A por el trigal

El mundo es un trigal tocado por sequías,

granizadas, ventiscas y soles implacables.

Mies sufriente, millones de latidos,

que podrían transformarse en pan unido

y a veces son gavillas que naufragan

en el mar de las guerras, la soledad, las luchas,

tantos granos de trigo malogrados,

espigas axfisiadas por espinas,

machacadas en rocas del camino.

Por eso aquí estás tú como lo superhéroes,

para curar enfermos y sanar las heridas

escondidas al fondo del corazón que sufre.

Resucitarás muertos que perdieron la risa,

volverá la ilusión a esos huesos perdidos.

La lepra del desprecio se volverá alegría

de volver a ser niños que juegan y que cantan.

Expulsarás demonios que todo lo oscurecen

y no habrá solo, herido o perdido en la noche

que no encuentre su casa y regrese de nuevo.

Gratis has recibido el don de ser amado,

repártelo tú gratis entre quien se te cruce

en el duro y bonito camino de la vida.

Sé siempre compasivo; levanta a tus ovejas

que encontraron en ti pastor y amigo y padre.

Así eres tú pequeño con historial de errores,

pero con el poder de rescatar espigas

y hacer un pan de Amor que sacie a todo el Mundo.

Así eres tú; trabaja y no te rindas.

Tienes una misión y una aventura:

servidor de la gente, pregonero

de una Buena Noticia para todos:

El Amor siempre salva al Universo.

Si estás tú ya verás como es posible

que el trigal sea de luz, como un mar siempre eterno.

Especialmente para Felipe y Mario, que ayer sábado 17 fueron ordenados diáconos en Madrid.

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