Vosotros, Jesús y María, mirasteis hacia abajo, a pobres, oprimidos, miserables... Inmaculada Concepción de María (2ª Lectura 08.12.2022)

María recibe el Espíritu que la hace “santa e irreprochable por el amor”

Comentario: “Él nos eligió en Cristo antes de la fundación delmundo” (Ef 1,3-6.11-12)

La Carta a los Efesios es unade las seis cartas (Col, Ef, 2Tes, 1 y 2Tim y Tit), llamadas “deuteropaulinas” o “paulinas pseudoepígrafas”. Son circulares (cf. Col 4,16), inspiradas en textos ciertos de Pablo, escritas unos cuarenta años después de morir Pablo (finales o inicios del s. I-II). Son una especie de “escuela” literaria paulina. Abordan desviaciones doctrinales y morales, y necesidades organizativas de las primeras comunidades.

El texto leído pertenece a la parte doctrinal (1,4-3,21). Leemos dos fragmentos de un himno de “bendición” (1,3-14), dirigido al “Dios, Padre de nuestro señor Jesucristo”. Es un canto comunitario, en el que la comunidad “bendice” (`dice bien de Dios´) por lo que es y por sus obras en favor del pueblo. 

El primer fragmento (vv. 3-6) supone que la comunidad ve el rostro de Dios en el rostro de Jesús. Está convencida de que “a Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer” (Jn 1, 18). Por eso cantan: “Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos habendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos” (1,3). “Bendicen” (`dicen bien´) al Padre al sentirse “bendecidos con toda clase de bendiciones espirituales”. Bendiciones que son dones del Espíritu: “cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer..., para que recibiéramos la adopción filial. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: `¡Abba! ¡Padre!´” (Gál 4, 4-6). Los dones del Espíritu, las “bendiciones espirituales”, son “amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí” (Gál 5,22s). Los agradecen.

El “amor” sentido les adentra en la mente y el corazón divinos. Creen que el Padre: 

- “nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor”. Así lo han aprendido de Jesús: “amad... para que seáis hijosde vuestro Padre celestial..., sed perfectos como vuestro Padre...” (Mt 5,44-45.48).

- “nos ha destinado por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, a ser sus hijos, para alabanza de la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en el Amado”. Hablar de “destino” es calificar la elección como amor que se adelanta, proyecto del Padre que desde siempre abrazó a su Hijo en el Espíritu y, con él, a nosotros. Hijos que “alabarán” siempre “su gracia”, su “don”, su Espíritu, que nos habita. “Gracia concedida en el Amado”. “Amado” por el Padre y por la comunidad creyente.

El segundo fragmento (vv. 11-12) supone los versículos no leídos hoy (vv. 7-10). Dicen que el Padre ha redimido a todos en Cristo: perdonando y manifestando su voluntad. Cita primero a los judíos: “En él hemos heredado también los que ya estábamos destinados por decisión del que lo hace todo según su voluntad, para que seamos alabanza de su gloria quienes antes esperábamos en el Mesías” (vv. 11-12). María, israelita, encabeza la redención. Hoy lo celebra la Iglesia. María, la madre de Jesús, recibe el Espíritu, que la “llena de gracia”, la hace “santa e irreprochable por el amor”, en su misma concepción. La hizo así “imagen y comienzo de la Iglesia” (LG 68).

La “bendición” de María también la entendió Lutero desde el Amor preferente de Dios: “Justamente como una cepa muerta, que no dejaba sospechar ni esperar que de ella pudiera brotar un nuevo rey de tan elevado rango. Y precisamente entonces, cuando esta falta de vistosidad había tocado su punto máximo, llega Cristo para nacer de esta menospreciada estirpe, de esta insignificante y pobre mozuela; el renuevo y la flor brotan de una persona a la que las hijas de los señores Anás y Caifás no hubieran creído digna de ser su más humilde criada. De esta suerte las obras y mirada de Dios tienden hacia la bajura, las de los hombres, sólo hacia las alturas” (Obras de Lutero, Sígueme. Salamanca 1977; p. 180). Vivamos el amor divino tendiendo “hacia la bajura”, hacia los más débiles.

Oración: “Él nos eligió en Cristo antes de la fundación delmundo” (Ef 1,3-6.11-12)

Jesús, “elAmado del Padre y de nosotros:

queremos preparar la celebración de tu venida;

queremos prepararla con María, tu Madre,

la joven israelita que acogió el adelanto de la gracia;

ella nos precede en recibir tu Espíritu;

Por Ti, Jesús Mesías, y por tu madre,

bendecimos al Padre de todos;

lee agradecemostoda clase de bendiciones espirituales”:

sobre todo “la adopción filial”;

Él envío a nuestros corazonesdel Espíritu de su Hijo,

que clama: `¡Abba! ¡Padre!´” (Gál 4, 4-6);

que intercede por nosotros con gemidos inefables” (Rm 8,26);

que nos regala su “amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad,

bondad, lealtad, modestia, dominio de sí” (Gál 5,22s).

María, “llena de gracia, vivió tu amor, Cristo:

lejos del proceder egoísta, siguió el amor del Padre;

“¡cómo lucha todo el mundo por ascender, por el honor, por el poder,

la riqueza, el arte, el bienvivir y por cuanto hay de grande y elevado!...

Por el contrario, nadie quiere mirar hacia abajo,

todos apartan los ojos donde hay pobreza,

oprobio, indigencia, miseria y angustia” (Lutero, o.c. p. 178).

Ella no; ella vivió en un medio pobre y oprimido:

sufrió un embarazo peligroso, incomprendido;

parió a su hijo en un lugar marginal;

tuvo que refugiarse en el extranjero para vivir;

trabajó como cualquier mujer pobre de pueblo;

no comprendía el comportamiento de su hijo;

presenció la ejecución del hijo por las autoridades;

vivió viuda el nacimiento de las primeras comunidades.

“Plasmada y hecha nueva criatura por el Espíritu Santo”:

“hija predilecta del Padre y sagrario del Espíritu Santo”,

respondió a las mociones del Espíritu con toda su alma;

siempre quiso que la “Palabra” se realizara en ella;

daba vueltas en su corazón” a tus obras y palabras;

“perseveraba unánime en la oración con los hermanos;

imploraba el don del Espíritu Santo...” (LG nº 53, 59).

Queremos, como María, seguir los impulsos del Espíritu:

ser buena noticia para los pobres;

abrir los ojos a los ciegos de egoísmo y miseria;

liberar oprimidos por toda clase de esclavitud:

odios, adiciones insanas, indiferencia ante la injusticia...;

vivir en amor, “bajando el sol y la lluvia sobre justos e injustos”,

no haciendo acepción de personas”; (He 10,34);

siendo generosos con todos” (Rm 10,12). 

Preces de los Fieles (Inmaculada Concepción de María 08.12.2016)

María, cree en el mismo Dios que Jesús: el que mira la pequeñez, destruye el orgullo arrogante, abaja a los poderosos, levanta a los pequeños, sacia a los hambrientos, vacía a los ricos. Pidamos su misma espiritualidad diciendo: “queremos mirar hacia abajo”.

Por las Iglesias cristianas:

- que no sigan tras el honor, el poder, la riqueza...;

- que no “aparten sus ojos de la pobreza, la miseria, la angustia...”.

Roguemos al Señor: “queremos mirar hacia abajo”.

Por las intenciones del Papa (diciembre 2022):

- que las organizaciones de voluntariado y de promoción humana

encuentren personas deseosas de comprometerse con el bien común

y buscar nuevas vías de colaboración a nivel internacional”.

Roguemos al Señor: “queremos mirar hacia abajo”.

Por la fraternidad universal:

- que crezca el sentimiento de hermandad en todas las personas;

- que sea imposible toda violencia en la solución de conflictos.

Roguemos al Señor: “queremos mirar hacia abajo”.

Por nuestra parroquia:

- que sea una comunidad humilde, animada por el Espíritu de Jesús;

- que dialoguemos, colaboremos, decidamos conjuntamente.

Roguemos al Señor: “queremos mirar hacia abajo”.

Por los más necesitados:

- que no pasen desapercibidos por nosotros;

- que les miremos, nos sintamos hermanos, compartamos.

Roguemos al Señor: “queremos mirar hacia abajo”.

Por esta celebración:

- que nos empape del Espíritu de María, que es también nuestro;

- que la comunión con Jesús sea comunión con la humanidad entera.

Roguemos al Señor: “queremos mirar hacia abajo”.

“Todo el mundo lucha por ascender, por el honor, el poder, la riqueza, el bienvivir y por cuanto hay de grande y elevado... Por el contrario, nadie quiere mirar hacia abajo. Todos apartan los ojos de donde hay pobreza, oprobio, indigencia, miseria y angustia” (Lutero). Vosotros, Jesús y María, mirasteis hacia abajo, a pobres, oprimidos, miserables, angustiados... Concédenos, Jesús, seguir tu camino por los siglos de los siglos.

Amén.

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