“El modelo que prevalece en la Iglesia hoy es en gran medida reflejo del antiguo régimen autocrático europeo” La Iglesia no puede exigir más que el Evangelio (Domingo 19º TO C 7.08.2022)

La Iglesia sigue siendo “camisa de fuerza”

Comentario: “No temas, pequeño rebaño...” (Lc 12, 32-48)

Leemos tres conjuntos de instrucciones, hilvanadas por el redactor del evangelio, a los discípulos y a “miles y miles de personas agolpadas hasta pisarse unos a otros” (12,1).

Jesús hace sentir su ternura a los más cercanos.Dos diminutivos expresan el hondo amor que siente por su pequeña comunidad: “no temas, pequeño rebañito (“mikrón poímnion”), porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino”. Lucas vuelve a la misma idea al final casi de evangelio: “Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo preparo para vosotros el reino como me lo preparó mi Padre a mí” (22,28-29). Creer el Evangelio es encontrar un tesoro: el reino de la fraternidad. Cuando el amor fraternal cala el corazón, la gente se vuelve desprendida. Como los buenos padres e hijos y hermanos. Despego, generosidad, cooperación, perdón... son señales de haber descubierto la fraternidad verdadera.

Una parábola ilumina la vida en común. Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas”. Imágenes de la disponibilidad corporal y espiritual (intelectual, decisoria, afectiva). La fortaleza y la luz del Espíritu bueno aportan esta disponibilidad. “Estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda...”. Jesús resucitado viene a la comunidad, a sus reuniones, a sus situaciones vitales... Siempre hay que estar preparados para recibirle: en los hermanos, en circunstancias históricas, en mociones del Espíritu, servicios comunitarios... Por eso: “bienaventurados quienes, el Señor, al llegar, los encuentre en vela...Los ha sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo”. Les “servirá” su Amor, para hacerles capaces de servir como él y compartir su alegría.

El último texto responde a la insinuación de Pedro (v. 41). Parece que Pedro busca algún privilegio para los Doce. Jesús lo rechaza. El discípulo es como un administrador que sirve, según el don o encargo recibido. Ser llamado a un servicio no es privilegio ni honor, sino regalo-tarea de Jesús. Del servicio cristiano están excluidos la tiranía y el autoritarismo (Mc 10,42 y par.). “Empezar a pegar a los criados y a las criadas, comer y beber y emborracharse”, simboliza el uso aprovechado y perverso del ministerio eclesial. Uso que se ha dado y se da en la Iglesia. Siguen residuos de “tiranía y autoritarismo”. En el año de la Misericordia, un anciano jesuita de Colombia, Alfonso Llano Escobar, dijo: “Usted, querido papa Francisco, sabe muy bien que Jesús no impuso a sus apóstoles y discípulos el yugo del celibato... Usted proclamó el año Jubilar de la Misericordia. Tiene que culminar este jubileo glorioso con un acto especial de misericordia para con sus sacerdotes: la supresión del celibato obligatorio” (RD 05.07. 2016). A pesar de las buenas intenciones del Papa actual, la Iglesia sigue siendo “camisa de fuerza”:  “La llamada de la Iglesia a la regeneración moral... no puede contentarse con criticar miserias históricas. Necesita preferentemente proponer otra posibilidad histórica en su lugar. Esto sólo 1o conseguirá... abriendo en su seno espacios inéditos, pero viables, de libertad, de reconocimiento de la dignidad de los diferentes, de opinión pública, de derechos humanos, etc. Sin embargo el modelo que prevalece en la Iglesia hoy es en gran medida reflejo del antiguo régimen autocrático europeo: poder absoluto del Papa, cuerpo episcopal totalmente dócil a Roma, negativa a pensar nuevos ministerios y a dar paso al sacerdocio de unas personas excluidas hasta ahora (hombres casados y mujeres), control de las Iglesias locales, retorno al espíritu y a métodos de la Iglesia tridentina ...” (F. J. Vitoria: Presencia pública de la Iglesia ¿Fermento de fraternidad o camisa de fuerza? Cristianisme i Justicia. Barcelona 2009, p. 57).

Oración: “No temas, pequeño rebaño...” (Lc 12, 32-48)

Jesús, testigo y expresión del Amor:

propones, como regalo del Padre, el reino de la vida;

somos libres y podemos encontrar la vida buena;

somos capaces de igualdad, abundancia y hermandad;

somos frutos del Amor, padre creador de todos;

somos todos hermanos, naturalmente solidarios.

Esta utopía puede realizarse con nuestra fe y esfuerzo:

creer en ella es núcleo de nuestra fe y esperanza;

cuidarla como un tesoro es nuestro regalo y tarea;

para compartirla te has “hecho semejante nuestro” (Flp 2,7c);

nos has llamado a vivir en comunidad;

nos has sumergido (bautizado) en tu Espíritu;

nos has dado conciencia de hijos de Dios;

nos has intimado tu mismo Amor.

No temas, pequeño rebaño, nos dices hoy,

porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino”.

Gracias, Jesús, por hacernos sentir el Amor del Padre:

nos incita a vivir desprendidos, pobres de corazón;

nos lleva a compartir lo que somos y tenemos;

nos “ciñe la cintura y enciende nuestra lámpara”;

volvemos a verte y se alegra nuestro corazón”(Jn 16,22);

nos sientas a la mesa y nos sirves” el Amor sin medida;

distribuye tareas y acompaña los caminos...

Pero, ¡ay, Señor!, no acabamos de responder a tu Amor:

hace mucho que “empezamos a pegar a los criados y criadas,

a comer y beber y emborracharnos”;

siguen vigentes en tu Iglesia:

el autoritarismo y la tiranía,

el uso aprovechado y perverso del Amor...;

proclamamos mucho tu mensaje, pero lo vivimos poco;

vemos miserias ajenas, pero no “la viga de nuestro ojo” (Mt 7,3);

nos dejamos seducir por el orgullo de sobresalir;

vivimos atados por el miedo y la costumbre;

somos esclavos de la seguridad del poder y el tener;

queremos “arrancar la cizaña antes de la siega”;

nos apropiamos del Espíritu para el autoritarismo...

Que tu Espíritu nos dé a entender y a amar tu reino;

que vivamos la Iglesia como comunión, reflejo de la Trinidad divina;

que la comunión brille en la organización y funcionamiento eclesial;

que “lo que afecta a todos sea tratado y aprobado por todos”;

que nos mueva a la igualdad, a la libertad, a la fraternidad;

que “hombre y mujer sean uno en Cristo” (Gál 3,28),

y puedan representarte en todo ministerio;

que haga respetar los derechos humanos, también en la Iglesia;

que nos sostenga y guíe en el amor entregado libremente.

Preces de los Fieles (Domingo 19º TO C 07.08.2022)

Jesús nos propone, como regalo del Padre, el reino de la vida. Es el don y la oferta del bautismo. Fuimos impregnados de su Espíritu, lámpara que ilumina y fuerza que sostiene en su Amor. Pidamos vivir su camino diciendo: “nuestro tesoro es la fraternidad”.

Por la Iglesia:

- que “no tema... porque el Padre ha tenido a bien darnos el reino”;

- que haga presente el Evangelio de la fraternidad.

Roguemos al Señor: “nuestro tesoro es la fraternidad”.

Por las intenciones del Papa (Agosto 2022):

- que pequeños y medianos empresarios encuentren medios necesarios;

- que continúen su actividad al servicio de las comunidades en que viven.

Roguemos al Señor: “nuestro tesoro es la fraternidad”.

Por la religiones:

- que manifiesten respeto y amor todo ser humano;

- que también cuiden la salud, la libertad, la buena relación...

Roguemos al Señor: “nuestro tesoro es la fraternidad”.

Por nuestros políticos:

- que digan la verdad, busquen el bien de sus ciudadanos;

- que sean honrados, cuiden de los más débiles...

Roguemos al Señor: “nuestro tesoro es la fraternidad”.

Por las víctimas de nuestro mundo:

- que corrijamos las causas del hambre, el terror, la injusticia...;

- que acompañemos y ayudemos a toda víctima.

Roguemos al Señor: “nuestro tesoro es la fraternidad”.

Por esta celebración:

- que sintamos el amor del Padre, como “comunidad” suya;

- que el pan y vino compartido nos ayude a compartir la vida.

Roguemos al Señor: “nuestro tesoro es la fraternidad”.

Queremos, Señor, ser tu comunidad. Queremos que nuestra vida sea tu fraternidad: que evitemos sufrimientos, acojamos, sanemos..., especialmente a marginados y despreciados. Como tú, Cristo Jesús, que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

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