“Ven Espíritu Santo: ¡sé tú el guía de nuestro caminar juntos!” Coraje y fe en la bondad de la naturaleza y de las personas (D. 3º Adv.  11.12.2022)

Valor y fe que Dios hacer renacer constantemente

Comentario: “Tomad como ejemplo de sufrimiento y paciencia a los profetas” (St 5,7-10)

Esta carta se dirige a los cristianos: “las doce tribus de la diáspora” (1,1). Escrita a finales del s. I o inicios del II. Se atribuye a Jacobo o Santiago el Menor), hermano de Jesús, del que se habla en Mc 6,3 (y par.); He 12,17; 15, 13; 21,18; Gál 1,19; 2,9-12; 1Cor 15,7; también F. Josefo (Antigüedades judías XX 197-203). Figura señera de la Iglesia de Jerusalén, exaltado como “el justo”. El texto leído  (5,7-10) está dentro de un conjunto de advertencias y exhortaciones (4,11-5,1-20) ante el juicio inminente.

Esperad con paciencia hasta la venida del Señor” (v. 7a). “Paciencia” no es pasividad, sino resistencia pacífica. Cita como ejemplo de paciencia al “labrador que aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía” (v. 7b). El agricultor espera primero la lluvia. La necesita para trabajar y es condición necesaria para producir fruto. El fruto está sujeto también a más factores: viento, plagas, animales sueltos, robos... Esta paciencia supone valor y fe en la bondad de la naturaleza y de las personas. Valor y fe que Dios hacer renacer constantemente.

Esperad... y fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca” (v. 8). Esta venida se refiere a la aparición “Todas las razas del mundo harán duelo y verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria... En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles de los cielos ni el Hijo, sino solo el Padre” (Mt 24,30.36). Se creía inminente. La realidad se encarga de desmentirlo. La 2ª Carta de Pedro interpreta la promesa desde la experiencia: “El Señor no retrasa su promesa, como piensan algunos, sino que tiene paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie se pierda sino que todos accedan a la conversión” (2Pe 3,9).

Hermanos, no os quejéis los unos de los otros, para que no seáis condenados; mirad: el juez está ya a las puertas” (v. 9). Acorde con otra exhortación anterior: “No habléis mal unos de otros, hermanos... ¿Quién eres tú para juzgar al prójimo?” (St 4,11-12). Buen criterio de conducta eclesial. Mirar a Jesús,el juez ya a las puertas”.Jesús no condena, sino “intercede por nosotros” (Rm 8, 34).

Tomad como modelo de resistencia y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor” (v. 10). Es curioso que no recuerde a Jesús, como hace Pablo: “tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús” (Flp 2,5). Propone a los profetas de Israel como modelos de “sufrimiento (`kakopázeia´: sustantivo del verbo `kakopazéo”: padecer, sufrir, males)  y longanimidad” (`makrozimías´: makrós: largo, alto, profundo, grande; `zimós´: vida, soplo, alma, deseo...). Dos cualidades proféticas: capacidad de sufrir y entereza de ánimo para seguir su proyecto de vida. Proyecto de vida que incluye denunciar la explotación laboral, religiosa, social... Animan a la gente con la esperanza de vida digna en que “cada cual habitará bajo su parra y su higuera, sin ser molestado por nadie” (Miq 4,4). Arremeten contra los acaparadores: “¡Ay de los que añaden casa a casa, y juntan campos con campos hasta no dejar sitio y poder habitar solo ellos el país!” (Is 5, 8). Urgen a los oprimidos a salir de su miseria: “¡Partid, partid, salid de allí!”, canta el Segundo Isaías a los exiliados de Babilonia. La misma carta de Santiago reconoce: “nosotros proclamamos dichosos a los que tuvieron paciencia. Habéis oído hablar de la paciencia de Job y ya sabéis el final que le concedió el Señor, porque el Señor es compasivo y misericordioso” (St 5,11).

Buena recomendación para vivir el Adviento.  Los profetas, como “voceros” de Dios, del Bien, intuyen y proclaman lo que Dios quiere aquí y ahora. Instados por la bondad y honradez, procedentes del Creador, “indulgente con todas las cosas, porque son tuyas, Señor, amigo de la vida” (Sab 11,26). Les duele la injusticia, el culto sin corazón, la poca libertad para la realización personal, la acumulación improductiva de capital, la miseria, la falta de esperanza. Jesús sigue la senda profética: está con empobrecidos y marginados, cura y comparte comida, enseña la oración del amor sin límites y de la libertad, prohíbe el paternalismo y fomenta la fraternidad absoluta... 

Oración: “Tomad como ejemplo de sufrimiento y paciencia a los profetas” (St 5,7-10) 

Jesús, lleno de espíritu profético:

nos disponemos a celebrar tu nacimiento;

tu llegada de Mesías (“ungido”, consagrado) de Dios,

lleno del Espíritu divino,

“buena noticia” para los pobres,

liberador de toda esclavitud...

Celebrar la Navidad es compartir tus sentimientos:

esperando y fortaleciendo nuestros corazones

en “resistencia y paciencia proféticas”;

acogiendo marginados y descartados;

siendo “amigo de pecadores y publicanos”;

compartiendo mesa con quien lo necesita;

denunciando la opresión religiosa y social...

¡Cuánto Espíritu hace falta para vivir como tú!:

la vida necesita profetas que sigan tu camino;

sigue habiendo desigualdad, hambre, enfermedad, injusticias, discordias...,

culto ritual, despotismo clerical, iglesias vacías...;

profetas ninguneados, cuando no perseguidos, expulsados...

Ahora, en la Iglesia, ha surgido nueva esperanza:

el papa Francisco invita a participar en el Sínodo de la Sinodalidad;

“compartir lo que somos, vivimos y deseamos...

caminar juntos, desde abajo, en posición de igualdad

y conciencia libre y sincera,

hacia una renovación eclesial determinante,  

en la que podamos vivir en una fidelidad múltiple

con sensibilidades diferentes, pero convergentes.

La sinodalidad, apoyada y ratificada por todo el pueblo de Dios,

puede abrir caminos nuevos, nuevos sueños y nuevas opciones,

rompiendo la trayectoria jerárquica eclesial de desconfianza

hacia el pueblo cristiano de a pie” (Moceop al Sínodo).

Señor, has reunido a todo tu Pueblo en Sínodo:

Te damos gracias por la alegría experimentada

en quienes han decidido ponerse en camino,

a la escucha de Dios y de sus hermanos y hermanas durante este año, 

con una actitud de acogida, humildad, hospitalidad y fraternidad.

Ayúdanos a entrar en nuestros días como en `tierra sagrada´.

Ven Espíritu Santo: ¡sé tú el guía de nuestro caminar juntos!” (DEC).

Preces de los Fieles (D. 3º Adviento  11.12.2022)

Las comunidades cristianas necesitamos “entrañas de misericordia ante toda miseria humana, gestos y palabras ante el hermano solo y desamparado, disponibilidad para el explotado y deprimido”. Nuestras iglesias están llamadas a ser “recintos de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz”. Pidamos la renovación de la Iglesia, diciendo: “Danos, Señor, una Iglesia solidaria”.

Por la Iglesia:

- que escuche a los profetas de hoy, a las personas buenas y honradas;

- que el centro de su vida sea la comunidad fraterna.

Roguemos al Señor: “Danos, Señor, una Iglesia solidaria”.

Por las intenciones del Papa (diciembre 2022):

- que las organizaciones de voluntariado y de promoción humana

encuentren personas deseosas de comprometerse con el bien común

y buscar nuevas vías de colaboración a nivel internacional”.

Roguemos al Señor: “Danos, Señor, una Iglesia solidaria”.

Por los jóvenes:

- que sean escuchadas sus demandas de verdad y vida;

- que miren al Jesús de la Navidad que viene a hermanarnos.

Roguemos al Señor: “Danos, Señor, una Iglesia solidaria”.

Por la paz en nuestro mundo:

- que el Espíritu de Jesús llegue a toda la sociedad;

- que los países en guerra sean compadecidos y ayudados a salir de su situación.

Roguemos al Señor: “Danos, Señor, una Iglesia solidaria”.

Por quienes presiden las comunidades cristianas:

- que se dejen llevar del Espíritu comunitario que quiere vida para todos;

- que escuchen, compartan, decidan... con todos desde el Evangelio.

Roguemos al Señor: “Danos, Señor, una Iglesia solidaria”.

Por esta celebración:

- que nos ayude a pensar, a descubrir, a vivir la Navidad;

- que nos haga crecer en bondad y honradez.

Roguemos al Señor: “Danos, Señor, una Iglesia solidaria”.

Queremos, Señor, reunirnos y dialogar. Ayúdanos a aceptar a todos, a colaborar con tu acción y tu espíritu en la vida de cada día, a trabajar por la dignidad y cuidado de las personas, sobre todo de las más débiles. Te lo pedimos a ti, Jesús resucitado, que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

Volver arriba