La experta revisita la única torre de la Sagrada Familia que vio terminada su creador Chiara Curti: “Celebrar la torre de Bernabé es celebrar la fiesta que Gaudí quería con el Creador”
Este domingo, que coincide con el primer día de Adviento, será ella quien conduzca el acto de conmemoración del centenario, junto con el arquitecto Jordi Faulí, que coordina y dirige las obras
| Xavier Pete, Agencia Flama
Chiara Curti, arquitecta, doctora en Humanidades y experta reconocida internacionalmente en la obra de Gaudí, contempla la torre de San Bernabé desde el mismo punto donde, hace 100 años, el arquitecto observaba la retirada de los andamios que dejaban la primera torre plenamente visible. Este domingo, que coincide con el primer día de Adviento, será ella quien conduzca el acto de conmemoración del centenario, junto con el arquitecto Jordi Faulí, que coordina y dirige las obras. La italiana lo hará tras publicar un importante estudio monográfico en National Geographic, y con la expectativa de presentar este próximo diciembre un nuevo libro, Mi Gaudí, construido a partir de las voces íntimas de quienes conocieron de cerca al arquitecto.
Su llegada a Barcelona fue por amor, explica con una sonrisa: “Vine por amor, y después, poco a poco, descubrí a Gaudí. Nunca había oído hablar de él en Italia, pero la ciudad y el templo me cautivaron por completo”, reflexiona. Esta fascinación la llevó, años después, a participar en actos institucionales como la visita de la presidencia del Parlamento Europeo al templo, donde constató cómo la construcción de la Sagrada Familia dialoga con la historia europea y el cristianismo: “Allí vi que Gaudí no solo construía un templo, sino que creaba un lenguaje que podía hablar incluso a los parlamentarios europeos; era sorprendente ver esta analogía entre su obra y la fundación de Europa”, recuerda.
“He pasado horas y horas contemplando la Sagrada Familia, como quien observa un libro abierto que nunca se acaba”, continúa. La torre, única que Gaudí vio terminada, simboliza el inicio tangible de un sueño compartido por generaciones. “La torre de Bernabé muestra que hay que terminar lo que se inicia y luego compartirlo con los demás; la mirada y la opinión de la gente forman parte de la creación”, comenta Curti. “Para Gaudí —continúa—, ver finalizada una parte de la obra era motivo de fiesta; una fiesta compartida con quienes amaban el templo y, sobre todo, con el Creador mismo. La alegría, el reconocimiento del trabajo y la celebración de la belleza completada eran inseparables de la creación divina”.
Chiara siente un cariño especial por San Bernabé. “Me siento muy cercana a él porque es patrón de Milán, mi ciudad natal, y porque es el apóstol que no conoció a Jesús, como nosotros, que creemos sin haber visto”, confiesa, estableciendo un vínculo íntimo con el templo que Gaudí vio culminar. Entre la multitud, observa con delicada curiosidad a los novios asiáticos que se fotografían frente al templo. “Me gusta ver cómo quieren vivir la Sagrada Familia desde dentro del corazón, aunque estén a miles de kilómetros de su casa; buscan la magia del momento y la cercanía con aquello que admiraban desde lejos”, comenta, dejando entrever la profundidad espiritual de este gesto aparentemente sencillo.
La arquitectura como vida
“Gaudí quería que las iglesias expresaran el alma de su época”, explica Curti. Cada detalle de la torre manifiesta esta coherencia entre función y estética: la base cuadrada garantiza estabilidad, la parte superior circular ofrece resistencia al viento, las aberturas verticales dejan pasar la luz y amplifican el sonido de las campanas, mientras que las piedras protegen el interior de la lluvia. Todo tiene una razón de ser. “Trabajaba como un jardinero, como quien cuida un jardín sagrado, no como un propietario; cada piedra, cada línea, cada detalle, estaba pensado con amor y responsabilidad”, recuerda, subrayando la manera en que Gaudí cuidaba cada aspecto del templo.
La Sagrada Familia es una sociedad en sí misma. “Cada persona que la contempla puede descubrir algo propio; a mí me ha hecho amiga espiritual de Gaudí”, afirma, destacando la capacidad del arquitecto de crear un espacio donde la relación con la obra y con los demás se vuelve esencial. Las visitas infantiles que promovía mantenían la mirada de asombro sin límites, y la alegría compartida entre obreros y colaboradores se convertía en parte del proceso creativo. “Los obreros que veían las visitas escolares se llenaban de alegría”, sostiene Curti.
“Comenzaremos con el toque de campanas, luego el coro, dentro habrá un ‘castell’ humano, y finalmente se encenderá la torre desde fuera. Todo se hará para compartir la alegría con todos, como lo habría querido Gaudí: la celebración del trabajo completado, con la presencia del Creador y de la gente que ama la Sagrada Familia”
Cien años de luz y celebración
El centenario de la torre se conmemorará con actos cargados de simbolismo: toque de campanas, un coro, un diálogo entre el alma del templo y su futuro entre Curti y Jordi Faulí, y la iluminación que convertirá la torre en un faro nocturno. “Este domingo será un acto vivo y alegre”, comenta la arquitecta. “Comenzaremos con el toque de campanas, luego el coro, dentro habrá un ‘castell’ humano, y finalmente se encenderá la torre desde fuera. Todo se hará para compartir la alegría con todos, como lo habría querido Gaudí: la celebración del trabajo completado, con la presencia del Creador y de la gente que ama la Sagrada Familia”, concluye.
Finalmente, la experta desaparece entre la multitud, con varios ejemplares de National Geographic bajo el brazo, mientras la Sagrada Familia sigue alzándose hacia el cielo, testigo silencioso del paso del tiempo, de la devoción y de la admiración que cada mirada aporta a la historia viva del templo.
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