La Iglesia no quiere entregar a la mujer “el don de Dios” en su vertiente ministerial Domingo 3º Cuaresma (15.03.2020): Jesús revela “su don” a una mujer

“Anoche... soñé... que era Dios lo que tenía dentro de mi corazón” (A. Machado)

Comentario: “Si conocieras el don de Dios...” (Jn 4, 5-42)

Jesús no discrimina a la mujer. A través del diálogo con una mujer de Samaría, da a conocer “el don de Dios”. Escandaliza el que Jesús hable con una mujer, samaritana, y poco ejemplar. “Mejor es entregar la Ley a las llamas que entregársela a una mujer”, decía un rabino de la época. Jesús no discrimina. Toda persona es digna del “don de Dios”. Pablo lo tiene claro: “cuantos habéis sido bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo... sois uno en Cristo Jesús” (Gál 3, 27-28). Un sector de la Iglesia aún duda si a la mujer se le debe entregar “el don de Dios” en su vertiente ministerial.

El don de Dios” es el Espíritu Santo. Es “agua viva” que “se convertirá en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna”. Le asegura que “el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed”. Es el Espíritu “que restaura internamente todo el ser humano hasta que llegue `la redención de nuestro cuerpo´ -Rm 8,23-” (GS 22). El Espíritu salva del sin sentido, de la violencia, del desamor, de la soledad, de la mentira... Da amor, paz, verdad, alegría, bondad, lealtad, sencillez, domino de sí...

Antonio Machado intuye “el don de Dios” en este poema:

“Anoche cuando dormía / soñé, ¡bendita ilusión!, / que una fontana fluía / dentro de mi corazón.  

Di, ¿porqué acequia escondida, /agua, vienes hasta mí, manantial de nuestra vida / de donde nunca bebí?”.

El evangelio responde: la acequia es la conciencia. La fe hace surgir una “fontana”, el Espíritu, que hace hijos de Dios y hermanos de todos.

“Anoche cuando dormía / soñé, ¡bendita ilusión!, /que una colmena tenía / dentro de mi corazón;

y las doradas abejas / iban fabricando en él, / con las amarguras viejas, / blanca cera y dulce miel”.

La colmena son los dones del Espíritu. Cual “abejas doradas”, fabrican, con “las amarguras viejas” de nuestras limitaciones, la “blanca cera y la dulce miel”:

- la sabiduría nos hace gustar el bien y nos enseña a vivir humanamente;

- el entendimiento escudriña la verdad, manifestada en toda realidad;

- el consejo amoroso invita a la sensatez, a la racionalidad, a la gratuidad;

- la fortaleza “de lo alto (Lc 24, 49), nos hace dueños de nosotros mismos...; 

- la ciencia es claridad razonadora, lucidez entre el bien y el mal...; 

- la piedad filial hacia el Padre se hace fraterna hacia toda persona; 

- el temor bueno procura no apartarnos del Amor sin límite (1Cor 13,4-7)...

“Anoche cuando dormía / soñé, ¡bendita ilusión!, /que un ardiente sol lucía / dentro de mi corazón. / 

Era ardiente porque daba /calores de rojo hogar, / y era sol porque alumbraba / y porque hacía llorar”.

El “ardiente sol” simboliza el Amor: da calor de hogar fraterno, “alumbra” la oscuridad de vivir, y “hace llorar” con los que lloran.

“Anoche cuando dormía / soñé, ¡bendita ilusión!, /que era Dios lo que tenía / dentro de mi corazón”.

Conclusión intuitiva e inspirada del poeta. Es lo que dice Jesús: “los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad”. Sobran templos y lugares. El templo verdadero es el corazón humano. En él habita la bondad, la honradez, el amor a todos..., lo más sagrado de todo, lo más divino, Dios.  

Oración: “Si conocieras el don de Dios...” (Jn 4, 5-42)

Hoy, Jesús, te contemplamos hablando con una mujer de Samaría:

fatigado, tienes sed y no tienes con qué sacar el agua;

-“dame de beber”, le dices humildemente.

Ella, cargada de prejuicios, te recrimina:

- “¿cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?”.

Tu respuesta va a lo que une a todos: el don de Dios:

- “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice `dame de beber´,

le pedirías tú, y él te daría agua viva”.

Ella, atrapada por la diferencias, subraya tu necesidad:

-“no tienes cubo, el pozo es hondo...

Empiezas así a abrir la mente y el corazón de aquella mujer; 

ante la duda y la sorpresa de la mujer, la invitas a mirar su vida:

-“anda, llama a tu marido y vuelve”.

-“no tengo marido”, dice sin más.

La ayudas a encontrarse con la verdad:

-“has tenido ya cinco y el de ahora no es tu marido”.

¿Es una mujer fracasada matrimonialmente?

O más bien ¿es símbolo de la historia religiosa de su pueblo?

Samaría había tenido cinco santuarios con cinco dioses,

y ahora adoran a un dios extranjero.

Una y otra versión expresan una historia desgraciada:

seis amores desfilando por cualquier corazón,

seis cambios de rumbo religioso... son experiencia dolorosa.

Tan dolorosa como la historia de las religiones:

que separan, dividen, enfrentan, llevan incluso a la violencia;

centradas en lo sagrado (espacio, tiempo, ritos, normas...),

realidad separada, distinta, contrapuesta a lo profano...

Lo sagrado para ti está en la persona humana:

-“créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte

ni en Jerusalén adoraréis al Padre...;

los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad...

Dios es espíritu y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y verdad”.

Ante la insinuación de la mujer: “sé que va a venir el Mesías, el Cristo...”,

le dices claramente: - “soy yo: el que habla contigo”.

Los seres humanos somos imagen del Creador:

habitados y animados por su presencia amorosa y salvadora...

A Dios nadie la ha visto jamás;

Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo da a conocer” (Jn 1,18).

No es que alguien haya visto al Padre,

a no ser el que está junto a Dios: ése ha visto al Padre” (Jn 6,46).

En ti, Jesús, hijo de José y María, vemos:

la imagen del Dios invisible” (Col 1,15);

el reflejo de su gloria, impronta de su ser” (Hebr 1,3);

el Verbo junto a Dios y que era Dios” (Jn 1,1-18);

el Verbohecho carne..., lleno de gracia y de verdad” (Jn 1,14);

fuerza y sabiduría de Dios” (1Cor 1,25);

quien se despojó de su rango” (Flp 2,6-7);

a quienhacemos lo hacemos a los hambrientos, sedientos...” (Mt 25,31-46).

Tu identificación humana inaugura una actitud nueva:

para ti, Jesús de Nazaret, ser religioso es amar sin límite;

venerar en todos “el don de Dios” que nos habita;

cuidar que todos tengan vida: alimento, salud, amor, esperanza...

Danos, Señor, el don de Dios, el Espíritu:

el don que une en la común humanidad; 

el espíritu de dialogo, respeto, tolerancia, comprensión...;

el espíritu compatible con toda tradición verdaderamente humana:

religiosa, cultural, artística...

Leganés 15 marzo 2020

Preces Fieles (D. 3º Cuaresma 15-03-2020): Jesús revela “su don” a una mujer

Hoy vemos a Jesúsanunciando “su don” a una mujer, que además es hereje respecto de su religión judía. Jesús no excluye a nadie de su diálogo, de su amistad, de su convivencia. Para Jesús todos somos hijos de Dios y hermanos suyos. Pidamos esta actitud de Jesús diciendo: “que toda persona sea hermana nuestra.

Por las religiones:

- que valoren más la dignidad humana que sus tradiciones religiosas;

- que nadie sea violentado por sus ideas religiosas.

Roguemos al Señor: “que toda persona sea hermana nuestra.

Por los gobernantes de los pueblos:

- que respeten todas las religiones, excepto las violentas e intransigentes;

- que colaboren con toda institución que respete los derechos humanos.

Roguemos al Señor: “que toda persona sea hermana nuestra.

Por las Iglesias cristianas:

- que no excluyan de su diálogo, amistad, convivencia... a nadie;

- que reconozcan que “todos somos uno en Cristo” (Gál 3,28).

Roguemos al Señor: “que toda persona sea hermana nuestra.

Por las intenciones del Papa (Marzo 2020):

- que “los católicos en China perseveren en la fidelidad al Evangelio

y crezca en unidad.

Roguemos al Señor: “que toda persona sea hermana nuestra.

Por los que presiden nuestras comunidades:

- que respeten el “don de Dios”, en hombre y mujeres;

- que, como Jesús, no excluyan a nadie de su cuidado y amor;

Roguemos al Señor: “que toda persona sea hermana nuestra.

Por esta celebración:

- que la vida histórica de Jesús nos inspire la actitud ante los demás;

- que reconozcamos “el don de Dios” que actúa aquí y ahora.

Roguemos al Señor: “que toda persona sea hermana nuestra.

Señor Jesús, como la samaritana venimos al brocal de tu pozo; queremos aumentar en nuestra vida el “agua viva” de tu amor; queremos vivir como Tú, entregando nuestra vida a favor de la vida, sobre todo de los que menos vida tienen. Bendice y fortalece nuestro deseo, Tú que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

Leganés, 15 marzo 2020

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