Sumos sacerdotes y fariseos: “Si lo dejamos seguir, todos creerán en él” A Jesús lo mataron los hombres de la religión (Viernes santo 15.04.2022)

La cruz del amor es “el cáliz que me ha dado mi Padre. ¿Cómo no lo voy a beber?”

Comentario: “El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?” (Jn 18,1-19,42)

La decisión de eliminar a Jesús,según Marcos, empezó a urdirse pronto. Tras curar en sábado la mano paralizada de un hombre, en la sinagoga, dice Marcos que “en cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él” (Mc 3,6). Juan narra la decisión final: “Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: «¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación». Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: «Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera». Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. Y aquel día decidieron darle muerte” (Jn 11,47-53).

Aceptar a Jesús supone cuestionar el sistema religioso, con su entramado sacerdotal, económico, jurídico... Jesús era un peligro para el orden establecido. Su visión del reino de Dios, propuesta del Padre que ama a todos y en toda ocasión, exige cambios en todos los órdenes. Los bien situados son reacios a prescindir de riquezas, honores, privilegios.. Habían divinizado de forma interesada sus construcciones: templo, jerarquías, disciplina, vestidos, interpretaciones, reverencias, etc.

La pasión, según Juan, culminael enfrentamiento del mundo contra Jesús, y de Jesús contra el mundo. Los valores mundanos son el poder, el prestigio, la distinción, la codicia del dinero... Jesús, por el contrario, busca la verdad de las cosas, la vida para todos, el ajustamiento personal y social, la libertad guiada siempre por el amor. Esa es la voluntad del Padre Dios. Juan ha ido disponiendo el evangelio como triunfo sobre el mundo: “Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que `Yo soy´, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada” (Jn 8,28). “Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12, 31s). El mundo no acepta la relación “paterno-filial” con Dios, ni la fraternidad universal. La cruz expresa el triunfo de Jesús que entrega su vida por fidelidad al Amor. Jesús reina desde la cruz, trono del Amor.

Su amor libre le lleva a dejarse apresar y a caminar hacia la cruz. El juicio injusto se vuelve contra quienes le condenan. “Aquí tenéis al hombre” expresa gran verdad. Jesús, un deshecho aparente, es “el hombre”, el ser humano auténtico. Se ha sobrepuesto a todo egoísmo: “en la cruz ha dado muerte a la hostilidad” (Ef 2,16). Aunque le partan la cara, vive sin hacer daño a nadie, no torna mal por mal, perdona, conforta y entrega su Espíritu. De su pasión brota “sangre y agua”, es decir, “vida y espíritu de amor”, que llega a todo el mundo. La resurrección será el derroche del Espíritu: “Todavía no se había dado el Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado” (Jn 7,39b). Jesús es el hombre libre, amigo de todos, limpio de corazón, trabajador de la paz, sufridor por el derecho humano, cercano a los más débiles.

Oración: “El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?” (Jn 18,1 - 19,42) 

Jesús del amor hasta la muerte:

en un huerto, “donde a menudo te reunías con los discípulos” (Jn 18,2),

donde tanto habrías hablado del amor, se presenta la violencia:

Judas con “una cohorte y unos guardias”.

Sabiendo todo lo que venía sobre ti, te adelantas”:

Yo soy”, dices con precisión amorosa, “dejad marchar a éstos”.

Pedro quiere impedir violentamente tu detención: 

saca una espada y hiere a un criado del sumo sacerdote.

Tú, opuesto a toda violencia, rechazas la conducta de Pedro,

y entreabres el misterio:

El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?”.

Es el cáliz de la vida en amor, procurando que todos tengan vida.

Entreabres así el secreto que te lleva a la cruz y a la muerte:

es el amor incondicional, como buen Hijo del Padre,

al que respondes viviendo en favor de los hermanos;

tu Dios no es un poder que impone reverencia y sacrificios,

sino amor en gratuidad, que se alegra con nuestra dicha;

amor que busca a quien se pierde en estéril egoísmo;

amor que perdona y ofrece cercanía y fraternidad.

Tú, Jesús, sabes que “el Padre ha puesto todo en tus manos”:

es decir, el Espíritu en plenitud,

Espíritu que vives y comunicas.

Espíritu que ha guiado tu vida:

de denuncia de la religión “opio del pueblo”,

de promoción de vida para todos,

de igual dignidad de hijos de Dios,

de trabajo constante por el reino de Dios.

Este amor te ha llevado a la cruz y a la muerte:

por enfrentarte a la organización religiosa, con patente divina;

por desenmascarar sus leyes y costumbres;

por denunciar su poder y prestigio, opuestos al amor:

amplio ropaje, que separa y enmascara la fraternidad;

reverencias: signos de prestigio y autoridad mundana;

primeras cátedras: control del saber y del hablar...;

primeros puestos para vivir a costa de los demás;

devoran los bienes de las viudas

y aparentan hacer largas oraciones” (Mc 12,40).

Tu cruz no es carga sádica del Padre Dios:

es consecuencia inevitable de trabajar para que haya vida;

expresa el amor que goza siendo para, con y desde los otros;

es signo del amor no correspondido y ultrajado;

es réplica cruel de quienes quieren imponerse por la fuerza;

es obra del odio y egoísmo radical que persigue al “diferente”.

En medio de la violencia y el odio has manifestado el Amor:

pidiendo perdón para los asesinos del Amor del Padre;

entregando a María para que acompañe como Madre nuestra;

dando el Espíritu para que siga fecundando nuestras entrañas.

El Padre responde resucitándote:

la cruz inhumana se vuelve gozosa por tu Espíritu glorificador;

la cruz diaria nos llena de la alegría de tu amor;

la cruz del amor es “el cáliz que me ha dado mi Padre,

¿cómo no lo voy a beber?” (Jn 18,11b).

Oración universal del Viernes Santo

POR LA IGLESIA, PUEBLO DE DIOS

Oremos, hermanos, por “todos los creyentes que miran a Jesús como autor de la salvación y principio de unidad y de paz” (LG 9). Son su Iglesia. Pidamos que sean fieles al Evangelio bajo la acción del Espíritu Santo.

Dios Padre todo bondadoso, que has hablado en Cristo, tu Hijo, y nos has manifestado tu voluntad. Queremos mantener nuestra fe en tu Amor con la fuerza del Espíritu recibido en el bautismo. Queremos vivir tus obras de amor, siguiendo el camino de Jesús.  Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

POR EL PAPA

Oremos, hermanos, por el Papa Francisco, obispo de Roma, para que, siguiendo la conducta de Pedro: 

impida postrarse ante él: “levántate, que soy un hombre como tú” (He 10,26); 

elimine leyes no evangélicas: “¿Por qué, pues, ahora intentáis tentar a Dios, queriendo poner sobre el cuello de esos discípulos un yugo que ni nosotros ni nuestros padres hemos podido soportar?” (He 15,10);

incentive el evangelio, “pidiendo que nos acordemos de los pobres” (Gál 2,10);

ame sin medida “confirmando a sus hermanos” (Lc 22,32).

Dios Padre todo bondadoso, cuyo Espíritu habita en la Iglesia y en nuestros corazones, te pedimos ahora por el obispo de Roma, el papa Francisco. Que tu Espíritu lo consuele y lo fortalezca para que nos ayude a seguir las huellas de Jesús, animándonos a participar solidariamente en el anuncio del Evangelio, en la vida comunitaria, en la extensión de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

POR LOS MINISTROS DE LA IGLESIA Y POR LOS FIELES

Oremos, hermanos, por los que ejercen algún servicio a las comunidades cristianas: obispos, presbíteros, diáconos, catequistas, teólogos, miembros de cáritas, monitores..., para que todos se consideren hijos de Dios y hermanos de todos.

Dios Padre todo bondadoso, que por el bautismo: 

nos has hecho “un linaje elegido, un sacerdocio real, una nación santa, un puebloadquiridopor Dios...” (1Pe 2,9); 

nos has dado a Cristo por Cabeza,

nos has revestido con la misma dignidad y libertad de hijos de Dios,

y nos has inspirado a todos el mandato del amor como Cristo nos amó (LG 9). 

Te pedimos por las relaciones dentro de la Iglesia:

que entre nosotros “todos seamos uno en Cristo Jesús” (Gál 3,28);

que respetemos tus carismas de servicio entre nosotros;

que no falte ningún servicio en las comunidades,

que seamos capaces de elegir a los mejores servidores.

Te lo pedimos por medio de Jesús, Señor nuestro, que vive por los siglos de los siglos.

Amén.

POR LOS CATECÚMENOS

Oremos por quienes se preparan a recibir el bautismo de forma consciente y libre. Ahora también llamamos “catecúmenos” a los bautizados sin conocimiento ni libertad, que quieren recibir el Evangelio, actualizar su fe e incorporarse activamente a la Iglesia. Por todos ellos hacemos esta oración.

Dios Padre todo bondadoso, que sigues llamando al seguimiento de Cristo a todo ser humano. Ilumina con tu Espíritu a todos los que buscan sentido y camino de vida. Que quienes desean conocer el Evangelio encuentren guías que les conduzcan a la vida bienaventurada que nos abrió tu Hijo y que sigue alimentando con sus sacramentos. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

Oremos para que “todos los creyentes que miran a Jesús como autor de la salvación y principio de unidad y de paz” (LG 9), vivan unidos en la fe y en el amor de Cristo, en una sola Iglesia.

Dios Padre todo bondadoso, que quieres que todos los cristianos vivamos unidos en la fe y el amor, manifestados en la vida de Jesús de Nazaret, ilumina a todos los que nos llamamos “cristianos” (ortodoxos, protestantes, anglicanos...) para que encontremos la unidad del evangelio, respetando las diversas experiencias, valorando sobre todo los principios creadores de la gracia y comunión personal, por encima de las instituciones externas. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

POR EL PUEBLO JUDÍO

Oremos por quienes siguen fieles a la Alianza de Abrahán, Moisés y los Profetas, el pueblo de Jesús.

Dios Padre todo bondadoso, que durante mucho tiempo hablaste a la humanidad por los profetas de Israel entre los cuales sobresalió Jesús de Nazaret. Nosotros creemos que él es el “reflejo de tu gloria, impronta de tu ser” (Hebr 1,3), Hijo tuyo. Ilumina, Dios nuestro, a los que hoy siguen esperando a tu Mesías, para que lo encuentren. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

POR LOS QUE NO CREEN EN CRISTO

Oremos, hermanos, por todas las religiones, para que sean factores de humanización, den sentido y construyan la paz entre las personas.

Dios Padre todo bondadoso, que quieres que todas las personas vivan bien y se realicen en sus diversas culturas. Ilumina nuestra vida y fortalece nuestro espíritu para respetar todo lo bueno, todo lo que hace humanidad, todo lo que aporta vida, salud, cultura, justicia, bienestar. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

POR LOS QUE NO CREEN EN DIOS

Oremos, hermanos, por los que llamamos ateos, teóricos y prácticos: los que no creen o viven como si no creyeran. También ellos tienen la dignidad humana, digna del máximo respeto.

Dios Padre todo bondadoso, “cuya gloria es el ser humano viviendo” (San Ireneo), danos un corazón como el tuyo, que respete la inteligencia y libertad humanas. Que tu Espíritu nos haga testigos de tu amor ante los no creyentes, para que crean en tus obras de amor desinteresado. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

POR LOS GOBERNANTES

Oremos, hermanos, por los políticos, por quienes se sienten llamados a cuidar los bienes comunes para que todo ser humano encuentre respeto y protección.

Dios Padre todo bondadoso, que nos has llamado a vivir en comunidad. Ayúdanos a tener conciencia comunitaria, a procurar la ayuda mutua, la participación social. Bendice nuestra convivencia, ilumina a todos los pueblos para que aprendan a elegir gobernantes honestos, transparentes, solícitos del bien común y preocupados por los más débiles. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

POR LOS ATRIBULADOS

Oremos, hermanos, por los más vulnerables de la sociedad: enfermos, víctimas de las guerras, parados, perseguidos por sus ideas y por trabajar por la justicia, refugiados, marginados sociales, degradados por la miseria física o moral, emigrantes...

Dios Padre todo bondadoso, envía tu Espíritu de consuelo y fortaleza sobre todas las personas que pasan por cualquier calamidad o injusticia. Que encuentren en tu Iglesia acogida, comprensión, misericordia, ayuda... para que puedan alcanzar la dignidad que merecen como hijos tuyos y hermanos de Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

ORACION A LA VIRGEN DE LA SOLEDAD

María, madre de Jesús:

acabamos de acompañarte en el entierro de tu hijo;

hemos contemplado tu dolor ante la pasión y la cruz;

hemos imaginado el desgarro de la separación del hijo;

hemos sentido tu camino hacia la soledad...

Aquello terminó en alegría desbordante,

de la que tú participas ya en la vida resucitada.

Pero nosotros seguimos en la oscuridad:

en situación de pandemias inexplicables;

en guerras, fruto del dominio y el odio inhumano;

acumulando para sí y desposeyendo a los más débiles;

sembrando egoísmo en todo...

¿Querrás tú, Señora de la Soledad, acompañarnos?

Necesitamos, Madre, tu fortaleza:

para cuidar a nuestros enfermos;

para querer y acompañar a los ancianos;

para despertar en niños y jóvenes afanes de superación;

para alentar a quienes luchan por la fraternidad universal.

Tenemos muchas soledades, muchos silencios:

mucho amor sin ser correspondido;

muchos esfuerzos que caen en saco roto;

niños y niñas sin atención adecuada;

padres arrepentidos de haber tenido hijos;

educadores que sospechan estar perdiendo el tiempo;

jóvenes que no pueden responder al impulso de la vida:

sin trabajo, sin horizonte cultural, enviciados...;

sacerdotes en activo acompañados por la incomprensión:

sin comunidad viva que comparta su tarea misionera;

sacerdotes casados, a los que “Jesús quiso” (Mc 3,13),

esperando recuperar su vocación eclesial;

enfermos sin esperanzas, acompañados por el sinsentido;

ancianos abandonados en asilos sin alma;

comunidades cristianas sin eucaristía,

sin poder decidir nada,

ni organizar sus carismas,

sólo esperan algún clérigo que decida todo...

Danos, Señora de soledad, esta noche,

sentir tu presencia creativa,

tu consuelo esperanzado,

tu amor reconfortante.

Queno nos falte nunca tu esperanza:

la secreta esperanza que aquella tarde de viernes santo

en que ardía tu corazón traspasado:

“la vida de mi hijo está en las manos de Dios,

del Padre al que él tanto quería”;

esperanza en el Espíritu que puede resucitar muertos:

despertar corazones adormecidos por la ley y la rutina;

suscitar profetas contra el desierto opresivo;

abrir caminos cerrados por la tiranía y la sumisión...

Que esta esperanza, Señora de la Soledad,

nos acompañe siempre,

hasta el final de nuestra vida,

cuando tú, Señora nuestra, cierres nuestros ojos para esta vida

y los abras para la vida resucitada.

Así sea.

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