Que el Amor de Jesús sea como la Eucaristía: “todo el bien espiritual de la Iglesia, fuente y cima de toda evangelización, centro de la congregación de los fieles” (PO 5) Domingo 6º Pascua B (09.05.2021): Amor mutuo, última voluntad de Jesús

La palabra “amor” la hemos devaluado demasiado

Comentario: “Permaneced en mi amor” (Jn 15, 9-17)  

Como el Padre me ha amado, así os he amado yo...” (v. 9). “Permaneced en mi amor” equivale al “permaneced en mí” del domingo pasado. Juan, en su evangelio y en su primera carta, entiende a Dios como Amor (1Jn 4,8.16). Amor que se hizo presente en la vida de Jesús: “En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él” (1Jn 4,9). Al creer en Jesús, somos ungidos con su Espíritu: “la unción que de Él habéis recibido permanece en vosotros y no necesitáis que nadie os enseñe. Pero como su unción os enseña acerca de todas las cosas, -y es verdadera y no mentirosa-, segúnos enseñó, permaneced en él” (1Jn 2,27; Jn 14,26). “Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor;lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre...” (v. 10). La práctica avala el amor: “no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras” (1Jn 3,18).

La finalidad del amor esla realización personal: “que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud” (v. 11). La alegría es fruto del amor eficaz: “con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante” (Jn 15,8). “Estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo” (Lc 10,20s), es decir, porque  así sois hijos y ciudadanos del reino de Dios, reino de amor y alegría, de justicia y paz, de libertad y vida... Sentir el amor del Padre y del Hijo es sentir la fuerza de su Espíritu que sostiene, pacifica, incita a amar, dota de sentido, realiza en lo más profundo. “El Espíritu es esa potencia interior que armoniza el corazón con el corazón de Cristo y lo mueve a amar a los hermanos como Él los ha amado, cuando se ha puesto a lavar los pies de sus discípulos (Jn 13,1-13) y, sobre todo, cuando ha entregado su vida por todos (Jn 13,1; 15,13). El Espíritu es también la fuerza que transforma el corazón de la Comunidad eclesial para que sea en el mundo testigo del amor del Padre, que quiere hacer de la humanidad, en su Hijo, una sola familia” (Benedicto XVI, “Deus caritas est”, 19).

Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado” (v. 12). Amor que le lleva a dar la vida: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando... Os llamo amigos porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer” (v. 13-15). Claramente Jesús pone como misión de los discípulos su misma misión: manifestar el amor del Padre a todo ser humano. Para ello les da su Espíritu que une en comunidad fraterna. Jesús no quiere estar por encima, sino ser compañero, “amigo” (no siervo), corresponsable.

Yo soy quien os he elegido... (v. 16). Jesús, como el Padre (“Dios nos eligió en Cristo antes de la fundacióndel mundo, para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor” -Ef 1,4-), llama a todos a vivir en el amor. Quienes escuchan esa elección amorosa experimentan la vocación divina y la aceptan como tarea: “os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca”. El Padre responde siempre al amor: “De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé”. Aunque “vuestro Padre sabe lo que os hace falta, antes que lo pidáis” (Mt 6,8). No necesitamos convencerlo para provocar su amor ni su generosidad. Más bien, pedimos a Dios que nos convenza de su amor. “El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escruta los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios” (Rm 8, 26-27). “No todo el que habla en espíritu es profeta, sino el que tiene las costumbres del Señor”, aconseja sabiamente uno de los textos más antiguos de la tradición cristiana (Didajé XI, 8, finales del s. I).

Oración: “Permaneced en mi amor” (Jn 15,9-17)

Jesús resucitado, profeta del Amor:

tu evangelio hoy tiene forma de mandato;

recuerdas uno de los tres mandatos de la cena de despedida:

- “debéis lavaros los pies unos a otros”;

- “amaos unos a otros”;

- “haced esto en memoria mía” (eucaristía);

son, sin duda, tres disposiciones firmes de tu última voluntad ;

uno de ellos nos capacita para hacerte presente;

los otros dos nos exigen dos deberes: lavar los pies y amar;

el poder de la eucaristía se lo ha apropiado el clero,

se ha convertido en “todo el bien espiritual de la Iglesia,

fuente y cima de toda evangelización,

centro de la congregación de los fieles” (PO 5);

a veces nos privan de ese derecho por escasez de clero;

los deberes han quedado en hermosos recuerdos:

textos y ritos litúrgicos, alejados de la vida;

marginados en la organización y legislación cristianas,

respecto de otras leyes;

si no se cumplen, no pasa nada legalmente.

La palabra “amor” la hemos devaluado demasiado:

hasta creer “hacer el amor” cuando “se hace el egoísmo”;

menos mal que en lo profundo intuimos el amor verdadero:

- en el padre y madre que dan vida sin pedir nada;

- en los enamorados que se entregan sin reservas, sin interés;

- en los voluntarios que complican y arriesgan su vida;

- en actitudes de gratitud ante el bien desinteresado que nos viene;

- en la fuerza interior que nos incita a ayudar gratis...

Tu evangelio nos alumbra una fuerza nueva:

que te acercó a la sinceridad de Juan en el desierto (Mt 3,13);

que “bajó y se posó sobre ti...” (Jn 1,33);

que te fue llevando por el desierto, lleno de tentaciones (Lc 4,1-2);

que, ante el arresto del Bautista, te lleva a Galilea (Mt 4,12; Mc 1,14);

que te unge para evangelizar a pobres y oprimidos (Lc 4,18);

que “estaba contigo para realizar curaciones” (Lc 5,17c);

que “tomó la decisión de ir a Jerusalén” a proclamar el reino (Lc 9,51);

que “echaba los demonios, y hacía llegar el reino de Dios” (Lc 11,20).

Queremos, Jesús resucitado, dejarnos guiar por tu amor:

“Cuando el amor os haga señas, seguidlo,

aunque sus caminos son duros y escarpados;

y cuando os envuelva en sus alas, doblegaos a él,

aunque la espada escondida entre sus plumas pueda heriros;

y cuando os hable, creed en él,

aunque su voz pueda despedazar vuestros sueños

como el viento del norte convierte al jardín en hojarasca.

Porque así como el amor os ciñe una corona,

así también os clavará en la cruz.

Así como es para vuestra maduración,

así también lo será para vuestra poda”.

(Khalil Gibran, poeta libanés, de rito maronita: “El Profeta”, 1923).

Jesús del Espíritu, llena nuestro espíritu con tu amor:

danos tu fuerza para vivir decididamente como tú;

quítanos el miedo a las cruces y heridas del amor;

alégranos con tu presencia en el corazón y en los hermanos.

Preces de los Fieles (D. 6º Pascua B 09.05.2021)

Jesús nos ha invitado una vez más a vivir en su Amor. Aunque su voz “pueda despedazar nuestros sueños”. “El amor nos ciñe una corona, y también nos clava en la cruz”; el amor “es para nuestra maduración y para nuestra poda”. Pidamos ser fieles al Amor diciendo: queremos permanecer en tu amor.

Por la Iglesia:

- que el Amor de Jesús sea, como la Eucaristía: 

“todo el bien espiritual de la Iglesia,

fuente y cima de toda evangelización,

centro de la congregación de los fieles” (PO 5).

Roguemos al Señor: queremos permanecer en tu amor.

Por las intenciones del Papa (Mayo 2021

- que “los responsables del mundo financiero colaboren con los gobiernos”;

- que “la regulación de las finanzas protejan a los ciudadanos de su peligro”.

Roguemos al Señor: queremos permanecer en tu amor.

Por quienes tienen dificultades para amar:

- que escuchen la voz interior de su conciencia amorosa;

- que miren la madre tierra que a todos ofrece sus dones.

Roguemos al Señor: queremos permanecer en tu amor.

Por los enfermos:

- que no pierdan la fe en el amor del Amor de Jesús;

- que no les huyamos nunca, incluso en esta pandemia.

Roguemos al Señor: queremos permanecer en tu amor.

Por los refugiados:

- que huyendo del odio y la intolerancia, sean solidarios entre ellos;

- que les abramos nuestro corazón y nuestra ayuda.

Roguemos al Señor: queremos permanecer en tu amor.

Por esta celebración:

- que sintamos el amor de Jesús en las lecturas, en la oración, en nosotros;

- que el Espíritu Santo nos anime a trabajar por suprimir toda miseria.

Roguemos al Señor: queremos permanecer en tu amor.

Sí, Jesús amigo, hermano. Queremos compartir tu amor y permanecer en él todos los días de nuestra vida, por los siglos de los siglos.

Amén.

Leganés (Madrid), 9 de mayo de 2021

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