“La jerarquía eclesiástica sigue empeñada en no escuchar al Espíritu” Tu Iglesia, Jesús, debe abrazar a todos los de tu Espíritu (Domingo 3º adviento 14.12.2025)

“Perdí toda fe en la jerarquía de la iglesia. De allí no vendrán mejoras sustanciales en este tiempo apremiante...”

Comentario:el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él(Mt 11,2-11)

La actuación pública de Jesús no cuadra con las expectativas del Bautista. Éste espera al Mesías, que dé el castigo merecido (Mt 3,1-12). Las imágenes de “hacha, bieldo y fuego” aniquiladores, diseñan al Mesías como ejecutor del juicio de Dios. Un juicio vengativo de pecadores: “castigo inminente”. Urge la conversión para evitar el castigo sin piedad que cortará, aventará y quemará la vida de quienes no se conviertan.

Juan está muy extrañado tras “oír en la cárcel las obras del Mesías”. El texto litúrgico acepta las copias manuscritas del s. IV: “obras del Mesías”. El Códice Beza (s. V) escribe “las obras que hacía Jesús”. Es la lectura más acorde con el original. Es la adoptada por Cantera-Iglesia. El gran biblista, Josep Rius-Camps (fallecido hace unos días: 19 nov. 2025), razona lo apropiado del Beza: “Si Jesús se hubiera presentado públicamente como «el Mesías», habría provocado ya entonces un alzamiento contra los romanos” (El evangelio actualizado según el códice Beza. Ciclo A: Mateo. Editorial Verbo Divino, 2022, p. 27).

Las “obras de Jesús” debieron hacer a Juan dudar de su mesianismo. Eso explica que Juan quiera saber si Jesús es el Mesías: “¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?”. El código Beza: “¿Eres tú el que ha de obrarlo, o hemos de esperar a otro?”. Juan pregunta si Jesús va cumplir las promesas hechas a Israel. Juan no lo ve en “las obras de Jesús”. No realiza al Dios “dominante, amenazante, castigador cruel”.

Jesús ha elegido otro modo de ser Mesías, apuntado en parte por los profetas. Jesús remite a sus obras con citas de Isaías (Is 26,19; 29,18s; 35,5s; 42,7.18; 61,1) que hablan de salvar y dar buenas noticias, silenciando textos que hablan de venganza (Is 61,2b). “Los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados. ¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!”. Miserias físicas y morales mueven sus entrañas, y reciben de Él ayuda y misericordia. No habrá juicio estricto que premie y castigue. No habrá “hacha” que corte y ataque, ni bieldo que separe el trigo de la paja aquí y ahora. Regaña a quienes quieren “que baje fuego del cielo y acabe” con quienes no le reciben (Lc 9,54-55). Habrá amor como “el sol y la lluvia sobre malos y buenos” (Mt 5,45). Comerá con pecadores y les dará gratis su perdón.

Después “Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan”. Primero dice lo que no es: “una caña sacudida por el viento”, un oportunista al sol que más calienta, a la moda, sin criterio personal. Ni “un hombre vestido con lujo. Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios”. “Un profeta,sí, y más que profeta. Este es de quien está escrito: “Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino ante ti”. Persona honesta, austera, apasionada de la honradez, vive y dice lo que la conciencia dicta como voz del Bien (Dios).

Más que profeta por ser el precursor de la llegada de Dios mismo (Mal 3,1; Ex 23, 20). “No ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él”. Su misión le coloca por encima de los nacidos hasta ahora: prepara la humanización divina en Jesús.

Aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él”.  El “hecho Jesús de Nazaret” (He 10,37s) es el hecho más decisivo de la historia humana: “se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor al ser humano. No por las obras de justicia que hubiéramos hecho nosotros, sino, según su propia misericordia, nos salvó por el baño del nuevo nacimiento y de la renovación del Espíritu Santo, que derramó sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, seamos, en esperanza, herederos de la vida eterna” (Tit 3,4-7). “Hemos obtenido por la fe el acceso a esta gracia, en la cual nos encontramos; y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Más aún, nos gloriamos incluso en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia, la paciencia, virtud probada, la virtud probada, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5,2-6). Este “Espíritu-Amor”, nos pone al nivel de Jesús: “siendo uno solo en la Cabeza y en los miembros, vivifica todo el Cuerpo, lo une y lo mueve” (LG 7). Por eso somos capaces de amar y cuidar a los enfermos, marginados, pobres, los “nadie” sociales…, como lo hacía Jesús. Por eso sigue viviendo la Iglesia, a pesar de nuestras resistencias y egoísmos.

Oración:el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él(Mt 11,2-11)

Muchos, hoy, Cristo Jesús, nos preguntamos:

¿qué espíritu mueve a la Iglesia de nuestros días?

¿el espíritu del Antiguo Testamento o del Nuevo?

¿el espíritu del Bautista o el de Cristo?

¿Es cierto que “La jerarquía eclesiástica

sigue empeñada en no escuchar al Espíritu”?

Tu Iglesia, Jesús, debe abrazar a todos los de tu Espíritu:

amigos de la Ley, apegados al Código vigente,

pero apegados también a tu libertad;1         

amigos del “no hay nada que cambiar en la Iglesia”,

pero respetan a los que piden cambios;

amigos de cambios estructurales evangélicos,

            que exigen libertad para vivir en conciencia.2        

La navidad, Jesús, nos remite a lo decisivo:

se manifiesta la bondad de Dios nuestro Salvador

y su amor al ser humano…;

según su propia misericordia, nos salvó

por el baño del nuevo nacimiento

y de la renovación del Espíritu Santo;

Espíritu que derramó sobre nosotros

por medio tuyo, Jesucristo Salvador nuestro;

justificados por su gracia, somos en esperanza

herederos de la vida eterna” (Tit 3,4-7).

Ayúdanos, Cristo Jesús;

a reconocer “la bondad de Dios, su Amor al ser humano”;

a “mirar qué amor nos ha tenido el Padre

para llamarnos hijos de Dios,

pues ¡lo somos!

Ahora somos hijos de Dios

y aún no se ha manifestado lo que seremos.

Sabemos que, cuando él se manifieste,

seremos semejantes a él,

porque lo veremos tal cual es” (1Jn 3,1-2).

Cristo de todos, queremos seguir tu Espíritu:

aceptar la verdad “que nos hace libres” (Jn 8,32);

mover corazón, pies y manos, hacia los más débiles;

crear comunidades, ámbitos de libertad y de vida,

            sin marginación, fruto de normas humanas;

superar la lógica de la equidad o equivalencia;

adoptar la lógica de la gratuidad, del amor incondicionado,

            “que hace bajar la lluvia y salir el sol para todos” (Mt 5,45);

remover de nuestro corazón el rescoldo de intolerancia,

            de intransigencia, de dominio, de imposición;

vivir sinceramente tu fraternidad y libertad.

NOTAS

1.- “El que obedece no se equivoca” viene siendo un consejo de espiritualidad, a pesar contradecir el Evangelio y el sentido común. La obediencia legal nos trajo la inquisición (ley eclesiástica) y el exterminio nazi (ley civil). La Iglesia siempre defendió la desobediencia a la ley injusta y al tirano. El problema está en saber cuándo es injusta y fruto de la tiranía. La conciencia personal, con la deliberación conveniente, decide cuál es la voz del Espíritu Bueno. Jesús es modelo de obediencia al Espíritu, frente a la ley y a los dirigentes religiosos. Lo que no quiere decir que la ley y el superior no sean mediaciones del Espíritu a veces. Nunca de modo absoluto e incondicionado. Habrá que considerar el contenido, el fin y las circunstancias.

2.- Señalo dos hechos-noticias recientes que piden cambios urgentes en la Iglesia. Es muy triste leer lo que José María Lorenzo Amelibia escribía en su Blog de RD (19.11.2025): “Los sacerdotes casados creo que ni existimos para el Vaticano. Y por supuesto somos nadie para la gran mayoría de los obispos. Los “trans” son considerados, ¡maravilloso!, nosotros ignorados”:

a) RD 20.10.2025: Soy Reinaldo Nann, alemán y peruano, 65 años, me casé hace poco por lo civil en el Perú... Soy sacerdote desde el 1987 y obispo desde el 2017…El Vaticano hasta hoy no me ha dado la “dimisión del estado clerical” … Me gustó trabajar para Dios y para los pobres… Disfruté poco tiempo del poder casi absoluto del obispo en su territorio, porque me choqué con la cruda realidad: vi muy claro los abusos de ese mismo poder, la mediocridad, las mentiras, las tragedias humanas en la vida sacerdotal… El 1.7.24 renuncié a ser obispo de Caravelí… La depresión fue el motivo, el amor la razón… El proceso de salir fue decepcionante: estoy sin hogar en la iglesia. Mejor dicho, estoy buscando mi nuevo lugar. Perdí toda fe en la jerarquía de la iglesia. De allí no vendrán mejoras sustanciales en este tiempo apremiante... Hace mucho daño a la iglesia obligar a su clero a renunciar al amor en pareja o a mentir. Las parroquias en gran medida no son comunidades, sino estaciones de servicios sacramentales… Hay que atreverse a construir la iglesia como en los primeros tiempos… Por lo pronto será mi iglesia doméstica donde ejerzo el sacerdocio común...

b) “La jerarquía eclesiástica sigue empeñada en no escuchar al Espíritu: ¡Qué vergüenza! que la Iglesia que le pide a la sociedad civil justicia, equidad, inclusión, igualdad, es incapaz de avanzar en su seno con los cambios necesarios para hacerlo realidad, con respecto a las mujeres” (RE 06.12.2025. Consuelo Vélez).

rufo.go@hotmail.com

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