño_casado

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