“Decimos que permanecemos en él, y no caminamos como él caminó” (1Jn 2,6) Domingo 14º TO (04.07.2021): ¿Cuándo haremos caso a los profetas de hoy?

Jesús hoy no escandaliza a nadie; nosotros, la Iglesia, sí

Comentario:¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de...? (Mc 6,1-6)

Los tres sinópticos consignan la visita de Jesús a Nazaret (Mt 13,53-58; Lc 4,16-30). El enfrentamiento con su pueblo y con la familia debió ser importante en la vida de Jesús. Marcos cuenta un poco antes (Mc 3,21-35) que los consanguíneos de Jesús -su madre y sus hermanos-, al enterarse de su actividad junto al lago de Galilea, habían ido a buscarle “porque se decía que estaba fuera de sí” (3,21). Los letrados (“escribas”), “que habían bajado de Jerusalén decían: `tiene dentro a Belzebú y expulsa los demonios con el poder  del jefe de los demonios” (3,22). Ante la pretensión de los parientes, Jesús presenta su nueva familia en la que se siente integrado: “estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, esees mi hermano y mi hermana y mi madre” (Mc 3,34b-35).

Esta inquietud de sus familiares provocó que Jesús, “saliendo de allí, se dirigiera a su ciudad” (lit.: “a su patria” -`eis tèn patrída autoû´. Mejor sería la traducción literal, pues Mateo 9,1 identifica a Cafarnaún como la ciudad propia de Jesús, pero con la palabra “polis”). Su patria chica está imbuida de la mentalidad de escribas y fariseos. Con motivo de cumplir el precepto sabático, se encuentran en la sinagoga. La actitud es hostil. No le llaman por su nombre, lo infravaloran, dudan de él y lo rechazan: “¿de dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos?” Creen que no los hace él, sino que le salen a través sus manos, pero cuyo agente no está claro. Los teólogos de Israel (los escribas) lo atribuyen al demonio (3,22). Airean su oficio humilde (`tekton´: obrero manual, carpintero, ebanista, obrero artesano, peón albañil...), y su ser “hijo de María y hermano de... ”. Le ningunean e insultan, suponiendo que no merece llamarse hijo de un padre, porque, con su conducta, no honra su memoria ni sus tradiciones patrias o paternas.

Y se escandalizaban a cuenta de él”. Este verbo griego (scandalizso) significa “hacer caer en pecado, hacer que alguien abandone su fe, escandalizarse, rechazar, desconfiar...”.  La gente apegada a sus tradiciones, seguidora de los letrados y fariseos (intérpretes muy piadosos de la ley), ven peligrar creencias y prácticas ante la palabra y el proceder de Jesús. Marcos había aludido a esta mentalidad en boca de un fanático que pregunta a Jesús en la sinagoga de Cafarnaún: ¿has venido a acabar con nosotros? (Mc 1,24). Los tradicionalistas religiosos, atados a “lo de siempre”, no se cuestionan, son agresivos y desprecian a quienes no piensan como ellos. Su fanatismo les impide razonar. Jesús, hoy no escandaliza a nadie. Nosotros, la Iglesia, sí. Porque “decimos que permanecemos en él, y no caminamos como él caminó” (1Jn 2,6).

Lucas (4,16-30) narra con más detalle el encuentro de Jesús con sus paisanos. Nos da cuenta hasta del texto que Jesús lee en la sinagoga: “el Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido...” (Is 61,1-2a), y cómo, tras la lectura, Jesús les dice con total claridad: “hoy se ha cumplido esta escritura que acabáis de oír”. Los tres evangelios narran las reacciones de Jesús: “No desprecian a un profeta más que en su tierra...” (el evangelio apócrifo de Tomás cita un adagio similar: “un profeta no es bien recibido en su pueblo; un médico no cura a los que le conocen”). “No pudo hacer allí ningún milagro” al no aceptar la fuerza divina que se acercaba en Jesús. “Se admiraba de su falta de fe”. Es claramente una conducta profética: denuncia el hecho, no responde agresivamente, les hace bien: “cura algunos enfermos”. Respeta la decisión de su falta de fe, aunque le duela, y se marcha a otros lugares cercanos buscando creyentes sinceros.

Oración: ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago...? (Mc 6,1-6)

Te contemplamos, Jesús misionero, en tu pueblo:

sabían de tu actividad en los alrededores del lago de Galilea;

muchos, como tus parientes, pensaban que “estabas fuera de ti” (Mc 3,21);

los más tradicionalistas te creían víctima de algún espíritu maligno;

tu familia te quería devolver a casa, al trabajo ordinario;

no comprendían eso de que “el que haga la voluntad de Dios,

es tu hermano, tu hermana y tu madre” (Mc3,35).

Subir a tu pueblo fue una decisión difícil:

sospechabas, tras el episodio familiar, una acogida hiriente;

la mentalidad de letrados y fariseos no aprobaba tu conducta:

te interpretaban como enemigo de sus tradiciones,

pensaban que “habías venido a acabar con ellos” (Mc 1,24).

Tu sospecha, Jesús signo de contradicción” (Lc 2,34), se cumplió:

escuchan tus palabras en la sinagoga, pero no las creen;

te consideran un “nadie” en tu pueblo;

¿qué títulos, qué escuela, qué maestros, qué autoridad... te avalan?:

¿de dónde saca todo eso?,

¿qué sabiduría esesaque le ha sido dada?,

¿y esos milagros que realizan sus manos?,

¿no es este el carpintero, el hijo de María,

hermano de Santiago y José y Judas y Simón?.

Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?”.

Mayoritariamente “se escandalizan a cuenta tuya”: 

para ellos, seguir tu camino sería “dar un mal paso”.

Hoy, Jesús libre, vivimos actitudes similares:

perdura la resistencia al cambio, el apego a lo de siempre;

permanece el miedo a la libertad, al riesgo, al diferente...;

preferimos la imposición, el control piramidal, la grandiosidad...;

agrandamos los peligros: relativismo, destrucción de la autoridad...

¿Cuándo, Jesús profeta, haremos caso a los profetas de hoy?:

a quienes llaman a las cosas por su nombre; 

a los que están siempre a favor de la verdad; 

a quienes saben amar y perdonar gratis, como tú; 

a los que entristecen el desprecio y la mentira; 

a quienes evitan siempre la humillación del pobre; 

a los que no buscan enriquecerse; 

a quienes trabajan por el respeto y la paz entre todos; 

a los que confían siempre en la fuerza del bien.

Estas personasson testigos tuyos, Dios del Amor:

son un regalo que tu misterioso actuar nos hace; 

son como si tú en persona vinieras y caminaras junto a nosotros,

nos dieras tu aliento y tu compañía esperanzada,

nos reunieras, nos escucharas en diálogo permanente.

Hoy te pedimos, Señor, por las personas buenas:

también ellas están cercadas por nuestra soberbia y desconfianza; 

dales, Señor, tu fuerza para que no se vengan abajo; 

que sigan siendo sal que preserva de la corrupción;

que sean fermentos que activen la presencia de tu amor;

que sientan tu consuelo y tu ayuda.

Preces de los Fieles (D. 14º TO 04.07.2021)

En nuestras comunidades necesitamos profetas, como Jesús. Personas siempre a favor de la verdad, que amen y perdonen gratis, que eviten siempre la humillación del pobre, que trabajen por el respeto y la paz entre todos, que confíen siempre en la fuerza del bien. Pidámoslo diciendo: “Queremos seguir tu camino, Señor”.

Por la Iglesia:

- que su mentalidad y organización reflejen el Evangelio y la vida de Jesús;

- que sus comunidades sean solidarias, dialogantes, atentas a la vida.

Roguemos al Señor: “Queremos seguir tu camino, Señor”.

Por las intenciones del Papa (julio 2021):

- que “la amistad social” penetre en todos los pueblo;

- que “seamos arquitectos de diálogo y de amistad valientes y apasionados,

en situaciones sociales, económicas y políticas conflictivas”.

Roguemos al Señor: “Queremos seguir tu camino, Señor”.

Por las personas buenas de nuestro Pueblo:

- que las valoremos y tengamos como un regalo del cielo;

- que les ayudemos a ser fieles a su vocación fraterna.

Roguemos al Señor: “Queremos seguir tu camino, Señor”.

Por la concordia entre las autonomías de España:

- que haya respeto, no se busquen privilegios, sino mesa compartida;

- que sus responsables sean honrados, amigos de la paz.

Roguemos al Señor: “Queremos seguir tu camino, Señor”.

Por los más débiles (enfermos, parados, migrantes, sin techo...):

- que sean atendidos, confortados, tengan ánimo para superarse;

- que les ofrezcamos nuestra amistad y ayuda desinteresada.

Roguemos al Señor: “Queremos seguir tu camino, Señor”.

Por esta celebración:

- que sintamos a Jesús entre nosotros, animando nuestra vida;

- que acreciente nuestra comunidad en compromiso por los más necesitados.

Roguemos al Señor: “Queremos seguir tu camino, Señor”.

Renueva, Cristo Jesús, tu presencia entre nosotros. Que no despreciemos a tus profetas, las personas mejores de nuestro pueblo, los que están siempre a favor de la verdad, saben amar y perdonar gratis, evitan la humillación del pobre y trabajan por el respeto y la paz entre todos, como tú, Señor, que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

Jaén, 4 de julio de 2021 

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