“Cuando la Iglesia se ha organizado y unificado recogiendo las esperanzas y las angustias de los pobres, ha corrido la misma suerte de Jesús y de los pobres: la persecución...” (Obispo San Romero de América) Domingo 23º TO C 2ª Lect. (08.09.2019)

Recobrar continuamente la fraternidad

Comentario: “te lo envío como a hijo” (Flm  9b-10.12-17)

La carta más breve de Pablo está dirigida “a nuestro querido colaborador Filemón, a Apia la hermana (su mujer), a Arquipo, nuestro compañero de armas (su hijo), y a la Iglesia de su casa” (Flm 1,2). Filemón es un cristiano acaudalado, “que tiene amor y fe en el Señor Jesús y a todos los santos”, y “gracias a él los corazones de los santos han encontrado alivio” (vv. 5 y 7). Tiene esclavos. Uno de ellos, Onésimo, ha huido. Pablo lo encontró en la cárcel, le anunció el evangelio y lo bautizó. Cumpliendo la ley, le devuelve a su dueño con esta carta. Como en el tema de la mujer, Pablo tolera la esclavitud, según la mentalidad social y legal de época. Su conducta y argumentación es de tal calibre que establece las bases para superar esta costumbre inhumana:

Yo, Pablo, anciano, y ahora prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien engendré en la prisión

Te lo envío como a hijoMe hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en nombre tuyo en esta prisión que sufro por el evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo: así me haráseste favorno a la fuerza, sino con toda libertad

Quizá se apartó de ti por breve tiempo para que lo recobres ahora para siemprey no como esclavo, sino como algo mejor que un esclavo, como unhermano querido, que si lo es mucho para mí, cuánto más para ti humanamente y en el Señor. Si pues me consideras compañerotuyo, recíbeloa él como a mí”.

Benedicto XVI expone este sabroso comentario:

“Se trata de una carta muy personal, que Pablo escribe en la cárcel, enviándola con el esclavo fugitivo, Onésimo, precisamente a su dueño, Filemón. Sí, Pablo devuelve el esclavo a su dueño... y no lo hace mandando, sino suplicando: `Te recomiendo a Onésimo, mi hijo [...]. Te lo envío como a hijo [...]... para que le recobres... y no como esclavo, sino mucho mejor: como hermano querido´ (Flm 10-16). Los hombres que, según su estado civil se relacionan entre sí como dueños y esclavos, en cuanto miembros de la única Iglesia se han convertido en hermanos y hermanas unos de otros: así se llamaban mutuamente los cristianos. Habían sido regenerados por el Bautismo, colmados del mismo Espíritu y recibían juntos, unos al lado de otros, el Cuerpo del Señor. Aunque las estructuras externas permanecieran igual, esto cambiaba la sociedad desde dentro... Los cristianos reconocen que la sociedad actual no es su ideal; ellos pertenecen a una sociedad nueva, hacia la cual están en camino y que es anticipada en su peregrinación” (Encíclica sobre la esperanza cristiana -“Spe Salvi”- n. 4. 30 noviembre 2007). 

Oración: “te lo envío como a hijo” (Flm  9b-10.12-17)

Jesús, hermano querido:

nosotros “hemos sido regenerados por el Bautismo,

colmados del mismo Espíritu, 

recibimos juntos, unos al lado de otros, tu Cuerpo.

Reconocemos que la sociedad actual no es nuestro ideal;

pertenecemos a una sociedad nueva, hacia la cual estamos en camino,

y que es anticipada en nuestra peregrinación” (Benedicto XVI).

Bossuet, “anticipaba” en la Iglesiaesta “sociedad nueva”:

“En el mundo, los ricos tienen todas las ventajas

y ocupan los primeros puestos;

en el reino de Jesucristo, la preeminencia pertenece a los pobres,

que son los primogénitos de la Iglesia y sus verdaderos hijos.

En el mundo, los pobres están sometidos a los ricos

y parece que no han nacido sino para servirles;

en la santa Iglesia, por el contrario, no se admite a los ricos más que

con la condición de servir a los pobres.

En el mundo, los favores y los privilegios

son para los ricos y los poderosos;

los pobres no tienen parte en ellos más que con el apoyo de los ricos;

en la Iglesia de Jesucristo, las gracias y las bendiciones son para lo pobres,

y los ricos no tienen privilegios más que por medio de ellos...”. 

(“Sermón de septuagésima de 1659”. (Oeuvres Completes, Bar-Le-Duc, 1862, t.lI, 155-162).

Jesús, hermano querido:

¿Nuestras “iglesias” anticipan de verdad la “nueva sociedad”?

¿En la Iglesia actual “la preeminencia pertenece a los pobres 

que son los primogénitos de la Iglesia y sus verdaderos hijos?

¿No se admite a los ricos más que con la condición de servir a los pobres?

¿Las gracias y las bendiciones son para lo pobres

y los ricos no tienen privilegios más que por medio de ellos?”. 

Esta es la teoría, “el mundo de las ideas” evangélicas:

el obispo mártir, Oscar A. Romero, reconocía la realidad:

“En ese mundo sin rostro humano,

sacramento actual del siervo sufriente de Yahvé,

ha procurado encarnarse la Iglesia de mi Arquidiócesis...

Lo digo con inmenso gozo, pues hemos hecho el esfuerzo

de no pasar de largo, de no dar un rodeo ante el herido en el camino,

sino de acercarnos a él como el buen samaritano...

Este encuentro con los pobres nos ha hecho recobrar

la verdad central del Evangelio...

Se ha perseguido y atacado a aquella parte de la Iglesia

que se ha puesto del lado del pueblo pobre y ha salido en su defensa...

La persecución ha sido ocasionada por la defensa de los pobres

y no es otra cosa que cargar con el destino de los pobres.

La verdadera persecución se ha dirigido al pueblo pobre,

que es hoy el cuerpo de Cristo en la historia...

Cuando la Iglesia se ha organizado y unificado

recogiendo las esperanzas y las angustias de los pobres,

ha corrido la misma suerte de Jesús y de los pobres: la persecución...”

(Oscar Arnulfo Romero al recibir el doctorado “honoris causa” por la Universidad de Lovaina, 2 de febrero de 1980, 50 días antes de su asesinato).

Realizar el reino de la vida, de la verdad, de la fraternidad... supone:

enfrentamiento, primero con uno mismo (“niéguese a sí mismo”),

apegado al “camino ancho” del egoísmo (riqueza, honores, soberbia...); 

después, con los enemigos del reino y sus aduladores serviles:

acumuladores de riqueza, poder y honores...; 

seguir tu vida, Jesús, obediente al amor del Padre;

te mataron los enemigos del amor universal y la mesa común;

los mismos que hoy persiguen a la Iglesia identificada con los pobres;

los que no firmarían la carta de Filemón por parados, marginados...:

a quien te envío como a hijo...;

para que lo recobres ahora para siempre... como un hermano querido...,

humanamente y en el Señor...;

si me consideras compañero tuyo, recíbelo como a mí”. 

Preces de los Fieles (D 23º TO C  08.09.2013)

Hoy, la carta de Pablo a Filemón, expresa el amor cristiano. Filemón, hombre rico del siglo primero, encontró el “amor y la fe en el Señor Jesús y hacia todos los santos”, y, lógicamente, “los corazones de los santos han encontrado alivio” (vv. 5 y 7). Pidamos que este amor siga vivo, diciendo: “queremos acoger a todos como hermanos”.

Por la Iglesia:

- que los pobres tengan “la preeminencia, primogénitos y verdaderos hijos”; 

- que los ricos solo tengan el privilegio de servir a los pobres “aliviándoles”. 

Roguemos al Señor: “queremos acoger a todos como hermanos”.

Por los cristianos que tienen bienes de este mundo:

- que tengan conciencia de que los bienes están al servicio de todos; 

- que no se consideren cristianos si no sirven a los pobres.

Roguemos al Señor: “queremos acoger a todos como hermanos”.

Por los cristianos de las diversas confesiones:

- que nos unamos en fe y amor, llevando alivio a todos los pueblos,

- que colaboremos en la distribución de bienes a la humanidad.

Roguemos al Señor: “queremos acoger a todos como hermanos”.

Por las intenciones del Papa (Septiembre 2019):

- que “los políticos, los científicos y los economistas trabajen juntos”;

- que colaboremos con ellos en “la protección de los mares y los océanos”.

Roguemos al Señor: “queremos acoger a todos como hermanos”.

Por los profesores y los alumnos:

- que pongan lo mejor de sí mismos en enseñar y en aprender;

- que se acojan mutuamente y crezcan en valores dignos de toda persona.

Roguemos al Señor: “queremos acoger a todos como hermanos”.

Por esta celebración:

- que nos haga crecer en “amor y fe en el Señor Jesús y a todos los santos”;

- que el Espíritu Santo nos lleve a “aliviarcon su amor” a los más débiles..

Roguemos al Señor: “queremos recibir a todos como hermanos”.

Padre, nos sentimos “regenerados por el Bautismo, colmados del mismo Espíritu

y recibimos juntos, unos al lado de otros, tu Cuerpo”. Danos fuerza para vivir como hermanos. Te lo pedimos por tu Hijo, Jesús, que vive por los siglos de los siglos.

Amén.

Jaén, septiembre 2019

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