“Las simbólicas cristianas se están diluyendo y no refieren sentido. Esto nos cuesta verlo y aceptarlo” Falta de conversión está dando continuamente la Iglesia (Domingo 2º de Adviento 07.12.2025)

El criterio cristiano de conversión no es otro que el mismo Jesús: su evangelio y su vida

Comentario: “Dad el fruto que pide la conversión” (Mt 3,1-12)

Para preparar el encuentro navideño con Jesús resulta eficaz mirar a Juan Bautista. Su vida y su palabra orientan hacia la vida y palabra de Jesús. Vivienda (“en el desierto”), vestido (“de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura”), alimentación (“de saltamontes y miel silvestre”), y sus palabras (“convertíos, porque está cerca el reino de los cielos”), recuerdan la vida y la palabra de Jesús. “¿Qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios” (Mt 11,8). “El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza” (Mt 8,20).

La austeridad de vida, por sí misma, invita al reino de Dios. Palacios, vestidos de púrpura y oro, encajes y bordados, botonadura llamativa y exclusiva, ceremonias de autoveneración y lucimientos clericales... no invitan en absoluto al reino de vida que vivió y propuso Jesús. Más bien niegan notoriamente el Evangelio de la igualdad, la sencillez, la humildad. Como escribía hace tiempo Toni Catalá: “las simbólicas cristianas se están diluyendo y no refieren sentido. Esto nos cuesta verlo y aceptarlo. Un hábito religioso ya no vehicula nada, aunque creamos que sí. Para la mayoría de la gente es un disfraz de carnaval, que se refiere a algo extraño, como una monja o un cura, seres a los que la mayoría de la gente no conoce ni ha tratado en persona” (“La Iglesia: que sea cada vez más de Jesús y menos nuestra”. Sal Terrae. Revista Pastoral de Teología. Abril 2007, p. 323). Toni Catalá, jesuita (+2021), director de Ejercicios Espirituales, escritor de libros sobre Espiritualidad… Años en el colegio Nazaret (Alicante), dedicado a niños necesitados, decía, le descubrieron al Dios de Jesús, al Dios misericordioso, atento sobre todo a los pequeños y marginados.

El Bautista debió impresionar fuertemente al pueblo. Flavio Josefo, historiador judío, le dedica más atención que a Jesús. Predicación y bautismo removieron la conciencia popular ante el juicio de Dios. Mateo lo presenta con los rasgos de Elías (1Re 1,8), y le identifica con la cita de Isaías (40,3): “Una voz grita: «En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios»”. “Estepa” y “desierto” son imágenes de la vida real, en la cual Dios quiere que hagamos su camino. Es significativo el lenguaje duro y cortante (“raza de víboras”), las imágenes aceradas (el hacha, el bieldo, el fuego). Recuerdan el lenguaje de Jesús del capítulo 23 de Mateo: “hipócritas, guías ciegos, sepulcros blanqueados”.

El Bautista proclama la misma invitación de Jesús: “Por aquellos días, Juan el Bautista se presenta en el desierto de Judea, predicando: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos»” (Mt 3,1-2). “Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea… Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos»” (Mt 4,12-17). La conversión es un cambioque afecta a la mente, al corazón y a la conducta. Juan no comparte el culto del templo, ni el sistema de perdón de los pecados, ni la vida social y religiosa insensible a la desigualdad social reinante. Con libertad profetiza denunciando lo que no concuerda con el Bien (Dios). Libertad que la que carecen los profesionales religiosos y políticos. Es evidente en la política y en la Iglesia. Tapan su corrupción. Informan de modo interesado. Manipulan encuestas, preguntan lo que les interesa, orientan las respuestas para no cambiar.

Ejemplo de falta de conversión lo está dando continuamente la Iglesia. El Papa Francisco, con su llamada al Evangelio de la libertad, del amor, de la igualdad, de la sencillez… ha sido contestado públicamente por los más altos funcionarios del sistema clerical. Quieren ahogar sus reformas. Silencian notorias incoherencias del clericalismo: abusos de menores y mayores (parejas invisibles), “tiranía y opresión como jefes y grandes” (Mt 20,25), exclusión ministerial de las mujeres y hombres casados, boato como mediación religiosa, magnas procesiones que exhiben nostalgia de otros tiempos, etc. La Iglesia debe reflejar la misericordia de Jesús, la fraternidad, la acogida a todos, la apertura evangélica sin cargas innecesarias, la sinodalidad transparente…

Dad el fruto que pide la conversión”. El criterio cristiano de conversión no es otro que el mismo Jesús: su evangelio y su vida. Comparemos nuestras actitudes, sentimientos y conducta con los de Jesús. Para ello nos “habautizado con su mismo Espíritu Santo y fuego” (Mt 3,11). Con Jesús podemos decir “todo es posible al que tiene fe” (Mc 9,23). Es posible que “la Iglesia sea cada vez más de Jesús y menos nuestra”.

Oración:Dad el fruto que pide la conversión” (Mt 3, 1-12)

Hoy, Jesús, el Bautista nos señala tu camino:

su vivienda nos recuerda a los sin techo:

 “El Hijo del hombre no tiene donde

reclinar la cabeza” (Mt 8,20);

su vestido coincide con tu palabra:

los que visten con lujo habitan en los palacios” (Mt 11,8);

su alimento era natural: “saltamontes y miel silvestre”;

tu alimento, Jesús, es hacer la voluntad del que te envió

y llevar a término su obra” (Jn 4,34);

tus comidas son oportunidad de acompañar y evangelizar.

Su palabra es directa y clara:

a los dirigentes religiosos (saduceos y fariseos):

raza de víboras, ¿quién os ha enseñado

a escapar del castigo inminente” ?;

adelanta tus invectivas a escribas y fariseos:

os parecéis a sepulcros blanqueados;

por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro

están llenos de huesos de muertos y de podredumbre;

por fuera parecéis justos, pero por dentro

estáis repletos de hipocresía y crueldad” (Mt 23,27s).

Su mensaje, Jesús, coincide con el tuyo:

convertíos, porque está cerca el reino de los cielos” (Mt 3,1-2);

al enterarte de que habían arrestado a Juan te retiras a Galilea…;

desde entonces comienzas a predicar diciendo:

«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos»” (Mt 4,12-17).

Juan, como tú, se inspira en el profeta Isaías:

«En el desierto preparadle un camino al Señor;

allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios»” (Is 40,3);

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.

Me ha enviado a evangelizar a los pobres,

a proclamar a los cautivos la libertad,

y a los ciegos, la vista;

a poner en libertad a los oprimidos;

a proclamar el año de gracia del Señor” (Is 61,1s).

Desierto y estepa” es la vida diaria para muchos:

no pueden beber agua potable, y menos en sus casas;

no tienen vivienda y alimento adecuados,

no disponen del vestido suficiente;

no gozan de asistencia médica;

no tienen la cultura para vivir con autonomía personal;

no disfrutan de libertad civil o religiosa;

no se respeta la dignidad igual de todos;

no se trabaja por la fraternidad universal.

Dad el fruto que pide la conversión”, dice Juan:

Coincide con tus palabras:

«No todo el que me dice “Señor, Señor”

entrará en el reino de los cielos,

sino el que hace la voluntad de mi Padre

que está en los cielos»” (Mt 7,21).

Ese “fruto”, es la vida convertida en Bondad:

la que encontramos en tu vida, Jesús de todos;

tú, Cristo, eres nuestro criterio de conversión:

hijo de Dios y del Hombre,

lleno del amor del Padre,

agradecido siempre a su Amor,

trabajando por hacer efectiva su voluntad.

Señor Jesús: danos conocimiento interno:

de nuestras actitudes básicas y de las tuyas,

de nuestros sentimientos y de los tuyos,

de nuestros empeños y de los tuyos.

Acerca el hacha cortante a nuestra soberbia:

que se reviste de orgullo y de vanidad,

de complejo de superioridad y aires de autosuficie­ncia.

Aventa con tu bieldo nuestras ambiciones:

aleja el afán de tener más dinero, más lujo, más poder,

            más reconocimiento, más prestigio…

acércanos a la sencillez, a la paciencia, a la justicia,

            al amor, a la paz, a la alegría...

Reaviva en nosotros el Espíritu bautismal:

que llena el corazón y enciende el fuego de tu Amor.

rufo.go@hotmail.com

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