Su libertad, como la nuestra, se enfrenta a todas las fuerzas del mal que hacen peligrar la propia realización personal Domingo 1º Cuaresma (01.03.2020): en el desierto de la vida habita el Espíritu

La tentaciones de Jesús orientan su vida en el amor gratuito del Padre

Comentario: Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu” (Mt 4,1-11)

Mateo construye un relato teológico muy vigoroso. Subraya la intervención del Espíritu que guía a Jesús, llevándole al desierto. Lugar de prueba y de verdad, de encuentro con el Misterio de la vida, evocador de diversos hechos salvadores del Antiguo Testamento: Moisés en el Sinaí, cuarenta años del pueblo en el desierto, camino de Elías hasta el Horeb... El evangelista condensa en el desierto toda la vida de Jesús, “probado en todo como nosotros, menos en el pecado... a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial...” (Hebr 4, 15; 5, 7-8). Las tentaciones de Jesús revelan su verdadero mesianismo. Su libertad, como la nuestra, se enfrenta a todas las fuerzas del mal que hacen peligrar la propia realización personal

La primera tentación: convertir las piedras en pan. Jesús está hambriento, necesita pan. Es tentado a usar su poder divino para conseguir lo que debe lograr con trabajo propio humano. La tentación es coger el camino fácil: “di que estas piedras se conviertan en panes”. Le propone no respetar las leyes naturales, no sujetarse a las limitaciones humanas, no aceptar ganarse el pan “con el sudor de su frente” (Gn 3, 19). Jesús abre perspectivas: “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Es una cita del Deuteronomio (8,3), que alude al maná del Éxodo (16, 1ss). El ser humano necesita abrirse a toda realidad creada, a los demás, al Misterio de Dios que respeta “la consistencia, la verdad y bondad” de la naturaleza (GS 36). El ser humano por naturaleza es libre, creador, animado por el espíritu de trabajo y amor. Así alentará proyectos de vida verdaderamente humana.

La segunda tentación propone a Jesús tirarse del alero del templo. Así demostrará ser el Hijo de Dios. Es la duda constante del creyente, expresada en Éxodo: “¿Está el Señor entre nosotros o no?” (Ex 17,7). La respuesta es una cita del Deuteronomio: “no tentarás al Señor tu Dios” (Dt 6,16, alusiva a Ex 17,1-7: las aguas de Massá). A Dios no se le pone a prueba, instrumentalizándole y desafiándole como hacemos al ser humano. Jesús lee la Escritura con el criterio de fidelidad a la vida, con sus ventajas y limitaciones. En esta vida, cercada por condicionantes tan variados, el Espíritu divino nos acompaña instándonos a la verdad, a la justicia, a la libertad, a la paz, al amor... 

Tercera tentación: tener dinero, poder, honor...aunque haya que adular, arrastrarse y perder la dignidad ante el rico, el poderoso, el famoso... Cita al Deuteronomio (6,13). Puede aludir al becerro de oro (Ex 32) o a no adorar divinidades cananeas (Ex 23,24; 34,13-17). El poder, la riqueza la gloria... son tentación constante: los buscamos con pasión. Por ellos perdemos la dignidad y, a veces, hasta la vida. Jesús sólo adora al Misterio, que llama Padre-Madre, “que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos” (Mt 5,45). El ideal por el que dará la vida es el reinado del Amor, de la Vida para todos, de la Fraternidad, de la Paz, de la Verdad... Las opciones de Jesús son el camino del nuevo Pueblo.

Oración: “Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu” (Mt 4,1-11)

Tu Espíritu, Jesús, nos ha atraído a la oración:

en ella nos sugiere que “el Señor es Dios,

que él nos hizo y somos suyos,

su pueblo y ovejas de su rebaño” (Sal 100,3);

más aún, tras el bautismo, “tu Espíritu da testimonio

a nuestros espíritu de que somos hijos de Dios” (Rm 8,16).

Tú, Jesús de todos, nos has revelado “la justicia de Dios”:

es decir, su bondad gratuita, su misericordia, su fidelidad,

su “trabajo” por el bien de los seres humanos (Jn 5, 17).

Esta buena nueva “es fuerza de Dios para la salvaciónde todo el que cree...

en ti se revela la justicia de Dios de fe en fe...”. (Rm 1,16-17).

La comunidad cristiana invita a ver el amor del Padre:

mirad qué amor nos ha tenido el Padre

para llamamos hijos de Dios, pues¡lo somos!”...;

en esto hemos conocido el amor: en que tú, Jesús,distetu vida por nosotros;

también nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos” (1Jn 3,1.16).

Como Tú, Jesús tentado, sentimos la atracción del egoísmo:

di que estas piedras se conviertan en panes”; 

rehuimos ganarnos el pan “con el sudor de nuestra frente”;

buscamos ser ricos, aunque empobrezcamos a muchos;

o, peor, nos aprovechamos hábilmente del sudor ajeno; 

algunos viven desordenadamente, sin trabajar” (2Tes 3,11);

otros, obsesionados por “atesorar para sí, no ante Dios” (Lc 12,21).

¡Ábrenos, Señor Jesús, atu mente y a tu corazón:

no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra

que sale de la boca de Dios”;

palabra que incita a crear comunidades en tu amor:

orantes, trabajadoras, esforzadas por la verdad, la justicia, la paz...

También nosotrostropezamos con las piedras”:

la diversidad de caracteres y el egoísmo generalizado;

la climatología caprichosa y la envidia triste;

la enfermedad incurable y la pereza endémica;

las múltiples limitaciones físicas y mentales...

Aún seguimos preguntándonos:

¿Para qué nos sirve creer en Dios si no nos libra de tantos males?

¿Por qué no se deja seducir con nuestras promesas, ritos, ofrendas...?

¿Dónde está Dios en el cruel accidente, en la violencia criminal...?

Ayúdanos, Cristo tentado, a “no tentar a Dios”:

a creer, como Tú, en su amor incondicional;

a poner nuestra vida en sus manos, a pesar de no verlas;

a ser fieles a la realidad de la vida;

a trabajar por el reinado de la verdad, la justicia, la libertad, la paz, el amor...

Líbranos de adorar el poder, la riqueza y la gloria:

en manos del egoísmo redomado, astuto jefe de este mundo;

contigo, Jesús nuestro, sólo adoramos a Dios Padre-Madre; 

contigo, queremos los bienes de la vida para todos;

contigo, damos la vida por el reinado de la verdad de las cosas, 

por la salud y el alimento para todos,

por la fraternidad universal en paz...

Preces de los Fieles (Domingo 1º Cuaresma 01-03-2020)

En la vida siempre estamos eligiendo. La libertad es derecho y deber. En la libertad construimos nuestra persona, y en ella nos visita necesariamente la tentación. Como a Jesús, nos tienta el vivir sólo de pan, el utilizar a Dios en nuestro favor, el poder, el dinero, la gloria. Pidamos dejarnos llevar del Espíritu y así superar toda tentación diciendo: “No nos dejes, Padre, caer en la tentación.

Por nuestra sociedad:

- que busque y ame la verdad, el bien, la sabiduría que hace vivir felices;

- que cuide el interior de la personas, donde habita la alegría y el dolor.

Roguemos al Señor: “No nos dejes, Padre, caer en la tentación.

Por la Iglesia:

- que enseñe a escuchar la voz del Amor sin medida;

- que no sustituya a Dios, sino que esté a su servicio.

Roguemos al Señor: “No nos dejes, Padre, caer en la tentación.

Por los cristianos (católicos, ortodoxos, evangélicos, anglicanos...):

- que valoremos el Evangelio más que la teología de cada grupo;

- que nos unamos en el seguimiento de Jesús y su reino.

Roguemos al Señor: “No nos dejes, Padre, caer en la tentación.

Por las intenciones del Papa (Marzo 2020):

- que “los católicos en China perseveren en la fidelidad al Evangelio

y crezca en unidad.

Roguemos al Señor: “No nos dejes, Padre, caer en la tentación.

Por los enfermos, refugiados, emigrantes...:

- que veamos en ellos a Jesús que pide salud, acogida...;

- que descubran en su corazón el amor sin límites del Creador.

Roguemos al Señor: “No nos dejes, Padre, caer en la tentación.

Por nuestra comunidad celebrante:

- que nuestra libertad esté guiada siempre por el Amor;

- que en la tentación elijamos el camino de la verdad y el bien.

Roguemos al Señor: “No nos dejes, Padre, caer en la tentación.

Padre creador que has querido “dejar al hombre en poder de su propia libertad” (Eclo 15,14). Libertad que es nuestra grandeza y nuestro riesgo. Que nuestra conciencia, empapada de tu Amor, nos lleve por tu camino, el camino de tu Hijo Jesús, hermano nuestro, que vive por los siglos de los siglos.

Amén.

Leganés, 1 marzo 2020

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