“La prórroga de la longevidad, que hoy proporciona la biología, no puede satisfacer ese deseo del más allá que surge ineluctablemente del corazón humano” “Dios llevará con él, por medio de Jesús, a los que han muerto” (D. 32º TOA 2ª Lect. (12.11.2023)

¡Sí vendrá otra mañana!

Comentario: “estaremos siempre con el Señor” (1Tes 4,13-18)

1Tes 4-5 exhorta a crecer enla fe, a abandonar actitudes inhumanas, a vivir en amor, a esperar la vuelta del Señor, a valorar a los responsables comunitarios, a la oración, al discernimiento... Hoy y el domingo próximo leemos final y principio de ambos capítulos.

Mucha gente vivela fedeBertoltBrecht (1898-1956; dramaturgo y poeta alemán):

“No os dejéis seducir: no hay retorno alguno..., no vendrá otra mañana.

No os dejéis engañar con que la vida es poco.

Bebedla a grandes tragos porque no os bastará cuando hayáis de perderla.

No os dejéis consolar. El tiempo no os va a sobrar.

Vuestro tiempo no es mucho.

¡Qué se pudran los redimidos! Morirán como las bestias. 

¡Y después no hay nada más”

(Contra la seducción. Poemas y canciones. Alianza Editorial, SA Madrid 1999).

Los cristianos nos “hemos dejado seducir: “Hermanos, no queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los que no tienen esperanza” (v. 13).

Creemos que “vendrá otra mañana: “pues si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual modo Dios llevará con él, por medio de Jesús, a los que han muerto” (v.14). 

Con aparato literario apocalíptico, Pablo imagina el encuentro de muertos y vivos con el Resucitado: “esto es lo que os decimos apoyados en la palabra del Señor: nosotros, los que quedemos hasta la venida del Señor, no precederemos a los que hayan muerto; pues el mismo Señor, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar; después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos llevados con ellos entre nubes al encuentro del Señor, por los aires. Y así estaremos siempre con el Señor” (vv.15-17).

Coincidimos con B. Brecht en que: “no os bastará cuando hayáis de perderla”. El Vaticano II reconoce que: “ante la muerte surge el máximo enigma de la vida humana. La persona no sólo sufre con el dolor y la disolución progresiva del cuerpo, sino también, incluso más, con el temor de extinción perpetua. Juzga rectamente con el instinto de su corazón, cuando aborrece y rechaza la ruina total y el final definitivo de su persona. La semilla de eternidad, que en sí lleva, al ser irreductible a la sola materia, se levanta contra la muerte. Todos los esfuerzos de la técnica moderna, aunque muy útiles, no pueden calmar la ansiedad humana: pues la longevidad biológica prorrogada no puede satisfacer el deseo de vida ulterior, que está ineluctablemente en su corazón” (GS 18)..

Nosotros sí “nos dejamos consolar”: “consolaos, pues, mutuamente con estas palabras” (v.18). El Espíritu impulsa a compartir el sentido de las tareas diarias (“pequeño sentido”) y de toda la vida (“gran sentido”). Estamos llamados a ser “fieles a la tierra” y al “anhelo -imposible de sofocar- de justicia definitiva, paz eterna y perdurable felicidad” (H. Küng: “Lo que yo creo”. Ed. Trotta. Madrid 2011, p. 96-97).

El Vaticano II abre a todos la esperanza: “Esto vale no solamente para los cristianos, sino también para toda persona de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien al misterio pascual” (GS 22).

Oración: “estaremos siempre con el Señor” (1Tes 4,13-17)

Jesús, esperanza nuestra:

tu vida ilumina nuestra vida:

tu vida, confiada al Amor, abre horizontes para siempre;

quien ama al prójimo “entra en tu vida eterna” (Mt 19,16-19; 25, 34-36);

así lo vivía la comunidad del discípulo amado:

sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida

porque amamos a los hermanos” (1Jn 3,14).

Tú, Cristo de Dios, nos dices:

el Espíritu es quien da vida” (Jn 6,63);

el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed:

el agua que yo le daré se convertirá dentro de él

en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna” (Jn 4,14);

“la persona cristiana, conformada con tu imagen de Hijo,

que es el Primogénito entre muchos hermanos,

recibe las primicias del Espíritu (Rm 8,23),

las cuales la capacitan para cumplir la ley nueva del amor.

Por medio de tu Espíritu, que es prenda de la herencia (Ef 1,14),

se restaura internamente toda la persona 

hasta que llegue la redención del cuerpo (Rm 8,23).

Si el Espíritu de Aquel, que te resucitó de entre los muertos,  

habita en nosotros,

el que te resucitó a ti, Cristo Jesús, 

dará también vida a nuestros cuerpos mortales

por virtud de su Espíritu que nos habita (Rm 8,11)...

Este es el gran misterio del ser humano que

la Revelación cristiana esclarece a los fieles.

Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte,

que fuera del Evangelio nos envuelve en absoluta obscuridad.

Cristo resucitó; con su muerte destruyó la muerte y nos dio la vida,

para que, hijos en el Hijo, clamemos en el Espíritu: Abba!,¡Padre!” (GS 22).

Sentirnos amados por el Amor es la base de nuestra vida:

el Amor crea confianza y alegría de vivir;

el Amor construye humanidad;

el Amor respira fortaleza y esperanza ante la muerte.

Nosotros, Jesús de la vida, hemos creído en tu Amor:

nos sentimos amados por el Padre Dios;

creemos al Espíritu tuyo que nos habita por dentro;

oímos tu aliento de vida: “no tengáis miedo” (Lc 12, 4);

estamos convencidos de que ni muerte, ni vida,

ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro,

ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura

podrá separarnos del amor de Dios,

manifestado en ti, Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rm 8, 38-39).

Sí, Jesús de Nazaret, esperamos el paraíso:

paraíso que ya disfrutamos en parte al amar;

paraíso pleno que nos hará “semejantes al Amor,

porque lo veremos tal cual es” (1Jn 3,3c).

Preces de los Fieles (Domingo 32º TO A 2ª Lect. 12.11.2023)

El Amor es el Señor de nuestra vida: “si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; así que, ya vivamos ya muramos, somos del Señor” (Rm 14,8). Pidamos la esperanza de Jesús, diciendo: queremos vivirsiempre en Amor”.

Por la Iglesia:

- que esté siempre atenta a los más débiles, como hizo Jesús;

- que ponga su fuerza y su gloria en el Amor.

Roguemos al Señor: queremos vivirsiempre en Amor”.

Por las intenciones del Papa (noviembre 2023):

- que “el Papa siga ejerciendo su misión de acompañamiento en la fe;

- que sienta y acoja “la ayuda del Espíritu Santo”.

Roguemos al Señor: queremos vivirsiempre en Amor”.

Por la paz en el mundo:

- que se conviertan mentes y corazones al Amor sin medida;

- que vivamos derechos y deberes humanos, dados por el Amor.

Roguemos al Señor: queremos vivirsiempre en Amor”.

Por el cuidado de la naturaleza:

- que cuidemos calles, parques, ríos, mar, montes...;

- que seamos cómplices de la vida en el Amor.

Roguemos al Señor: queremos vivirsiempre en Amor”.

Por los más desprotegidos:

- que les acompañemos, les ayudemos a superarse...;

- que les contagiemos nuestra esperanza, fruto del Amor.

Roguemos al Señor: queremos vivirsiempre en Amor”.

Por esta celebración:

- que nos dé a sentir el Amor del Resucitado, “el pan vivo”;

- que fortalezca nuestro corazón para amar como somos amados por el Amor.

Roguemos al Señor: queremos vivirsiempre en Amor”.

Estar siempre con el Señor es nuestra base de vida. Esperamos continuar más allá de la muerte, porque “veremos tal cual es el Amor”. Que vivamos siempre en tu Amor de modo consciente y libre, Señor resucitado, que nos compañas ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Amén.

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