“OTRA” ORACIÓN UNIVERSAL (Viernes Santo 18.04.2014)
1. Por la Santa Iglesia
Oremos, hermanos, por “la comunidad cristiana, integrada por personas que, reunidas en Cristo, son guiadas por el Espíritu Santo en su camino hacia el Reino del Padre y han recibido una noticia de salvación para proponérsela a todos” (GS 1).
Dios, Padre de toda bondad, que a través de Cristo has llamado a toda la humanidad a vivir como hijos tuyos y hermanos unos de otros, ayuda a las comunidades cristianas a “compartir los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren” (GS 1). Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén
2. Por el Papa
Oremos también por el sucesor de Pedro, el obispo de Roma, el Papa Francisco.
Para siga, en nuestros días, el servicio conciliador, como Pedro en la iglesia primera, que ante las opiniones encontradas, fue capaz de recordar a todos: “¿por qué tentáis a Dios imponiendo sobre el cuello de los discípulos un yugo, que ni nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar?” (He 15,10).
Dios, Padre de toda bondad, bendice al sucesor de Pedro, el Papa Francisco, para que nos guíe en el camino de Cristo, “no imponiendo más cargas que las indispensables” (He 15,28), nos recuerde “que no nos olvidemos de los pobres” (Gal 2,10), nos “afiance en la fe” (Lc 22,32) y nos ayude a ser
“evangelio” para nuestros hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén
3. Por los ministros de la Iglesia y por los fieles
Oremos también por el obispo de nuestra diócesis, N., por todos obispos, por los presbíteros, por los diáconos, y por todos los que ejercen algún servicio a la Comunidad cristiana, y por todos los miembros del Pueblo de Dios.
Dios, Padre de toda bondad, reaviva tu Espíritu de servicio en quienes nos presiden en la fe, para que nos animen a todos a seguir las huellas de amor y servicio que nos dejó tu Hijo Jesús. Que todos los fieles “tengamos amor a la fraternidad”, y “estemos agradecidos a los que trabajan por nosotros, nos presiden en el Señor y nos aconsejan...” (2Pe 2, 17; 1Tes 5,12-13). Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén
4. Por los catecúmenos
Cada día van siendo más los que reciben el bautismo tras una catequesis en la que descubren el Evangelio de Jesús, y van incorporándose poco a poco a la Iglesia. Pidamos ahora por todas las personas que se están preparando para recibir el bautismo del agua y el Espíritu.
Dios, Padre de toda bondad, abre los ojos del corazón y de la mente a quienes escuchan tu Evangelio, para que conozcan tu Amor sin medida, acepten tu Espíritu, simbolizado en el agua del bautismo, y sean capaces de seguirte con todos nosotros en la comunidad cristiana. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén
5. Por la unidad de todos los cristianos
Es la tragedia del cristianismo: católicos, ortodoxos, reformados, anglicanos... todos anunciamos el Evangelio del Amor de Dios manifestado en Cristo. Pero este Amor anunciado no lo vivimos entre nosotros. Nuestras tradiciones humanas, nuestras teología, nuestros ritos... respetables, son más importantes que el Evangelio. Pidamos por la convergencia de todos en el Espíritu evangélico.
Dios, Padre de toda bondad, compadécete de todos los cristianos que vivimos la contradicción de llamarnos hermanos en Cristo, y no somos capaces de mirarnos a la cara, y trabajar juntos por el Reino de la vida, del amor, de la paz, de la justicia, de la verdad... Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén
6. Por los judíos
El cristianismo surgió del pueblo judío. Jesús era un judío, que descubrió el Amor universal, se sintió el Hijo amado de Dios, anunció el Evangelio del Reino de Dios primeramente a los judíos. Son muchos los vínculos que nos unen a ellos: los Padres de la fe, la alianza, la profecía...
Dios, Padre de toda bondad, que sigues bendiciendo a quien creen en tu amor, inspíranos a judíos y cristianos el aliento mismo que inspiraste a Jesús de Nazaret, que vive contigo en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos.
Amén
7. Por los que no creen en Cristo, pero le conocen y admiran. Son muchos en nuestros pueblos y ciudades.
Dios, Padre de toda bondad, que tu Espíritu abra su corazón a la verdad de Jesús, el Hijo de Dios, que el amó sin límites, sobre a los más necesitados. Y que nosotros, los que creemos en Cristo, demos testimonio de su amor hasta la muerte. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Amén
8. Por los que no creen en Dios, en nuestro Dios, en el Padre de Jesús, “al que nadie ha visto, pero un Hijo único, Dios, el que está de cara al Padre, ha sido la explicación” (Jn 1,18).
Dios, Padre de toda bondad, Jesús, el Hijo, nos ha explicado que Tú eres el Padre que ama a todos, que “haces salir el sol y bajar la lluvia para justos e injustos”. Nadie te ha visto, pero todos tenemos el corazón y la inteligencia inclinados al bien y la verdad. Que nuestro respeto y amor hacia todos los seres humanos, crean o no crean en Ti, sean testimonio de tu respeto y amor. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Amén
9. Por los gobernantes de todos los pueblos y naciones. Que sean cuiden del bien común, especialmente de los más débiles. Que sean honestos, respeten los derechos humanos, promuevan la libertad y la participación.
Dios, Padre de toda bondad, que quieres que todos los seres humanos vivan, se realicen como personas libres e inteligentes, bendice a quienes presiden los diversos pueblos y naciones para que, con tu gracia, procuren la paz y el desarrollo de sus países. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Amén
10. Por los atribulados por las más diversas causas: enfermedad, paro, hambre, marginación...
Dios, Padre de toda bondad que en tu Hijo, Jesús de Nazaret, manifestaste amor preferencial por los más débiles de la sociedad. Suscita este mismo amor entre nosotros, en tu Iglesia, para que la atención a los necesitados sea nuestro más preciado tesoro. Que “ante los casos de necesidad no demos preferencia a los adornos superfluos de los templos y a los objetos preciosos de culto divino; al contrario, nos sintamos obligados a enajenar esos bienes para dar pan, bebida, vestido y casa a quien carece de ello” (Juan Pablo II: SRS 31). Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Amén
Rufo González
Oremos, hermanos, por “la comunidad cristiana, integrada por personas que, reunidas en Cristo, son guiadas por el Espíritu Santo en su camino hacia el Reino del Padre y han recibido una noticia de salvación para proponérsela a todos” (GS 1).
Dios, Padre de toda bondad, que a través de Cristo has llamado a toda la humanidad a vivir como hijos tuyos y hermanos unos de otros, ayuda a las comunidades cristianas a “compartir los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren” (GS 1). Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén
2. Por el Papa
Oremos también por el sucesor de Pedro, el obispo de Roma, el Papa Francisco.
Para siga, en nuestros días, el servicio conciliador, como Pedro en la iglesia primera, que ante las opiniones encontradas, fue capaz de recordar a todos: “¿por qué tentáis a Dios imponiendo sobre el cuello de los discípulos un yugo, que ni nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar?” (He 15,10).
Dios, Padre de toda bondad, bendice al sucesor de Pedro, el Papa Francisco, para que nos guíe en el camino de Cristo, “no imponiendo más cargas que las indispensables” (He 15,28), nos recuerde “que no nos olvidemos de los pobres” (Gal 2,10), nos “afiance en la fe” (Lc 22,32) y nos ayude a ser
“evangelio” para nuestros hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén
3. Por los ministros de la Iglesia y por los fieles
Oremos también por el obispo de nuestra diócesis, N., por todos obispos, por los presbíteros, por los diáconos, y por todos los que ejercen algún servicio a la Comunidad cristiana, y por todos los miembros del Pueblo de Dios.
Dios, Padre de toda bondad, reaviva tu Espíritu de servicio en quienes nos presiden en la fe, para que nos animen a todos a seguir las huellas de amor y servicio que nos dejó tu Hijo Jesús. Que todos los fieles “tengamos amor a la fraternidad”, y “estemos agradecidos a los que trabajan por nosotros, nos presiden en el Señor y nos aconsejan...” (2Pe 2, 17; 1Tes 5,12-13). Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén
4. Por los catecúmenos
Cada día van siendo más los que reciben el bautismo tras una catequesis en la que descubren el Evangelio de Jesús, y van incorporándose poco a poco a la Iglesia. Pidamos ahora por todas las personas que se están preparando para recibir el bautismo del agua y el Espíritu.
Dios, Padre de toda bondad, abre los ojos del corazón y de la mente a quienes escuchan tu Evangelio, para que conozcan tu Amor sin medida, acepten tu Espíritu, simbolizado en el agua del bautismo, y sean capaces de seguirte con todos nosotros en la comunidad cristiana. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén
5. Por la unidad de todos los cristianos
Es la tragedia del cristianismo: católicos, ortodoxos, reformados, anglicanos... todos anunciamos el Evangelio del Amor de Dios manifestado en Cristo. Pero este Amor anunciado no lo vivimos entre nosotros. Nuestras tradiciones humanas, nuestras teología, nuestros ritos... respetables, son más importantes que el Evangelio. Pidamos por la convergencia de todos en el Espíritu evangélico.
Dios, Padre de toda bondad, compadécete de todos los cristianos que vivimos la contradicción de llamarnos hermanos en Cristo, y no somos capaces de mirarnos a la cara, y trabajar juntos por el Reino de la vida, del amor, de la paz, de la justicia, de la verdad... Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén
6. Por los judíos
El cristianismo surgió del pueblo judío. Jesús era un judío, que descubrió el Amor universal, se sintió el Hijo amado de Dios, anunció el Evangelio del Reino de Dios primeramente a los judíos. Son muchos los vínculos que nos unen a ellos: los Padres de la fe, la alianza, la profecía...
Dios, Padre de toda bondad, que sigues bendiciendo a quien creen en tu amor, inspíranos a judíos y cristianos el aliento mismo que inspiraste a Jesús de Nazaret, que vive contigo en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos.
Amén
7. Por los que no creen en Cristo, pero le conocen y admiran. Son muchos en nuestros pueblos y ciudades.
Dios, Padre de toda bondad, que tu Espíritu abra su corazón a la verdad de Jesús, el Hijo de Dios, que el amó sin límites, sobre a los más necesitados. Y que nosotros, los que creemos en Cristo, demos testimonio de su amor hasta la muerte. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Amén
8. Por los que no creen en Dios, en nuestro Dios, en el Padre de Jesús, “al que nadie ha visto, pero un Hijo único, Dios, el que está de cara al Padre, ha sido la explicación” (Jn 1,18).
Dios, Padre de toda bondad, Jesús, el Hijo, nos ha explicado que Tú eres el Padre que ama a todos, que “haces salir el sol y bajar la lluvia para justos e injustos”. Nadie te ha visto, pero todos tenemos el corazón y la inteligencia inclinados al bien y la verdad. Que nuestro respeto y amor hacia todos los seres humanos, crean o no crean en Ti, sean testimonio de tu respeto y amor. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Amén
9. Por los gobernantes de todos los pueblos y naciones. Que sean cuiden del bien común, especialmente de los más débiles. Que sean honestos, respeten los derechos humanos, promuevan la libertad y la participación.
Dios, Padre de toda bondad, que quieres que todos los seres humanos vivan, se realicen como personas libres e inteligentes, bendice a quienes presiden los diversos pueblos y naciones para que, con tu gracia, procuren la paz y el desarrollo de sus países. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Amén
10. Por los atribulados por las más diversas causas: enfermedad, paro, hambre, marginación...
Dios, Padre de toda bondad que en tu Hijo, Jesús de Nazaret, manifestaste amor preferencial por los más débiles de la sociedad. Suscita este mismo amor entre nosotros, en tu Iglesia, para que la atención a los necesitados sea nuestro más preciado tesoro. Que “ante los casos de necesidad no demos preferencia a los adornos superfluos de los templos y a los objetos preciosos de culto divino; al contrario, nos sintamos obligados a enajenar esos bienes para dar pan, bebida, vestido y casa a quien carece de ello” (Juan Pablo II: SRS 31). Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Amén
Rufo González