Sumisión y obediencia a los poderes sociales y religiosos no fue la “gloria” de Jesús Domingo 5º Cuaresma B (21.03.2021): Superando el mal con la fuerza del Espíritu

Admítenos, Señor, en tu seguimiento: queremos “estar donde estás tú” (v. 26)

Comentario: “El que quiera servirme, que me siga” (Jn 12, 20-33)

Leemos un hecho y unas reflexionesde Jesús. El hecho es la petición a Felipe de unos griegos que quieren ver a Jesús. “Habían venido a celebrar la fiesta” (v. 20). Se trata de no judíos, gentiles “temerosos de Dios”. Tras inicio en las Escrituras, solían convertirse al judaísmo; los llaman prosélitos (“los que se acercan”). Algunos pasaron a las comunidades cristianas (He 2, 5.10; 10,2; 13,43). “Acercándose a Felipe, le rogaban: `Señor, queremos ver a Jesús´”. Como Zaqueo (Lc 19,3) o Herodes (Lc 23, 8). Nada se dice del encuentro Jesús con ellos. El evangelista introduce unos breves discursos de Jesús ante este hecho.

Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre”. “La hora” es la más fuerte actuación de Dios en la historia de Jesús (2,4; 7,30; 8,20). Se concentra en la pasión, muerte y resurrección (12,23; 13,1). La “glorificación” sobresale en la pasión: donde el amor de Dios brilla de modo singular. Fruto de vivir en verdad y justicia, en amor a los más débiles, en libertad, en vida para todos... Esa es la voluntad de Dios.

Cuanto más duroesel egoísmo, más reluce el amor de Dios. La cruz corona el amor fiel hasta la muerte. Lo explica la parábola del grano de trigo. El mesianismo de Jesús no usa dinero, poder ni honra mundana, sino que ama hasta “caer en la tierra y morir”. Es el camino cristiano, el más humano, el más fecundo. Poner nuestra vida en tener, poder y brillar, es aliarse con un sistema inhumano, y hacerse infecundos para la fraternidad. Luchar contra la injusticia y crear mesa compartida, fraternidad, libertad e igualdad..., “nos guarda para la vida eterna”.

Jesús comunica su experiencia de debilidad (vv. 27-33): “¡Ahora mi alma está agitada!... Padre, glorifica tu nombre”. Son expresiones equivalentes a “mi alma está triste hasta la muerte...No se haga como yo quiero, sino como quieres tú” (Mt 26, 38ss; Mc 14, 34ss; Lc 22, 41ss). El cielo, Dios, aprueba la vida entregada de Jesús. Vivir en amor gratuito es glorificar a Dios, que es Amor (1Jn 4,8).

Agitación”, turbación, angustia... sienten los que se enfrentan a situaciones injustas en la sociedad y en la Iglesia. Necesitan apoyarse en el Espíritu de Jesús para ser y actuar en conciencia, para “tomar la decisión de ir a Jerusalén” (Lc 9,51), para vivir en libertad y creatividad. Con frecuencia, en la sociedad y en la Iglesia, se prefiere la sumisión u obediencia cobarde. “Esperamos que todo nos lo entreguen hecho”. Así lo denuncia Gregorio Delgado en Religión Digital: “Como dijera Karl Jaspers, `uno arroja la libertad en la embriaguez de la obediencia. Se produce luego la terrible desilusión, todo es mucho peor que antes, pero ya es demasiado tarde. Las puertas de la prisión se han cerrado´. Todavía no nos hemos sacudido las atávicas concepciones religiosas de sumisión y obediencia, propias de la cultura católica, que nada tienen que ver con la cultura propia de una sociedad democrática. Pero, aunque no queramos admitirlo, nos comportamos de ese modo. ¡Así nos luce el pelo! Claro está que se puede, en uso de la libertad, persistir en el error, dar por buena la nefasta embriaguez de la sumisión y esperar que todo nos lo entreguen hecho. ¡Vaya irresponsabilidad! Luego, será demasiado tarde. Llegará, no vamos a ser la excepción, el momento en que nos sentiremos víctimas de nuestra propia culpa moral y política” (“Libertad en todo”, RD 05.03.2021). Sumisión y obediencia a los poderes sociales y religiosos no fue la “gloria” de Jesús. Él obedecía al Espíritu del amor que le iluminaba en toda situación (Lc 12,12). Jamás admitiría la vulneración de los Derechos humanos.

Oración: “El que quiera servirme, que me siga” (Jn 12,20-33)

Jesús del amor gratuito:

nos acercamos a la Pascua, al “Paso” de muerte a resurrección,

de sumisión a libertad,

de egoísmo a amor desinteresado,

de pasividad a creatividad,

de indiferencia al cuidado de la vida...;

entramos en lo profundo de tu corazón, que vive la Pascua;

ha llegado la hora” de la glorificación del amor;

como a los novios en su boda, te llega tu día de esplendor amoroso.

En tu vida, los discípulos “contemplaron tu gloria:

gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Jn 1,14);

ahora, ante la pasión, muerte y resurrección, dices que:

ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre”;

“hora” concentrada en la pasión, muerte y resurrección;

ahí va a brillar singularmente la intervención divina;

ahí nos deslumbra la fuerza del Amor, el Espíritu que nos das.

Tu modo de vida es amor, verdad, justicia, libertad:

cuanto más dura sea la oposición a tu vida más reluce tu amor; 

en la cruz Tú eres glorificado por tu amor fiel hasta la muerte;

lo explicas con la parábola del grano de trigo:

ser Mesías de Dios no es tener dinero, poder, honra mundana; 

es amar hasta “caer en la tierra y morir” por los hermanos.

Si ponemos nuestra vida en tener dinero, poder y distinción:

construimos sistemas sociales inhumanos, opresores, “mundanos”;

“nos curvamos hacia nosotros”, pretendiendo “salvar la propia vida”,

atendiendo sólo a nuestro “deseo” y de “los nuestros”;

es “el corazón curvado hacia sí” (Lutero: “cor curvum in se”);

es el “querer salvar la propia vida” que denunciabas tú, Jesús;

es “el deseo, causa de sufrimiento”, que intenta superar el budismo.

Si empleamos nuestra vida en hacer justicia y realización:

creamos “mesa compartida”, donde hay pan para todos;

acrecemos nuestros talentos solidaria y fraternalmente; 

vivimos en el amor del Padre,

guardándonos para la vida eterna”.

Jesús del amor hasta la muerte:

queremos empaparnos de tu Espíritu:

contemplando “tu hora”, “tu alma agitada”;

viéndote entregar la vida por la bondad; 

descubriendo cómo aprendiste a obedecer al Amor.

Admítenos, Señor, en tu seguimiento:

queremos “estar donde estás tú” (v. 26);

ser grano de trigo, dedicados a germinar vida;

descentrarnos del egoísmo que sólo piensa en “lo nuestro”;

trabajar tu Reino de vida para todos.

Preces de los Fieles (D. 5º Cuaresma B 21.03.2021)

La eucaristía celebra “la hora” de que nos habla hoy el evangelio. Cada misa acerca, presenta de nuevo, la Pascua o Paso del Señor. Como el grano de trigo que, enterrado, despliega su potencial de vida, así Jesús nos comunica su vida de amor por los hermanos. Pidamos unirnos a él diciendo: “queremos ver a Jesús”.

Por la Iglesia:

- que no tengamos miedo a la fraternidad, a la mesa compartida...;

- que busquemos dar vida, sobre todo a los que menos vida tienen.

Roguemos al Señor: “queremos ver a Jesús”.  

Por las intenciones del Papa (marzo 2021):

- que “vivamos el sacramento de la reconciliación con renovada profundidad”;

- que “saboreemos la infinita misericordia de Dios”.

Roguemos al Señor: “queremos ver a Jesús”.  

Por los voluntarios sociales y religiosos:

- que tenga el mismo Espíritu de Jesús, buscador de todo bien;

- que sientan nuestro apoyo y ayuda.

Roguemos al Señor: “queremos ver a Jesús”.

Por los enfermos, marginados, perseguidos injustamente...:

- que se sientan amados por Jesús y vivan su mismo amor;

- que nuestro amor solidario les acompañe siempre.

Roguemos al Señor: “queremos ver a Jesús”.

Por nuestra comunidad:

- que no “esperemos que todo nos lo entreguen hecho”;

- que seamos activos, desarrollemos nuestras capacidades.

Roguemos al Señor: “queremos ver a Jesús”

Por esta celebración:

- que sintamos el amor de Jesús que busca vida para todos;

- que nos active y comprometa con la sociedad y la Iglesia.

Roguemos al Señor: “queremos ver a Jesús”.

Aumenta, Padre-Madre de todos, nuestra fe en tu Amor. Haznos capaces de vivir como tu Hijo Jesús. Que nuestras personas sean grano de trigo que, en medio de la vida, entrega la energía de tu Amor, que está activo por los siglos de los siglos.

Amén.

Leganés (Madrid), 21 marzo 2021

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