Quien hace bien al ser humano ejerce el valor primordial de la conciencia: “haz el bien...” Escandaliza quien se opone al Amor (Domingo 26º TO B 26.09.2021)

La libertad del Evangelio no “viene a acabar con nosotros?” (Mc 1, 24)

Comentario: “El que no está contra nosotros está a favor nuestro” (Mc 9,38-48)

Seguimos leyendo el coloquio de Jesús con los discípulos, “una vez en casa”. Juan, apóstol, plantea un hecho de vida: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros» (v. 38). Sería un exorcista, sanador o curandero, que, con el mismo espíritu de Jesús (“en su nombre”: por amor), expulsaba demonios (libera del mal). Han querido impedírselo “porque no viene con nosotros” (¿no judío o creerle competidor del mesianismo que ellos esperan?).

La respuesta de Jesús es ejemplar para la ética humana: “No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro” (vv. 39-40). Afirma así un principio de tolerancia a favor del bien. Quien hace bien al ser humano ejerce el valor primordial de la conciencia: “haz el bien, evita el mal”. Para el creyente, dejarse llevar del amor -eso es hacer el bien- es dejarse llevar del Espíritu de Dios, cuyo mejor nombre es Amor (1Jn 4,8). El Padre de Jesús es la fuente "do mana el agua pura" (Juan de la Cruz: Cántico Espiritual, c. 36), que es nuestro amor gratuito. No siempre la Iglesia ha tenido en cuenta la invitación de Jesús: “no hagáis frente al que os agravia” (Mt 5,39). Su exclusivismo se ha hecho a veces odio. Aún mantiene ideas contrarias al Amor: “No consideramos que sean homicidas los que, ardiendo en el celo de su católica madre contra los excomulgados, han destrozado a algunos de ellos” (Urbano II: Epist. 132. PL 151,394). La proposición de Lutero: “...quemar herejes es contra la voluntad del Espíritu Santo” sigue como doctrina condenada, reprobada y rechazada desde el Papa León X en 1520 (DS 1483, Dz 773).

Hay escándalos beneficiosos y dañinos. En los evangelios el escándalo no está sólo en actos o actitudes moralmente perversos que incitan al mal u obstaculizan el bien. Los paisanos de Jesús “se escandalizaban a cuenta de él”(Mc 6, 3). Creían indignas de un buen creyente ciertas conductas: aceptar mujeres en su grupo, sentarse a la mesa con gente de mala fama, tocar leprosos, curar en sábado, no lavarse ritualmente las manos, dejarse tocar por mujeres de mala reputación, etc. etc. Tanto era así que Jesús proclama “¡bienaventurado el que no se escandalice de mí!” (Mt 11,6). Hasta la entrega de su vida va a ser causa de escándalo para los discípulos: “esta noche os vais a escandalizar todos por mi causa” (Mt 26,31). Como el “que tenía un espíritu inmundo” en la sinagoga de Cafarnaún, hay en la Iglesia hoy gente que piensan que volver a la libertad del Evangelio es “venir a acabar con nosotros?” (Mc 1,24). Sujetos a “lo de siempre” -prácticas, leyes o normas “venerables” de siglos- “tienen miedo a preguntar a Jesús” (Mc 9,32). Eligen la ley antes de consultar al Espíritu de Jesús. Desobedecer a la ley no siempre es malo.

Hoy leemos cuatro sentencias sobre el escándalo perjudicial. Escandalizar a “los pequeñuelos que creen” (v. 42) es hacer daño a los más débiles. El signo de la piedra molar al cuello como castigo resalta la responsabilidad personal tan grave ante el Padre, que tanto les ama. Las otras tres sentencias afectan a nuestras capacidades de hacer daño. Son exageraciones literarias para expresar de forma radical y absoluta el deber de hacer el bien y evitar el mal. Nuestros actos (“manos”), nuestro caminar vital (“pies”), nuestros deseos (“ojos”), sólo merecen existir para hacer el bien. Carecen de sentido para el mal. Más vale no tenerlos si nos llevan a la perdición (desrealización) propia y ajena. 

Oración: “el que no está contra nosotros está a favor nuestro” (Mc 9,38-48).

Jesús de la libertad, guiada por el amor:

Hoy tu evangelio es un estallido de amorosa libertad;

como Moisés, gran creyente en el Amor original:

que le dolían los quebrantos de sus hermanos en Egipto;

que se comprometió a liberarlos en nombre de la voluntad divina;

que deseó que todos fueran profetas del Espíritu de bien;

que incitó a todo el pueblo a vivir y proclamar el Amor...

Así, Tú, Jesús, lleno del Espíritu, enseñas a los discípulos:

a respetar al Espíritu que “va y viene y sopla donde quiere” (Jn 3,8);

a no impedir a nadie actuar en tu nombre, en tu amor;

a respetar a personas o grupos que ayudan;

a “echar demonios en tu nombre”, eliminando lo que hace daño;  

a “no hacer frente al que os agravia” (Mt 5,39);

a reconocer que “el que no está contra nosotros está a favor nuestro”:

quien hace bien al ser humano, colabora con el Reino del Padre.

Jesús del amor, tu evangelio incita a no escandalizar:

a quienes creen que Dios les ama incondicionalmente;

a quienes actúan en su vida movidos por este amor;

a quienes renunciaron al acaparamiento egoísta...;

a quienes lloran y acompañan a los más débiles...;

a quienes tienen hambre y sed de justicia para todos...;

a quienes dan su corazón incluso a quien no se lo merece...;

a quienes ven sinceramente en todos la huella del Creador...;

a quienes trabajan por la paz como hijos y espejos de Dios...;

a quienes sufren persecución por vivir el Reino del Amor.

Estos son los “pequeñuelos”, que confían en el Padre:

quizá no dicen “Señor, Señor”, pero viven en su Amor;

no se apegan a la letra de la ley, sino al Espíritu que vivifica;

no van al templo, pero atienden a los heridos del camino;

no condenan, sino “excusan, creen, esperan, soportan...” (1Cor 13,7).

Este evangelio contradice momentos oscuros de tu Iglesia:

- Apoyo a la esclavitud: “Hábilmente, para no incordiar a los católicos ricos, la iglesia americana “lamenta, deplora...”, pero acepta que “no se debe actuar contra las leyes ni hacer ni decir nada que contribuya a que lleven su yugo de mala gana” (Faus: La autoridad de la verdad, p.149).

- Oposición a la ciencia: “Quienquiera que recurre a la vacuna deja de ser hijo de Dios... La viruela es un juicio de Dios... la vacuna es un desafío lanzado al cielo” (León XII 1829; cf. Oc. pp.166-167).

- No a la reforma evangélica de la Iglesia: “Es completamente absurdo e injurioso en alto grado decir que sea necesaria cierta restauración y regeneración para volverla [a la Iglesia] a su incolumidad primitiva, dándole nuevo vigor, como si pudiera ni pensarse siquiera que la Iglesia está sujeta a defecto, a ignorancia o a cualesquiera otras imperfecciones” (Gregorio XVI: encíclica “Mirari vos”, n. 6. 15 agosto 1832. Cf. o.c. p. 168).

Ábrenos, Jesús de todos, a tu Espíritu:

de hijo de Dios y hermano universal;

de libertad para respetar y amar, cambiar e inventar nuevos caminos;

de audacia para enfrentarnos al egoísmo en sus diversas formas;

de desprendimiento para socorrer a los más débiles;

de servicio a la realización plena de cualquier persona;

de “no hacer frente al que nos agravia...,

de amar a los enemigos y rezar por los que nos persiguen” (Mt 5,39.44).

Preces de los Fieles (D. 26º TO B 26.09.2021)

Todo lo que hace bien a las personas construye el Reino de vida que Dios quiere. Amar a todos, incluso a los enemigos, es actuar conforme al Espíritu divino, “dulce huésped” de todo corazón. Pidamos colaborar siempre con el Amor, diciendo: enciende en todos el fuego de su Amor”.

Por la Iglesia:

- que viva en comunidades de ayuda mutua, siguiendo el Espíritu de Jesús;

- que no escandalice con sus riquezas, marginaciones, sectarismos...

Roguemos al Señor: enciende en todos el fuego de su Amor”.

Por las intenciones del Papa (Septiembre 2021):

- que “tomemos decisiones valientes por un estilo de vida sobrio y ecosostenible”;

- que “nos alegremos con los jóvenes comprometidos con este estilo de vida”.

Roguemos al Señor: enciende en todos el fuego de su Amor”.

Por los cristianos:

- que sintamos a toda persona “como de los nuestros”;

- que acojamos a todos como hijos del mismo Padre-Madre.

Roguemos al Señor: enciende en todos el fuego de su Amor”.

Por los refugiadosy emigrantes:

- que les escuchemos, comprendamos su cultura, les respetemos;

- que ellos también nos escuchen, nos comprendan, nos respeten.

Roguemos al Señor: enciende en todos el fuego de su Amor”.

Por los empobrecidos, marginados, excomulgados...:

- que les demos nuestro amor sincero y gratuito, nuestra ayuda...;

- que nadie sea “reducido”, despojado de sus dones y carismas.

Roguemos al Señor: enciende en todos el fuego de su Amor”.

Por esta celebración:

- que sea expresión del amor que nos tenemos en nuestra comunidad;

- que nos mueva a aceptar y acoger todo bien, verdad, amor, justicia, paz...

Roguemos al Señor: enciende en todos el fuego de su Amor”.

A Dios nadie lo ha visto nunca; si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud” (1Jn 4,12). Que tengamos en nuestro corazón tu Espíritu de amor por los siglos de los siglos.

Amén.

Jaén, 26 de septiembre de 2021

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