“El ser obispo, sacerdote, cardenal, papa... no es sino un servicio concreto que se hace a la Iglesia y en la Iglesia... pero que no pone por encima de nadie” Domingo 24º TO C 2ª Lect. (15.09.2019)

Comunidad y ministerio del Amor

Comentario: “Dios tuvo compasión de mí” (1Tim 1,12-17)

A las llamadas “Cartas Pontificales” (s. XVII), el biblista Paul Antón (s. XVIII) las denominó “Cartas Pastorales”, por ser enviadas a dos pastores “para que sepan cómo conviene conducirse en la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios vivo, columna y fundamento de la verdad” (1Tim 3,15). Escritas por un discípulo de Pablo, reflejan situaciones de la segunda generación cristiana. El autor se avala con la autoridad de Pablo, en cuyo nombre escribe a Timoteo y Tito. Timoteo es coadjutor leal de Pablo (1Tes 3,1ss; 1Cor 4,17; 16,10s; He 19, 22). Emotiva es la cita de Filipenses: “Espero mandaros pronto a Timoteo... Porque no tengo a nadie tan de acuerdo conmigo, que se preocupe lealmente por vuestros asuntos.Todos buscan su interés, no el de Jesucristo.De Timoteo conocéis su virtud probada, pues se puso conmigo al servicio del Evangelio como un hijo con su padre... (Flp 2, 19-24).

Cristiano antes que “pastor” de la comunidad. Pablo recuerda el encargo a Timoteo de que “permanezca en Éfeso” (1Tim 1,3) por razones pastorales. En forma de acción de gracias a Cristo, expone su propia vocación cristiana y ministerial. Es el texto de hoy (1Tim 1,12-17). Repasa su proceso de fe. Era “blasfemo, perseguidor e insolente” (1Tim 13a). El amor de Jesús le sorprendió a través del perdón de quienes perseguía. Así lo interpreta: “Dios tuvo compasión de mí porque no sabía lo que hacía, pues estaba lejos de la fe; sin embargo, la gracia de nuestro Señorsobreabundó en mí junto con la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús” (1Tim 1,13b-14).Es la gracia primera, la básica, la bautismal, la que nos iguala en dignidad fraterna a los miembros de la Iglesia. Es “la gracia en la cual nos encontramos” (Rm 5, 2). Por ella nos sentimos hijos y hermanos, habitados por el Espíritu, perdonados. “Es palabra digna de crédito y merecedora de total aceptación que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero; pero por esto precisamente se compadeció de mí: para que yo fuese el primero en el que CristoJesús mostrase toda su paciencia y para que me convirtiera en un modelo de los que han de creer en él y tener vida eterna” (1Tim 1,15-16).

De cristiano a servidor de la comunidad. Doy gracias a Cristo Jesús, Señor nuestro, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio” (1Tim 1,12). Por puro amor, se fió de Pablo y le concedió otra gracia: “el don de servir” (“diaconía”) en el anuncio del Evangelio. Gracia secundaria, funcional, en orden a la edificación y vida comunitaria, “para apacentar y acrecentar el Pueblo de Dios” (LG 18). Esta “gracia” se pervierte al creerse “Iglesia” sólo los ministros, no escuchando la voz y voto de todos, sin comunión en el amor de Cristo. El texto termina con una doxología “al Rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.” (1Tim 1,17).

Oración: “Dios tuvo compasión de mí” (1Tim 1,12-17)

Tu vida, Jesús,está transida de fe en Dios Padre-Madre:

te sientes amado por el Padre-Madre en toda situación;

este amor original y permanente organiza tu vida;

de ahí, tu pretensión de reunir en el Amor a la humanidad;

empezando por los más necesitados: enfermos, pobres, descreídos...

Pablo, intachable alumno del rabino Gamaliel (He 22,3):

descubre tu Amor, y rompe todos sus esquemas;

se percibe humildemente como “blasfemo, perseguidor e insolente”:

había “injuriado” al Dios-Amor que anunciabas y vivías,

el “que hace salir el sol y bajar la lluvia sobre justos e injustos” (Mt 5,45);

había “perseguido” a quien “le amó y se entregó por él” (Gál 2,20);

su “insolencia” llegó al terrorismo fanático contra el disidente (He 22, 4-5).

Pablo se sintió compadecido, porqueno sabía lo que hacía:

tu gracia, Señor nuestro, sobreabundó, dándole fe y amor tuyo”; 

su experiencia espiritual avalaría siempre su palabra:

Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, y yo soy el primero;

por eso fui compadecido:

para que yo fuese el primero en el que Cristo Jesús mostrase toda su paciencia;

para que me convirtiera en un modelo de los que han de creer en él

y tener vida eterna” (1Tim 1,15-16).

En este Amor hemos nacidos nosotros:

es la gracia primera, la básica, la bautismal; 

la que iguala en dignidad fraterna a los miembros de la Iglesia; 

es “la gracia en la cual nos encontramos” (Rm 5, 2);

la gracia que tanto valora el nuevo cardenal de Rabat:

“Agradezco al Papa Francisco la deferencia que ha tenido

conmigo y me propongo continuar sirviendo a la Iglesia

ayudándole en lo que necesite...

Mi título y diploma de mayor categoría es el ser hijo de Dios,

y lo obtuve en el bautismo. Estoy en lo más alto...;

no puedo ascender ni ser promovido,

puesto que más que hijo de Dios no se puede ser.

El ser obispo, sacerdote, cardenal, papa...

no es sino un servicio concreto que se hace a la Iglesia y en la Iglesia...

pero que no pone por encima de nadie”

(Cristóbal López, arzobispo de Rabat, en Facebook. 01.09.2019).

Tú, Cristo, capacitaste a Pablo y le confiaste el ministerio:

por puro amor, le concediste otra gracia: el ministerio del Evangelio; 

gracia secundaria, “para apacentar y acrecentar el Pueblo de Dios” (LG 18); 

esta “gracia” se pervierte al creerse “Iglesia” sólo los ministros;

o cuando no escuchan la voz y voto de todos en comunión amorosa;

“somos cristianos y estamos al frente de otros cristianos.

Se nos puede considerar como pastores, si somos buenos,

porque estamos al frente de otros.

En cambio, por ser cristianos, somos tan ovejas como vosotros.

Por eso debemos escuchar con temor lo que el Señor

habla a los pastores y lo que habla a las ovejas

y debemos vivir conscientemente nuestra responsabilidad”

(San Agustín: Sermón 47. De ovibus. CCL 41,572)

Cristo Jesús, conviértenos a tu Amor:

nada de categorías de honor, poder o económicas;

nada de odio, venganza, castigo, violencia, dominación...; 

sólo amor y libertad, con servicios distintos, pero igual dignidad;

que encaucemos discrepancias y críticas en diálogo cordial y sincero.

Preces de los Fieles (D 24º TO C  15.09.2013): Comunidad y ministerio del Amor

Pablo se convierte al Amor de Jesús. Defendía su “tradición”, sus leyes, títulos, ornamentos...; todo como voluntad divina; lleno de autosuficiencia, desprecia a quien no piensa como la cúpula dirigente; creía que Dios sólo amaba a los amigos de la ley. Pidamos vivir la fe y el amor de Jesús, diciendo: Alégranos, Señor, con tu amor.

Por la Iglesia:

- que se aleje del dominio, la avaricia, el honor mundano...

- que viva de la fe y amor que trae el Espíritu de Jesús.

Roguemos al Señor:Alégranos, Señor, con tu amor.

Por los agraciados con un servicio eclesial:

- que dialoguen, animen y sostengan a todos en tu Amor;

- que “no vengan a condenar al mundo, sino a salvarlo” ( Jn 12,47);

Roguemos al Señor:Alégranos, Señor, con tu amor.

Por nuestra comunidad:

- que el perdón no sea “ajuste de cuentas”, sino abrazo de Amor;

- que, como Jesús, perdonemos a quien nos persigue y crucifica.

Roguemos al Señor:Alégranos, Señor, con tu amor.

Por los incrédulos, agnósticos, ateos...:

- que sientan nuestro respeto y comprensión;

- que fomentemos entre todos la vida, la salud, la cultura, el bienestar...

Roguemos al Señor:Alégranos, Señor, con tu amor.

Por las intenciones del Papa (Septiembre 2019):

- que “los políticos, los científicos y los economistas trabajen juntos”;

- que colaboremos con ellos en “la protección de los mares y los océanos”.

Roguemos al Señor:Alégranos, Señor, con tu amor.

Por esta celebración:

- que sintamos el amor y la libertad de los hijos de Dios;

- que bendigamos a Jesús, que “nos amó y se entregó por nosotros” (Gál 2,20).

Roguemos al Señor: Alégranos, hoy, Señor, con tu amor sin límites.

Alégranos, hoy, Jesús, con tu perdón y generosidad. Que los que nos presiden “no imponganmás cargas que las indispensables” (He 15,28). Que todos “hagamossalir el sol y mandar la lluvia a justos e injustos... para ser hijos del Padre celestial” (Mt 5,45). Te lo pedimos a ti, Jesús de Nazaret, que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

Jaén, septiembre 2019

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