'"Tomad', tocadme, no me tengáis miedo, soy yo Jesús, un pan amigo" El cuerpo de quién

El pan partido
El pan partido

"Las celebraciones de la fiesta del Corpus siempre me parecieron un tanto extrañas"

"Me encanta el pan, el pan de pueblo, humilde y oloroso, partido por las manos de mi abuela. Pan suena a hogar, pan suena a cariño. Ese es el Pan que quiere ser Jesú"

"'Tomad y comed'. Agarradme, partidme, masticadme, digeridme, hacedme de vuestro cuerpo y vuestra alma. 'Tomad', tocadme, no me tengáis miedo, soy yo Jesús, un pan amigo"

"Me llaman la atención los movimientos nuevos que hacen de Jesús Pan una esfera luminosa flotando en la noche a la cual ya ni llaman Jesús ni Cristo. Es 'la Hostia', una luna blanca con poderes mágicos"

"Jesús es el Pan y el Vino realmente. 'Tomad y comed'. Ese es el gesto más grande de adoración y de maravilla. Ni trompetas, ni diamantes, ni plata…Pan partido. Y ya está. Bendito sea"

Las celebraciones de la fiesta del Corpus siempre me parecieron un tanto extrañas. Jesús Eucaristía, "la Hostia", perfectamente blanca, exquisitamente redonda y brillante engarzada en custodias de plata, oro, diamantes, zafiros, rubíes, sobrevolando las calles de las ciudades y los pueblos sobre nubes de incienso y cánticos con expresiones del siglo XIX llenos de afectación; custodias asidas por clérigos barrocos que las sujetan como si fueran magma volcánico. Y todo ello para subrayar la presencia real de Cristo en la Eucaristía y adorarlo como Dios que es.

Me encanta el pan, el pan de pueblo, humilde y oloroso, partido por las manos de mi abuela. Ese pan de pueblo que no se ponía duro, que alimentaba y que se besaba si se caía al suelo con la expresión de "Pan bendito”. Pan con chocolate, pan con membrillo, pan con huevos fritos, pan para arrebañar el plato, recurso de los pobres que dejan la vajilla como nueva. Pan suena a hogar, pan suena a cariño. Mi amigo Santi hace un pan con cariño que además de riquísimo no se puede encontrar en ninguna panadería de Sevilla o de Madrid… pan pan.

Ese es el Pan que quiere ser Jesús. Porque esto sí que es abajamiento absoluto, de un muchacho-Dios bien majo de Nazaret resucitado por los siglos que decide hacerse pan sencillo para mantener su presencia real entre sus amigos y alimentarles con su amor y con su vida, como un cargador del móvil del corazón.  

Esa es la Eucaristía, el centro de la vida cristiana: la comunidad reunida celebrando un memorial, un acontecimiento que no es sólo recordar lo que Jesús hizo por nosotros en aquellos viejos tiempos de túnicas, sino que lo vuelve a hacer actual delante y en medio de todos, su vida llena de luz y de traiciones, su muerte, su resurrección permanente.

Eucaristía en la que uno pide perdón, se alimenta con la Palabra de Dios, ofrece lo que uno es, reza por todos, se acuerda de los que se fueron, da la paz y realiza el acto más impresionante que hacemos los cristianos, que es ni más y menos que  comernos a Jesús.

“Tomad y comed”. Agarradme, partidme, masticadme, digeridme, hacedme de vuestro cuerpo y vuestra alma.  “Tomad”, tocadme, no me tengáis miedo, soy yo Jesús, un pan amigo. No soy oro incandescente, soy sólo Yo, soy solo Pan. Y Vino también, pero como el vino se lo bebe solo el cura, supongo que por motivos de comodidad y de ahorro, el vino ni se adora ni se consume por la asamblea que mira con envidia a los clérigos que hacen suyo lo del “Tomad y bebed todos de él”, pero no todos, que no da tiempo o es un lío.

Jesús que es Eucaristía nos une a todos en un mismo destino de Salvación. Todos los que comulgan ese pan roto se unen a una misma suerte y se convierten en un solo cuerpo en el que si te duele una muela tienes la noche fastidiada. Por eso la fiesta del Corpus es la fiesta de la caridad, porque somos hermanos y debemos facilitar la salud del cuerpo del mundo donde todos los hombres y mujeres y vecinos de bloque e incluso políticos, somos hermanos.

Me llaman la atención los movimientos nuevos que hacen de Jesús Pan una esfera luminosa flotando en la noche a la cual ya ni llaman Jesús ni Cristo. Es “la Hostia”, “El Santisimo”, una luna blanca con poderes mágicos ante todos los que se pongan delante de ella, aunque no sepan ni lo qué es. 

Incluso después de comulgar, que es el acto más profundo y maravilloso que puede hacer un cristiano, en el cual tú te conviertes en sagrario, en custodia que muestra Jesús al mundo con tu vida, vuelven a realizar inmediatamente la adoración a la Hostia Brillante sobre el altar. Cuando Jesús ha tomado posesión de su alma y su cuerpo ellos lo vuelven a llevar fuera. No lo entiendo. Igual habría que trabajar más la interioridad…

Corpus

Ni siquiera la bendición de la custodia es válida para la asamblea. El Sacerdote debe pasar por los pasillos bendiciendo a cada uno de los adoradores anónimos y aislados en la oscuridad de la iglesia… La misa y la liturgia les resultan pesadas y frías, ellos quieren adoraciones en las que sentir gustito. Habrá que ver su evolución y doctores tiene la Santa Madre Iglesia...

Jesús es el Pan y el Vino realmente. “Tomad y comed”. Ese es el gesto más grande de adoración y de maravilla. Que todo un Dios-Hombre se haga Pan roto en la fracción del pan y que nosotros lo hagamos nuestro en nuestras oscuridades y luces.

Ni trompetas, ni diamantes, ni plata, ni ornamentos pomposos, ni canciones afectadas, ni lunas blancas redondas y perfectas, ni triple genuflexión con tirabuzón, ni milagros eucarísticos en los que la hostia se convierte en una loncha de mortadela. Porque por mucho ornato que le queramos poner y efectos especiales que le queramos dar, Jesucristo decidió hacerse Pan y Vino. Pan partido. Y ya está. Bendito sea.

Por una Iglesia mejor informada
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