Parece que a la Iglesia jerárquica le da igual que su Patrona resida en otra diócesis ¿El arzobispo de Mérida-Badajoz no ha dicho nada a León XIV sobre el problema de la Virgen de Guadalupe?

Se han cumplido ya quince años que la Asamblea de Extremadura aprobó la “Declaración Institucional a favor de que Guadalupe dependa de la jurisdicción eclesiástica de Extremadura”
| Rufo González
Según crónica de RD/Ep (27.06.2025), D. José Rodríguez Carballo, arzobispo de Mérida-Badajoz, ha tenido “una audiencia muy cordial” con León XIV. Le ha brindado al Papa “una visión muy general de la diócesis” e información “de las asambleas que hemos llevado a cabo durante el curso”.
Claramente se ve que el problema de la Virgen de Guadalupe no lo considera tan importante como decírselo al Papa. Curiosamente, al único que puede solucionarlo de modo definitivo. Quizá ya esté satisfecho con el paso del año pasado, sugerido cuatro años antes, por quien era obispo de Plasencia, hoy de Salamanca, D. José Luis Retana. Éste había declarado que “el deseo de todos los extremeños es claro: que Guadalupe, como sede de la patrona de Extremadura, pertenezca a una diócesis extremeña... La reciente visita a Roma del arzobispo de la Diócesis Mérida-Badajoz, Celso Morga, y el nombramiento del extremeño Francisco Cerro como nuevo arzobispo en Toledo, puede acentuar esa pretensión que deseamos todos … Se pueden hacer gestos, como es el hecho de que nunca haya presidido la fiesta el arzobispo de Badajoz, algo que no cuesta nada que lo haga” (La Tribuna de Toledo. J. Monroy. 17 enero 2020).
Cuatro años ha tardado ese gesto “que no cuesta nada”: “el 8 de septiembre de 2024, fiesta popular de la Virgen de Guadalupe y Día de Extremadura, el arzobispo de Mérida-Badajoz presidió la misa pontifical, siendo la primera vez que lo hacía un obispo de una diócesis extremeña”. En la homilía, José Rodríguez Carballo dijo que “Extremadura es una tierra bendecida por Dios, pero muchas veces marginada por los hombres, como se puede ver en las comunicaciones y en el campo” y enumeró algunos de los problemas de nuestra tierra, como “la falta de trabajo, sobre todo, en los jóvenes, obligados a marcharse, la baja natalidad, que lleva a una población envejecida, y la violencia de todo tipo, también de la de género” (RD 09.09.2024).

Ni una palabra sobre problemas eclesiales. Como si los dirigentes eclesiales no tienen nada que ver en la marginación de Extremadura. Ellos pasan por encima de la historia. Parece que les da igual que su Patrona resida en otra diócesis. Se ha repetido la comparación: “¿Permitirían, por ejemplo, los catalanes que la Virgen de Montserrat se hallara en cualquier punto de la geografía aragonesa, por mucho que linden ambas comunidades? ¿Consentirían los vascos que la Virgen de Aránzazu, su patrona, se encontrara en alguna iglesia, convento, monasterio o santuario de Burgos o de La Rioja?”. Aunque las comparaciones son odiosas, sirven para ver la injusticia con el débil, con quien tiene poco poder para hacerse oír y corregir.
Esta injusticia histórica me recuerda la homilía del Papa, León XIV, en el “Inicio del Ministerio Petrino” (18.05.2025): “Con la luz y la fuerza del Espíritu Santo, construyamos una Iglesia fundada en el amor de Dios y signo de unidad, una Iglesia misionera, que abre los brazos al mundo, que anuncia la Palabra, que se deja cuestionar por la historia, y que se convierte en fermento de concordia para la humanidad”. Me sorprende y alegra esta demanda: “que se deja cuestionar por la historia”. La resistencia clerical a “dejarse cuestionar por la historia” ha conseguido una Iglesia oficial enajenada de la historia, deshumanizada y extraña al evangelio de Jesús. En el caso que nos ocupa, “dejarse cuestionar por la historia” exige denunciar esta anomalía, única en la Iglesia (no conozco otro caso). No hay una Autonomía en España que celebrando “su Día” en el mismo día que su Patrona, estando su santuario en su propio territorio, pertenezca y esté administrado por otra iglesia diocesana.
El problema de Guadalupe tiene ya muchos años de historia. Se han implicado en su solución sacerdotes y seglares, obispos y dirigentes políticos. Se creó la asociación civil, “Guadalupex”, para promover la integración eclesial de Guadalupe en la iglesia extremeña. Pero ahí sigue el problema sin solución. Se cumplen ya quince años que la Asamblea de Extremadura aprobó esta “Declaración Institucional a favor de que Guadalupe dependa de la jurisdicción eclesiástica de Extremadura” (18 de febrero de 2010). Merece la pena releer dicha Declaración. Hace pensar en lo que el Vaticano II decía sobre la ayuda que el mundo proporciona a la Iglesia (GS 44):
“El 8 de septiembre, día de la festividad de Guadalupe, es el día de Extremadura. Y no es una fecha casual, sino que fue elegida por su arraigo popular y por la dimensión histórica y cultural que representa para el pueblo extremeño.
El Monasterio de Guadalupe, lugar de culto a la Virgen Patrona de Extremadura, pertenece a una jurisdicción eclesiástica ajena al territorio de la Comunidad Autónoma de Extremadura. Han sido muchas las voces que desde hace años vienen reclamando que Guadalupe pase a formar parte de la provincia eclesiástica de Extremadura. Asociaciones representantes y miembros de la propia iglesia e instituciones autonómicas, entre otras, han manifestado su deseo de que el símbolo identitario que nos refuerza y nos une como pueblo, se vincule de una forma íntegra al territorio del que es referente. Así, es justo que el esfuerzo y la constancia de la Asociación cívica extremeña “Virgen de Guadalupe”, GUADALUPEX, se vea acompañado por quienes tenemos responsabilidades políticas.
Este Parlamento, desde el más profundo respeto a la independencia y autonomía de la iglesia católica para gestionar sus propios asuntos e intereses, quiere manifestar su expreso apoyo a que Guadalupe dependa de una jurisdicción eclesiástica con sede en el territorio extremeño. La legitimación de esta Cámara para ello radica en el propio texto constitucional, que viene a exigir a los poderes públicos que tengan en cuenta las creencias y aspiraciones de la sociedad a la que sirven.
Por ello, en el convencimiento de que Guadalupe se identifica además de por su carácter religioso, por su relevancia histórica y cultural para el pueblo extremeño, la Asamblea de Extremadura se pronuncia formalmente a favor de su dependencia de una jurisdicción eclesiástica con sede en nuestro territorio.
Por la devoción de muchos, el fervor de otros y siempre y, sobre todo, por ser considerado como símbolo identitario que nos refuerza y nos une como pueblo, se somete a la consideración del Pleno esta Declaración Institucional.” (Fuente: Gabinete de Prensa de la Asamblea de Extremadura).
El hecho de que la archidiócesis de Toledo, autonomía de Castilla-La Mancha, siga apropiándose del Santuario de Guadalupe, cuya titular está declarada Patrona de Extremadura, es un escándalo constante. Y la causa es, según parece, el clero toledano. No sucede en ninguna parte. Y no hay razones para que siga así. Toledo es una diócesis muy grande. ¿Para qué quiere seguir en un pedazo de Cáceres y Badajoz? Sólo el egoísmo lo explica. Es decir, lo contrario al Evangelio: “Tratad a los demás como queréis que ellos os traten” (Lc 6,31).
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