“La vida cristiana no es más que un bautismo continuo” Bautismo del Señor (D 1º TO) (12.01.2020): El bautismo es cosa de adultos

¿Bautismo de niños sin conocimiento?

Comentario: “Se abrieron los cielos y... el Espíritu de Dios bajaba...” (Mt 3, 13-17)

Aunque formalmente es tiempo de Navidad, el bautismo de Jesús no pertenece al ciclo histórico del nacimiento e infancia de Jesús. Ocurre unos treinta años después. Inicia la “vida pública” de Jesús. Abre las “33 o 34 semanas en el curso del año, en las cuales no se celebra algún aspecto peculiar del misterio de Cristo, sino más bien se recuerda el mismo misterio de Cristo en su plenitud, principalmente los domingos” (Calendario Litúrgico 2019-2020. Pág. 68. Comisión Episcopal de Liturgia).

El bautismo de Jesús es unaexperiencianarrada con elementos de teofanías del Antiguo Testamento. De aquí que cada expresión está llena de teología bíblica:

- “Apenas se bautizó Jesús, salió del agua”. Recuerda el éxodo de Egipto. Yahvé, “el pastor de su rebaño, los hizo pasar por el mar, infundió en su interior su santo espíritu... El espíritu del Señor los condujo a su reposo...” (Is 63, 11.14).

- “Se abrieron los cielos“. Se reanuda la comunicación divina, tan deseada por los profetas: ¡Ojalá rasgases el cielo y descendieses...!(Is 63,19).

- “Vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él” (Mt 3,16). El descenso cariñoso de la paloma sobre sus pichones, simboliza al Espíritu, que anida en Jesús y activa su conciencia de Hijo. Lucas subraya esta permanencia: “el Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido...” (Lc 4,18).

- “Vino una voz de los cielos que decía: `Este es mi Hijo amado, en quien me complazco´”. Presenta al Mesías con el salmo 2,7: “Tú eres mi hijo: yo te he engendrado hoy”) y con el profeta Isaías: “Mirad a mi siervo, a quien sostengo, mi elegido, en quien me complazco. He puesto mi espíritu sobre él...”(Is 42,1). El mismo Mateo confirmará el cumplimiento de esta profecía en Jesús (Mt 12, 17-21). Ahora, en el inicio de la vida pública, la utiliza como investidura o consagración mesiánica.

No sabemos cómo fue históricamente. Puede enmarcarse en el crecimiento “en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc 2, 52). Textos proféticos, conocidos y orados por Jesús, contacto con el Bautista y su bautismo, la madurez de los treinta años..., despiertan su conciencia a la luz del Espíritu sobre su identidad y misión. “El Espíritu lo empujó al desierto...” (Mc 1,12). Allí ahondaría su relación con Dios Padre, analizaría la situación de su pueblo, el papel de Juan. Marcos subraya: “Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios” (Mc 1,14). La detención de Juan inspira la urgencia de iniciar su movimiento creativo, fruto del Espíritu.

¿Bautismo de niños sin conocimiento? Hoy la Iglesia cree que los niños muertos sin bautizar van al cielo. Lógico sería bautizar tras el anuncio y aceptación de Jesús (He 2, 41; 8,35-39). La versión oficial de la Biblia, de la Conferencia Episcopal Española, sin nota ni explicación, suprime Hechos 8,37. Felipe, tras anunciar a Jesús al eunuco etíope, encuentra agua en el camino. El eunuco pregunta: “¿qué dificultad hay en que me bautice?” (v. 36). “Felipe respondió: Si crees con todo tu corazón, se puede. El respondió: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios” (v. 37). “Mandó parar la carroza, bajaron los dos al agua..., y lo bautizó” (v. 38) . La mayoría de investigadores opina que no es texto griego original. No aparece en los Códices Vaticano, Alejandrino y Sinaítico, del s. IV, ni en la Vulgata Latina y Siríaca. Piensan que sólo atestigua la práctica antigua del bautismo. En la literatura patrística se alude a este texto de forma explícita: Ireneo (s. II), Tertuliano (s. II y III), Cipriano (s. III)... Baste esta muestra: “Jesús es aquel en quien se cumplió esta Escritura, como lo confesó de inmediato el eunuco, en cuyo nombre pidió luego el bautismo: `Creo que Jesús es el Hijo de Dios´. En seguida fue enviado a las regiones de Etiopía para predicar aquella fe en la que había creído: el único Dios a quien los profetas anunciaron, que su Hijo al venir se hizo hombre…” (Ireneo: Contra los Herejes 140-200 L. III). “En los Hechos de los Apóstoles se describe que el eunuco es bautizado por Felipe, porque “creyó con todo su corazón” (Cipriano: La Vida y la Pasión de Cipriano, obispo y mártir 200-258 párrafo 3). Jesús entrega el don del Espíritu a personas conscientes y libres. Cierto que Dios tiene la iniciativa. Su amor previo y gratuito es universal. Pero eso no justifica el bautismo de niños sin conocimiento. “El que crea y sea bautizado se salvará...” (Mc 16,16). ¿La “fe de la Iglesia” suple la fe personal? ¿Basta la pregunta y respuesta: “al pedir el bautismo para vuestro hijo, ¿sabéis que os obligáis a educarlo en la fe?”.

Oración:  “Se abrieron los cielos y... el Espíritu de Dios bajaba...” (Mt 3, 13-17)

Hoy hacemos la oración desde estos testimonios:

-“De mi bautizo sólo sé que mi madre no estuvo, porque estaba enferma. Los padrinos fueron mis tíos, que nunca los vi en la iglesia. Mi padre cuenta que le dijo al cura que no me echara tanta agua fría”.

-“En las charlas sobre el bautismo de mi hijo, el cura nos dijo que sólo los cristianos deberían bautizar a sus pequeños. Y para ser cristianos de verdad había que `conocer el evangelio, orar juntos, celebrar la eucaristía y convivir en amor´ (He 2,42). Todos nos callamos. Nos bautizó a los niños, sin problema”.

-“Mi padre quería que mi padrino fuera su amigo de religión islámica. El cura le dijo que tenía que ser un bautizado, modelo de cristiano, una especie de aval para que cuidara de mi educación cristiana. Terminó siendo mi abuelo, presentando un volante de bautismo”.

-“Me convertí al cristianismo cuando bauticé a mi hijo.Nuestro cura organizó un catecumenado de adultos para preparar a los padres que queríamos bautizar a los hijos. Aceptamos quince matrimonios. Fue como abrirnos los ojos y empezar a creer”.

Jesús hermano: hoy contemplamos el inicio de tu misión:

habías oído la llamada de Juan a la conversión al reino de Dios;

solidario, te pusiste en la fila de los pecadores.

Junto al Jordán, saliendo del agua, tuviste una experiencia singular.

En lo profundo del corazón sentiste la presencia de Dios;

experimentaste que su Espíritu bajaba como una paloma,

que cobija dulcemente con sus alas,

lleva calor, alimento, agua de vida,

incita y fortalece para crecer y volar como ella,

se posa sobre ti y te envuelve con la ternura del Padre, 

oyes su amor: “Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto”.

Como a los niños pequeños en los brazos de sus padres:

te surge la invocación a Dios como “¡Abba”!, “¡papá!”...; 

comenzaste a pedir que nos hiciéramos niños

para entrar en tu modo de vida, el “reino de Dios o de los cielos”;

para convertirnos al amor gratuito de Dios Padre-Madre;

para hacernos hijos suyos, “justicia divina” (2Cor 5,21).

Hoy, Jesús, te pido por la práctica del bautismo en nuestra Iglesia:

que sea libre y motivada por la fe en tu persona y evangelio;

que sea fundamento de una vida nueva, semejante a la tuya;

que, “revestidos de ti, Cristo, seamos uno en ti” (Gál 3,27-28);

que nos lleve a considerarnos hermanos, de igual dignidad,

capaces de ser llamados a toda responsabilidad.

Con el agua del bautismo nos abrazó tu mismo Espíritu:

id y haced discípulos de todos los pueblos,

bautizadlos para consagrarlos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,

y enseñadles a guardar lo que os he mandado”.

Necesitamos revivirlo muchas veces:

en la primera comunión y en la Confirmación;

en el catecumenado de adultos y en la vigilia pascual de cada año,

en muchas eucaristías, y, ahora mismo, en esta oración.

“La vida cristiana no es más que un bautismo continuo”:

en cada momento podemos invocar al Padre-Madre;

al Hijo, a ti, Jesús, hermano nuestro hasta el fin;

al Espíritu, “dulce huésped del alma”.

Preces de los Fieles (Bautismo del Señor  12.01.2014)

El Decreto sobre la Actividad Misionera, del concilio Vaticano II, recuerda esta fiesta cuando dice: “Cristo había sido conducido a la obra de su ministerio, bajando el mismo Espíritu Santo sobre él mientras oraba” (AG 4). El mismo Espíritu actúa ahora sobre nosotros “mientras oramos”. Nos dejamos llevar del Espíritu de Jesús diciendo: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Por todos los bautizados:

- que recuperemos la conciencia del bautismo del Espíritu;

- que nos sintamos hijos amados de Dios, hermanos de Jesús.

Roguemos al Señor:Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Por los padres que piden el bautismo para su hijos:

- que no lo pidan por costumbre, sin saber lo que hacen;

- que se tomen en serio la educación cristiana de sus hijos.

Roguemos al Señor:Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Por las personas que se preparan para recibir el bautismo:

- que respondan a la llamada de Jesús conociendo su Evangelio;

- que aprendan a vivir en Amor, acompañados de nuestro amor.

Roguemos al Señor:Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Por los bautizados que viven como si no bautizados:

- que nuestra vida cristiana les mueva a rehacer su bautismo;

- que abran su corazón al Espíritu y vivan como hermanos de todos.

Roguemos al Señor:Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Por quienes presiden la Iglesia:

- que “no impongan más cargas que las indispensables” sobre los cristianos;

- que respeten la dignidad y libertad cristiana de todos los bautizados.

Roguemos al Señor:Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Por esta celebración:

- que nos demos cuenta, aquí y ahora, que el Espíritu actúa sobre nosotros;

- que la fuerza del Espíritu mueva nuestra existencia en su Amor.

Roguemos al Señor:Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Sí, Padre-Madre, Dios de todos. Aquí estamos para hacer tu voluntad:

escuchando a tu Hijo y recordando su memoria, alimentándonos con su misma vida,

Procurando, como Él, vive del Espíritu, por los siglos de los siglos.

Amén.

Leganés, 12 enero 2020

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