Tu paz “es presencia y camino, y principio que guía y determina nuestras decisiones”
Tu primer evangelio, Jesús, es tu Madre (Santa María, madre de Dios 1 enero 2026)
Tu esperanza es sentir tus entrañas y tu misión
Gloria a Dios en los cielos...
Oración colecta
Concédenos, Dios todopoderoso, darte gracias con santa alegría,porque en la ascensión de Cristo, tu Hijo, nuestra humanidad es elevada junto a ti, ya que él, como cabeza de la Iglesia, nos ha precedido en la gloria que nosotros, su cuerpo, esperamos alcanzar. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (28, 16-20)
Comentario: “Id y haced discípulos” (Mt 28, 16-20)
Leemos el final del evangelio de Mateo. El texto relata una aparición de Jesús a los Once (ya falta Judas). Está ubicada en un monte de Galilea (Mateo 26,32 dice que Jesús ya les había invitado; invitación renovada en 28,7.10 a través de las mujeres). En Galilea empezó Jesús (Mt 4,12-17), y allí empezarán los discípulos la misma misión. Desde lo alto de una montaña, como las bienaventuranzas, Jesús les otorga a los discípulos su propia capacidad de dar gracia y salvación a quienes él humanamente no pudo llegar: al mundo entero en todos los tiempos.
El encuentro puede articularse en cuatro partes:
Oración: “Id y haced discípulos” (Mt 28, 16-20)
Seguimos, Jesús, celebrando tu resurrección:
tu “paso” de la muerte a la vida;
tan penetrados de espacio y tiempo, tan limitados,
necesitamos contemplar tus misterios, realidades llenas de vida,
por aspectos, puntos de vista, caras...
Hoy celebramos un aspecto entrañable:
tu vuelta al Padre, tu “ascensión” al cielo;
más bien tu ausencia física, material, de entre nosotros;
el salir de nuestros límites, y “ascender”
–necesitamos imaginarlo así- a la “gloria” divina.
Creemos que ya, Jesús nuestro, no subes tú solo:
has asumido nuestra naturaleza,
te has hecho uno de los nuestros.
Tu encuentro definitivo con el Padre es,
de algún modo, nuestro encuentro:
un corazón humano quien “pasa” a estar con el Padre;
uno de nosotros es exaltado como Hijo amado del Padre;
un ajusticiado por la verdad y el bien abraza al Padre;
un defensor del ser humano es glorificado;
un pobre de espíritu, amigo de los débiles, resucita.
Tu “subida junto al Padre” es nuestra esperanza:
antes de marcharte encargas a tus discípulos que
nos entreguen la verdad que nos hará libres;
nos bauticen con el agua viva, Luz y Fuerza creadora,
que nos vincula al Padre, a Ti y al Espíritu Santo.
Sentirnos hijos del Padre y hermanos tuyos:
es tener en nosotros el Espíritu divino;
Él es la garantía, las arras, el aval, de nuestra esperanza:
“Si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos
habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos
dará también la vida a vuestros cuerpos mortales
por su Espíritu que habita en vosotros”.
“...Si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo,
ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados” (1Cor 8,11.17).
Gracias, Señor Jesús:
por la esperanza “a la que nos llamas;
por la riqueza de gloria que das en herencia...;
por la extraordinaria grandeza de tu poder para nosotros” (Ef 1,18-19).
Tu esperanza no es una butaca o una burbuja adormidera:
“el mirar al cielo” es tener tus ojos y tu corazón:
que siguen viendo y sintiendo la aflicción del pueblo;
que siguen bajando para liberarnos de la esclavitud;
que trabajan en la tarea de hacer “una tierra que mane leche y miel”.
Tu esperanza es sentir tus entrañas y tu misión:
“id y haced discípulos de todos los pueblos,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado”.
Ayúdanos, Cristo nuestro, a seguir tu tarea:
querer a todos como Tú los quieres;
vivir con todos como Tú vivías;
estar más cerca de los más débiles como Tú lo estabas;
defender a los marginados como Tú los defendías;
ser libre de los poderes civiles y religiosos como Tú lo eras;
ofrecer a todos tu propuesta de libertad y vida;
vincular a todos al amor del Padre, tuyo, y del Espíritu Santo.
Queremos tener conciencia clara y sentir en nuestro corazón:
que Tú no te has desentendido de este mundo querido;
que el ser hijos de Dios es un don de tu amor activo;
que el sentirnos hermanos de todos es signo de tu presencia real;
que tu inteligencia y sabiduría siguen iluminando nuestra vida;
que tu libertad y alegría siguen dando jugo a nuestra existencia;
que tu compromiso por la justicia y la fraternidad siguen vigentes.
Creo en Dios Padre todopoderoso...
Preces de los Fieles (Ascensión del Señor 24.05.2020)
Celebramos hoy la glorificación plena de Jesús. Su amor, como el del Padre “que hace salir el sol y bajar la lluvia sobre justos e injustos”, alienta nuestra vida “mientras esperamos su gloriosa venida”. Queremos aceptar su misión, diciendo: “id y haced discípulos de todos los pueblos”.
Por la Iglesia:
- que la viva en la humildad y el servicio a los más necesitados;
- que no tenga más poder que el Amor desinteresado.
Roguemos al Señor: “id y haced discípulos de todos los pueblos”.
Por quienes sirven a las comunidades cristianas:
- que inviten a todos a participar en la misión común;
- que se consideren hermanos y hermanas, en igual dignidad.
Roguemos al Señor: “id y haced discípulos de todos los pueblos”.
Por las intenciones del Papa (Mayo 2020):
- que “los diáconos sean fieles al servicio de la Palabra y de los pobres”;
- que “sean un signo vivificante para toda la Iglesia”.
Roguemos al Señor: “id y haced discípulos de todos los pueblos”.
Por los más débiles de nuestra sociedad:
- que sientan el amor de Jesús “que está siempre con nosotros”;
- que se dejen imbuir del Espíritu de fortaleza y buen juicio
Roguemos al Señor: “id y haced discípulos de todos los pueblos”.
Por los jóvenes:
- que la Iglesia les escuche y ayude en su realización;
- que sean responsables del Evangelio de Jesús.
Roguemos al Señor: “id y haced discípulos de todos los pueblos”.
Por los voluntarios sociales:
- que se sientan llamados a estar con los más necesitados;
- que tengamos en gran aprecio su servicio.
Roguemos al Señor: “id y haced discípulos de todos los pueblos”.
Por esta comunidad celebrante:
- que participemos en lo que es de todos;
- que nos respetemos y reconozcamos los diversos servicios.
Roguemos al Señor: “id y haced discípulos de todos los pueblos”.
Una vez más, Señor, escuchamos tu palabra: “id y haced discípulos de todos los pueblos”. Queremos hacerlo, anunciando tu Reino y realizando tus obras. Que tu Espíritu guíe nuestros espíritus para entregar a todos tu Amor, que nos acompaña siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Preparación de las ofrendas (texto en domingo 2º Pascua)
Oración sobre las ofrendas:
Te ofrecemos humildemente este sacrificio, Señor, en la admirable ascensión de tu Hijo; concédenos por este sagrado intercambio elevarnos hacia los bienes celestiales. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Plegaria eucarística (texto en domingo 2º Pascua)
Comunión (texto en domingo 2º Pascua)
Oración después de la comunión:
Dios todopoderoso y eterno, que nos permites participar en la tierra de los divinos misterios, concede que nuestro fervor cristiano nos oriente hacia el cielo, donde ya nuestra naturaleza humana está contigo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros. Amén.
Leganés (Madrid), 24 mayo 2020.
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