Creemos que María, desde el primer instante de su ser, fue llena de gracia, de favor gratuito de Dios Inmaculada Concepción de María (08.12.2019)

La alegría es fruto del Espíritu

Nota previa: En España se celebra la Inmaculada Concepción de María en este domingo. Hoy publico el post de la “Inmaculada Concepción de María” (España). Mañana, el post del “Domingo 2º Adviento A (08.12.2019).

Comentario: Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,26-38)

El texto pertenece a los “relatos de infancia” de Lucas. Hay paralelismo entre Juan Bautista y Jesús: anuncio y realidad de sus nacimientos y primeras actividades. Dos etapas del proyecto salvador: antes y después de Jesús. Juan es el eslabón entre ambas etapas. Hoy leemos el anuncio del nacimiento de Jesús. Sigue esquemas de anuncios del Antiguo Testamento: mensajero, saludo, sorpresa del visitado, mensaje, objeción, explicación con signo, consentimiento. La nueva alianza que inicia Jesús es superior respecto de la antigua. Israel, representado por Juan, ha sido superado por la venida de Jesús. Todo es nuevo. La intervención divina es enteramente original: lugar nuevo y lejano, casa normal, doncella (signo de virginidad) sin relieve social, prometida en matrimonio, pero sin vivir aún junto con su prometido.

El saludo, “alégrate”, es una invitación al gozo, similar a las profecías mesiánicas de Sofonías (3, 14ss), Zacarías (2,14; 9,9), Joel (2,21ss). “Llena de gracia” es el nombre dado por Dios a través de su representante o embajador; literalmente puede traducirse por “tú que has estado y sigues estando llena de gracia (o de favor divino)”. “El Señor está contigo”, es una fórmula habitual en el Antiguo Testamento; expresa la ayuda divina a todos los que reciben alguna misión complicada (Gn 26,3; Ex 3,11; Jue 6,12; Jer 1,8.19; etc). Lucas también lo utiliza para expresar la cercanía y la ayuda de Dios con diversas personas: el Bautista (Lc 1,66), José en Egipto (He 7,9), Jesús (He 10,38), los primeros misioneros (He 11,21), Pablo (He 18,10). “Bendita tú entre las mujeres”, es una adicción posterior; traslado probable de Lc 1,42, donde sí es original.

María se turba, pero no tiene temor como Zacarías (Lc 1, 12). Su desconcierto era por el sentido de las palabras angélicas: ¿qué es esto? ¿qué quiere Dios de mí? ¿va a venir el Mesías? ¿yo tengo que intervenir? María recibe la seguridad de que goza del favor total de Dios. Y a continuación recibe el mensaje: “concebirás en tu vientre...”. El nombre “Jesús” (forma griega del hebreo “Ye[ho]sua”: “Yahvéh es ayuda”) dice su identidad (“Dios salva, ayuda”). Será Grande (por su filiación divina), se llamará Hijo del Altísimo, Dios le dará el trono de David, su reino no tendrá fin.

María objeta:¿cómo será eso, pues no conozco varón? (lit: “no estoy conociendo varón”). No pide pruebas, sino explicación sobre el modo de realizarse. Confía en Dios. El ángel le aclara: como la nube cubría el arca de la alianza, así Dios te cubrirá con su sombra. La nube es signo de la presencia activa de Dios (Ex 40, 38). La concepción es una acto creador. Por eso está el Espíritu Santo, fuerza creadora de la nueva humanidad. El signo es el embarazo de Isabel, anciana y estéril. La actitud de María no es de incredulidad como Zacarías. Ella está presta a la voluntad divina: “hágase en mí según tu palabra”. Modelo de creyente.

Oración: “hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,26-38)

Asistimos, Jesús, a un diálogo de tu madre con el Misterio creador:

tu madre compartía  la esperanza de los creyentes de su pueblo:

Alégrate hija de Sión, grita de gozo, Israel,

regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija de Jerusalén(Sofonías 3,14).

Alégrate y goza, Sión, pues voy a habitar en medio de ti” (Zacarías 2,14).

¡Cuántas veces habría meditado estas palabras!

¿Qué querrán decir?, se habría preguntado muchas veces.

¿Vendrá Dios personalmente a habitar entre nosotros, su pueblo?

¿Tomará cuerpo humano en alguna hija de nuestro pueblo?

¡Qué dichosa será entre  las mujeres!

¿Y si me eligiera a mí?

Ahora no podría ser: ¡no estoy conociendo varón!

De todos modos: si Dios me necesita, sabe que cuenta conmigo.

¡Hágase en mí tu palabra!”, sería siempre la conclusión de su orar.

Los primeros cristianos conocían profundamente a tu madre:

Lucas puso por escrito la admiración y cariño que sentían por ella;

estaban persuadidos de que había sido modelo de cristiana,

de que Dios la había bendecido para acogerte a Ti, Hijo del Padre;

de que siempre tuvo Dios permiso para habitar en sus entrañas.

Ese es el misterio que celebramos hoy en la Iglesia:

creemos que María, desde el primer instante de su ser,                 

fue llena de gracia, de favor gratuito de Dios;   

creemos que el Espíritu Santo estuvo con ella siempre;

creemos que vivía como sagrario permanente de su presencia;

creemos que el Espíritu la preparó para ser arca de la alianza nueva;

creemos que el Espíritu se unió a su espíritu y la hizo creyente.

Hoy hacemos nuestra su alegría:

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”, cantamos con el ángel;

su bendición ha pasado a ser nuestra bendición;

queremos felicitarla: compartir lo que el Señor ha hecho en ella;

gracias a su fe, a su confianza y a su entrega a Dios,

nosotros hemos sido agraciados por el favor divino;

Dios “nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones...;

nos eligió en Cristo antes de la fundacióndel mundo

para que fuéramos santos e intachables ante él por el amor;

nos ha destinado por medio deJesucristo,

según el beneplácito de su voluntad, a ser sus hijos” (Ef 1, 3-5).

Ayúdanos, Cristo Jesús, a ser agradecidos como María:

a proclamar la grandeza del Señor,

a alegrar nuestro espíritu en Dios, nuestro Salvador;

porque se ha mirado la humildad de su esclava”;

a creer que “su misericordia llega a sus fieles...,

su brazo dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los coma de bienes

y a los ricos los despide vacíos” (Lc 1, 46-53)

Con María, Madre de la Iglesia, queremos preparar la Navidad:

que se haga en nosotros su alegría navideña;

que nos sintamos hijos de Dios y hermanos de todos;

que escuchemos la Palabra y la realicemos.

Rufo González

Leganés, diciembre 2019

Preces de los Fieles (Inmaculada Concepción de María  08.12. 2019)

Jesús nos está diciendo siempre: “Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen” (Lc 8, 21; Mt 12, 50,Mc 3,35). Celebremos esta fiesta de María, diciendo como ella: Hágase en mí según tu Palabra.

Por toda la Iglesia:

que sintamos la alegría del amor de Dios derramado en todo ser humano;

que celebremos el Adviento con María, pidiendo la Palabra en nosotros.

Roguemos al Señor: Hágase en mí según tu Palabra.

Por toda la humanidad:

que sintamos el deber de perfeccionar la vida;

que consideremos hermano a toda persona.

Roguemos al Señor: Hágase en mí según tu Palabra.

Por las intenciones del Papa (Diciembre 2019):

- “que todos los países decidan tomar las medidas necesarias para hacer

que el futuro de los más jóvenes sea una prioridad,

especialmente de aquellos que están sufriendo".

Roguemos al Señor: “Hágase en mí según tu Palabra.

Por los jóvenes:

que cultiven los ideales de verdad, honradez, trabajo, amistad, justicia...;

que se comprometan en el saneamiento de las instituciones juveniles.

Roguemos al Señor: Hágase en mí según tu Palabra.

Por las personas más débiles:

que no pierdan la dignidad personal, la libertad, el afán de superarse;

que sepan que el Dios de María está con ellos.

Roguemos al Señor: Hágase en mí según tu Palabra.

Por nuestra comunidad celebrante:

que sintamos a María “oyendo y cumpliendo la voluntad del Padre”;

que nos creamos bendecidos por el Espíritu divino;

Roguemos al Señor: Hágase en mí según tu Palabra.

Ayúdanos, Padre de todos, a imitar a la Virgen Inmaculada que “mayor mérito tuvo por haber sido discípula de Cristo que por haber sido madre de Cristo” (san Agustín) Te lo pedimos por el mismo Jesús, que vive por los siglos de los siglos.

Amén.

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