La persona que experimenta el amor gratuito del Padre, empieza a compartir sus bienes El Amor de Jesús “iba atravesando la ciudad” (Domingo 31º TO C  30.10.2022)

La parroquia “esté en contacto con los hogares y con la vida del pueblo”

Comentario: “ha entrado a hospedarse en casa de un pecador” (Lc 19,1-10).

El encuentro con Zaqueo es buen final del “viaje a Jerusalén”. Sucede en Jericó, hoy ciudad de Cisjordania, cerca del Jordán, en Palestina, a 27 km de Jerusalén. La que visitó Jesús es la Jericó Herodiana, construida por Herodes al estilo romano. En la Biblia se la cita como “ciudad de las palmeras” (Dt 34,3; Jue 3,13). Es un oasis a unos 240 m. por debajo del mar. De clima tropical, crecían hierbas balsámicas, alheñas (arbusto de flor blanca y amarilla de olor fragante, citado en el Cantar de los Cantares 1,14, usada para teñir cabellos y piel), y sicomoros (árbol parecido a la morera, de tronco grueso y madera incorruptible, ramas bajas, cuyo fruto es un higo pequeño blanco amarillento).

El amor singular de Jesús “iba atravesando la ciudad”, entrecruzándose con todo tipo de gente. Lucas destaca el cruce con un “jefe de publicanos y rico..., llamado Zaqueo, pequeño de estatura”. Este hombre “corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo...”. Jesús responde a su esfuerzo e interés: “Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa”. Jesús sabía algo de él. Al verle encaramado en el sicomoro, sintió que debía hablar con él y responder a su interés. Su pastoral es de encuentro, convivencia, contagio. Lucas subraya la presteza y el “contento” de Zaqueo al recibir a Jesús. El contraste es “la murmuración de todos” (fariseos y letrados, la multitud acompañante con los discípulos): “ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”. Creen censurable compartir mesa con un “jefe de publicanos y rico”. Zaqueo debía tener su propia empresa con empleados. Una especie de agencia tributaria con inspectores fiscales para visitar tiendas y fincas, tasar y cobrar. 

El encuentro le cambió mente y corazón. Jesús logró transmitirle el Amor vital que le invadía. Desde ahí se explica el cambio, la reacción  expresada en presente verbal, pero con sentido de futuro: “la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, restituyo cuatro veces más”. Va más allá de la ley, que obligaba a devolver lo robado y un quinto más (Lev 5,24). Es la gracia en acto, el amor gratuito que ha surgido en la vida de este recaudador, acostumbrado a lo contrario: a exigir el pago de las deudas con intereses. Jesús reconoce su transformación como recuperación del amor, salvación de la esclavitud del dinero, liberación del egoísmo y entrada en la propia vida del Hijo del hombre: “hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.

Esta es la labor de los seguidores de Jesús: “quedarse” en cualquier casa, transmitir el amor universal y gratuito de Dios y reconocer la salvación cuando se produce. El Papa Francisco en la Exhortación “Evangelii gaudium” con motivo de la clausura del Año de la fe (24/11/2013), primero de su Pontificado, nos animó a seguir evangelizando al estilo de Jesús. Es necesario que la parroquia “esté en contacto con los hogares y con la vida del pueblo, y no se convierta en una prolija estructura separada de la gente o en un grupo de selectos que se miran a sí mismos. La parroquia es presencia eclesial en el territorio, ámbito de la escucha de la Palabra, del crecimiento de la vida cristiana, del diálogo, del anuncio, de la caridad generosa, de la adoración y la celebración... Es comunidad de comunidades, santuario donde los sedientos van a beber para seguir caminando, y centro de constante envío misionero. Pero tenemos que reconocer que el llamado a la revisión y renovación de las parroquias todavía no ha dado suficientes frutos en orden a que estén todavía más cerca de la gente, que sean ámbitos de viva comunión y participación, y se orienten completamente a la misión”.

Oración: “ha entrado a hospedarse en casa de un pecador” (Lc 19,1-10).

Jesús, “amigo de publicanos y pecadores(Mt 11,19; Lc 7,34):

“como si presentes nos hallásemos”, compartimos contigo

la atención al hermano alejado del Amor,

y la alegría al convertir su corazón al tuyo.

Tu amor “entró en Jericó e iba atravesando la ciudad”:

En esto, un hombre llamado Zaqueo...,

trataba de ver quién eras, pero no lo lograba a causa del gentío,

porque era pequeño de estatura.

Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verte...

Tú, al llegar a aquel sitio, levantas los ojos y le dices:

«Zaqueo, date prisa y baja,

porque es necesario que hoy me quede en tu casa».

Él se dio prisa en bajar y te recibió muy contento.

Al ver esto, todos murmuraban diciendo:

«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».

Pero Zaqueo, de pie, te dijo:

«Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres;

y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».

Tú le dices: «Hoy ha sido la salvación de esta casa...

Porque el Hijo del hombre ha venido

a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

Contemplamos tu amor pastoral:

que necesita estar cerca de las personas concretas,

dialogar y darse a conocer de verdad,

abrirles el sentido de la libertad guiada por el amor, 

liberarlas de miedos y esclavitudes egoístas,

transmitirles ayuda fraterna en mesa compartida;

que supera críticas y murmuraciones:

ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”;

que no “anula el mandamiento de Dios

por mantener la tradición de tu pueblo” (Mc 7,9).

Tú vives el amor del Padre:

nunca rechazas a nadie, estás siempre cerca;

buscas y esperas para abrazar incondicionalmente;

entras en casa de Zaqueo, te sientas a su mesa, hablas al corazón.

La reacción de Zaqueo expresa el amor del Padre:

la mitad de mis bienes se la doy a los pobres;

y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más”;

Zaqueo ha sido salvado del egoísmo acumulador.

Tu pastoral misionera se está cumpliendo:

Hoy ha sido la salvación de esta casa...

Porque el Hijo del hombre ha venido

a buscar y a salvar lo que estaba perdido”;

la persona que experimenta el amor gratuito del Padre,

empieza a compartir sus bienes.

Danos, Jesús tu sensibilidad por las personas:

por encima de doctrinas, estructuras, ritos y tradiciones,

busquemos su desarrollo vital, amoroso, libre...

Preces de los Fieles (D. 31º TO C  30.10.2022)

Jesús responde a la expectativa de Zaqueo: “date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa”. Pidamos incorporarnos nosotros a la pastoral misionera de Jesús, diciendo: "queremos ser levadura de tu evangelio (Lc 13,21).

Por la Iglesia:

- que se haga presente en toda casa, en toda familia, en todo pueblo;

- que dialogue, sugiera, ofrezca el amor de Jesús.

Roguemos al Señor: queremos ser levadura de tu evangelio (Lc 13,21).

Por las intenciones del Papa (octubre2022):

- que “la Iglesia sea abierta a todos, fiel al Evangelio, valiente en su anuncio”;

-que “viva cada vez más la sinodalidad y sea lugar de solidaridad, fraternidad y acogida”.

Roguemos al Señor: queremos ser levadura de tu evangelio (Lc 13,21).

Por quienes presiden nuestras comunidades:

- “que eviten todo lo que pueda alejar de alguna forma a los pobres”;

- “que destierren toda apariencia de vanidad en sus personas y cosas” (PO 17).

Roguemos al Señor: queremos ser levadura de tu evangelio (Lc 13,21).

Por los que cuidan del bien común (políticos, sindicatos, empresarios...):

- que sean generosos, trabajadores, inteligentes...;

- que cuiden de los más desfavorecidos.

Roguemos al Señor: queremos ser levadura de tu evangelio (Lc 13,21). 

Por las víctimas de las guerra, el hambre, la violencia de género...:

- que las respetemos, las acojamos, las cuidemos...;

- que no pierdan su dignidad y conciencia de hijos de Dios.

Roguemos al Señor: queremos ser levadura de tu evangelio (Lc 13,21).

Por esta celebración:

- que sea encuentro con el Amor de Jesús: pobre, humilde, compasivo...;

- que nos haga crecer en confianza y amor a las personas.

Roguemos al Señor: queremos ser levadura de tu evangelio (Lc 13,21).

Corazón de Jesús, danos tu sensibilidad por las personas: que estén por encima de nuestras doctrinas, estructuras, ritos y tradiciones; que busquemos, como tú, su desarrollo vital, amoroso, libre... Tú, que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

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