Arrodíllate ante la cama del enfermo,

procesiona con el que sufre en brazos,

enciende velas en el corazón del roto,

adora a Dios que vive en cada niño,

niño templo que muere acribillado,

niño templo perdido entre la gente,

niño templo herido y abusado,

niño templo hundido y profanado.

¿Cuál es tu religión? ¿Cuál es el culto

que Dios espera hagamos cada día?.

Socorrer a la gente vulnerable,

asistir al que vuelca en la cuneta

de la vida que se vuelve difícil.

Gritar por la justicia, respetar al distinto,

tener tiempo para escuchar al otro,

vivir más desayunos, café, fiestas y bailes

y enarbolar sin miedo la alegría descarada.

Al final de tus días solo el amor que diste

será el equipaje que te lleves del mundo.

Ese será tu juicio: los besos repartidos,

los abrazos, los actos de cariño,

las veces que en silencio diste agua

a aquel que te pidió.

Hacer del mundo un templo donde Dios se pasee,

cuidar de cada templo que son cada vecino.

Diferentes, hermosos, casi en ruinas, pequeños,

enormes, escondidos o en el centro de todo:

cada persona un templo que nació de lo eterno.

Cuida el templo de Dios, contempla lo sagrado,

maravilla tus ojos ante tanta belleza,

conmuévete muy dentro por cada templo frágil.

Esa es la religión verdadera.

Las estatuas se rompen,

lo templos de demuelen, las velas se terminan.

Los ornamentos brillis se te pasan de moda.

Pero amar te hace eterno, te hace puro y sagrado,

amor que sangra, que lucha hasta la muerte.

¿Cuál es tu religión?¿Cuá es tu fe?

Al final de la vida verás si has acertado.

La única religión,

el único camino,

el único mandato,

será el Amor.

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