“Así, cuando os reunís en comunidad, eso no es comer la Cena del Señor” Oración para la misa. Oraciones para la procesión (Corpus Christi 22-06-2025)
Ayúdanos, Jesús de la Eucaristía, a valorar tu Cena
| Rufo González
Comentario: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros” (1Cor 11,23-26)
Dos capítulos de esta carta mencionan la eucaristía (c. 10 y 11). Ambos suponen su conocimiento y práctica en Corinto. Ambos corrigen desviaciones prácticas. El cap. 10 afirma la incompatibilidad entre comulgar con Jesús y con los sacrificios paganos. En realidad, los ídolos son seres inertes con poderes imaginados. Los llama “demonios” por el mal que hacen con su mentira. De ellos dice: “sabemos que en el mundo un ídolo no es nada y que no hay más Dios que uno; pues, aunque están los que son dioses en el cielo y en la tierra, de manera que resultan numerosos los dioses y numerosos los señores, para nosotros no hay más que un Dios, el Padre, de quien procede todo y para el cual somos nosotros, y un solo Señor, Jesucristo, por quien existe todo y nosotros por medio de él” (1Cor 8,4-6). “El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión del cuerpo de Cristo?... No podéis beber del cáliz del Señor y del cáliz de los demonios. No podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios” (1Cor 10,16.21-22). La maldad está en dar valor a lo que no lo tiene, en vivir en la mentira.
Leemos el relato más antiguo sobre la Cena del Señor (a. 55 d.C.). El contexto explica su sentido. Conecta con Lucas (22,1-30), donde los vv. 19-20 son cita de 1Cor 11,24-25. Los corintios celebraban la Cena del Señor precedida de una comida comunitaria. Pero en dicha comida no hay comunión: “cuando os reunís en comunidad, eso no es comer la Cena del Señor, pues cada uno se adelanta a comer su propia cena, y mientras uno pasa hambre, el otro está borracho. ¿No tenéis casas donde comer y beber? ¿O tenéis en tan poco a la Iglesia de Dios que humilláis a los que no tienen? ...”. (1Cor 11,20-22). Así la eucaristía no expresa fraternidad. Pues no existe ni siquiera en la comida que celebra la “memoria” de Jesús. Se tolera el hambre y la ebriedad de los ricos.
El texto original no dice literalmente: “Porque yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido” (v. 3a). Lit.: “Porque yo recibí del Señor lo que os transmití” (egò gàr parélabon apò toû kyríou, hò kaì parédoka hymîn). Pablo, según el original, recibió por revelación personal esta interpretación sacramental de la eucaristía. Sería otra de las revelaciones personales que Pablo dice haber recibido del Señor (2Cor 12). Interpretación que la Iglesia, desde su inicio, ha hecho suya, como pretensión del propio Jesús. La eucaristía conmemora la muerte de Jesús y su comunión es una unión real, mística, con Jesús resucitado.
El contenido de la revelación es “que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía». Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía». Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva” (vv. 23b-26).
Claramente aparecen estas dimensiones:
a) cristológica: “Este es mi cuerpo por vosotros” (toûtó moú estin tò sôma hypèr humôn). El “cuerpo” es la persona entera. Jesús glorioso está presente en el pan y en el vino, compartiendo su fraternidad. “Por vosotros”, en favor vuestro.
b) pascual: proclamamos la muerte y resurrección de Jesús, participadas por nosotros.
c) eclesial y programática: “Haced esto en memoria mía”; memorial del modo de vida de Jesús, tan diferente del mundo; vivencia de hermanos; compromiso en la lucha por la fraternidad universal.
Oración: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros” (1Cor 11,23-26)
Jesús de la eucaristía:
También hoy podría Pablo decirnos:
“Así, cuando os reunís en comunidad,
eso no es comer la Cena del Señor”.
Los corintios habían pervertido tu Cena:
“pues cada uno se adelanta a comer su propia cena”;
no valoraban la convivencia y el compartir la mesa;
“mientras uno pasa hambre, el otro está borracho”;
también ahora hay pobres hambrientos
y ricos de lujo desenfrenado;
“tenían en tan poco a la Iglesia de Dios
que humillaban a los que no tenían”;
también ahora el lujo brilla en muchas iglesias,
y los pobres están marginados;
hablan de “la eminente dignidad de los pobres en la iglesia”,
pero los pobres deciden tan poco…
Ante esto, Pablo recuerda tu memorial:
tu vida entregada se hace presente
al comer y beber el pan y el vino en memoria tuya;
así “proclamamos tu muerte hasta que vuelvas”:
resumen de tu vida entregada por todos;
“muerte” violenta, injusta, procurada
por quienes no aman la fraternidad;
“muerte” que reveló el amor del Padre
que no abandona y llena de gloria.
Hoy, día de la Eucaristía, recordamos “tu cena”:
te arrodillas ante cada uno, les lavas los pies;
les inculcas tu amor: “amaos como yo os amo”;
anticipas la cena que simbolizaba tu muerte y resurrección;
mandas que sea memorial de tu compromiso con nuestra vida.
Aquí está la tragedia de nuestra eucaristía:
la celebramos al margen de la fraternidad
y del compromiso con los pobres.
Los corintios no se esperaban para comer:
nosotros desconectamos la comida de “tu Cena”;
marginamos la mesa compartida con los necesitados;
nos conformamos con la adoración eucarística;
toleramos que “unos pasen hambre y otros estén ebrios”.
“Se recomienda especialmente la participación
más perfecta en la misa,
en la cual los fieles, tras la comunión del sacerdote,
reciben del mismo sacrificio el Cuerpo del Señor” (SC 55).
Tu mandato: “Haced esto en memoria mía”:
lo hemos reducido a una ceremonia cargada
de hieratismo ricamente embellecido,
de signos ininteligibles y palabras inusuales;
protagonizada por varones ricamente adornados,
a veces de espaldas a una comunidad silente.
A pesar de todo, Jesús del Amor:
“donde dos o tres se reúnen en tu nombre,
allí estás tú en medio de ellos” (Mt 18,20);
invitando a acogernos, a escuchar, a compartir;
recordando tus palabras y hechos de vida;
comprometiéndonos a un mundo de vida para todos;
fomentando la igualdad, la libertad, la fraternidad...;
llamando Padre-Madre al Misterio insondable de la vida;
pidiendo y dando perdón y paz a todos;
“cenando contigo y tú con nosotros” (Ap 3,20).
Ayúdanos, Jesús de la Eucaristía, a valorar tu Cena:
a encontrarnos sinceramente como hermanos;
a eliminar todo lo que no transparenta tu presencia;
a sentir tu amor alegre, libre, participativo, sencillo.
ORACIONES PARA LA PROCESIÓN DEL CORPUS (22-06-2025)
- - Cada oración tiene dos partes (1 y 2), leídas por persona distinta, perteneciente al sector aludido. El presidente dice la invocación inicial e inicia el Padrenuestro.
Invocación inicial:
-Alabado sea el santísimo sacramento del altar.
-Sea por siempre bendito y alabado.
Oración de los niños
1. Aquí estamos niños y niñas de nuestra(s) comunidad (es), parroquia, pueblo, ciudad... Muchos hemos comulgado este año por primera vez. Como Jesús, “vamos creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante la humanidad” (Lc 2,52). Nos gusta el deporte, tener amigos, pasarlo bien... Sabemos que nuestra vida ahora es, sobre todo, el colegio, los amigos y la familia. Nos están educando para hacer lo mejor, para ser personas que hacen lo que deben, no sólo lo que les gusta.
2. Jesús resucitado, presente en el pan de la eucaristía:
Tú, Jesús, sigues diciendo: “`Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él´. Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos” (Mc 10,14-16).
También nosotros hemos venido a que nos bendigas, Señor. Queremos confiar en tu amor, como confiamos en el amor de nuestros padres. Ni tú, ni ellos nos abandonáis nunca. Contigo, Jesús, decimos:
Todos: Padrenuestro...
Oración de los jóvenes
1. Los jóvenes tienen difícil abrirse camino para realizarse como personas. Los sueños chocan con la cruda realidad... Jesús quiere encontrarse con ellos y animarlos a buscar un mundo mejor, más justo, más humano. A todos ofrece su modo de vida apegado a la realidad. Él vivió la verdad de la vida: en la familia, en el trabajo, en buscar un modo de vivir digno del ser humano. A él le inquietaban los enfermos, los marginados, los que no tienen capacidad para realizarse. A ellos se presentaba como el Hijo del Dios, “a quien nadie ha visto jamás” (Jn 1,18), pero que habita en el corazón y da fuerza parea superarse.
2. Jesús resucitado presente en el pan compartido:
Tu vida tan libre, tan volcada a favor de todos... no deja indiferente a nadie. Queremos encontrar la energía que animaba tu vida. Esa energía que encontrabas en el Misterio que llamabas “Padre”. Esa energía era el Espíritu de verdad, de bien, de amor, de paz… Nosotros queremos encontrarnos contigo: ser amigos tuyos, compartir tu pretensión de vida para todos, de amistad sincera, de trabajo decente, de alegría compartida...
Gracias, Jesús siempre joven, por alegrar y dar sentido a nuestra vida.
Todos: Padrenuestro...
Oración de los adultos
1. Los adultos somos la base amplia de la sociedad: hemos llegado a la madurez. Estamos volcados hacia los hijos y los ancianos; sostenemos el tejido social: trabajo, relaciones, política... Es normal que la comunidad cristiana sea mayoritariamente adulta: la opción de fe requiere disponer de sí mismo, elegir con libertad. Vivir como adultos la vida y la fe cristiana tiene sus riesgos; exige participar activamente en la comunidad.
2. Jesús resucitado, siempre pan de vida:
Tú, Señor, eres el alimento para construir el Reino de la dicha humana.En la comunidad cristiana, tú, Cristo, eres nuestro hermano mayor: compartes el Amor del Padre Dios. Tu palabra y vida siguen actuando en nuestra palabra y en nuestra vida. Tu Espíritu nos está poco a poco convirtiendo en tu Cuerpo.Queremos vivir, trabajar, esperar contigo... poniendo nuestra persona al servicio del mundo.
Todos: Padrenuestro...
Oración de los ancianos
1. Somos los abuelos, los mayores, los jubilados, los ancianos...
Hemos dado ya la parte más productiva de nuestra vida: el trabajo, los hijos, el vigor de nuestro cuerpo y alma... Vivimos de forma distinta: más tiempo libre, viajes, hogar... Somos más libres para hablar y actuar... Pero también nos rodea la debilidad: notamos cada día el deterioro de nuestro cuerpo y de nuestra mente. Queremos que la iglesia, la parroquia, sea también nuestra familia, donde encontremos verdad, comprensión, ayuda, amistad… hasta el final de nuestra vida.
2. Jesús resucitado, alimento de vida hasta el final:
En siempre somos peregrinos hasta el cielo. Tu Amor, Cristo Jesús, acompaña siempre. “Por eso, no nos acobardamos, sino que, aun cuando nuestro hombre exterior se vaya desmoronando, nuestro hombre interior se va renovando día a día. Pues la leve tribulación presente nos proporciona una inmensa e incalculable carga de gloria, ya que no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve; en efecto, lo que se ve es transitorio; lo que no se ve es eterno” (2Cor 4,16-18). Jesús de la eucaristía, queremos disfrutar de tu Reino: bendiciendo el pan y el vino de la hermandad, disminuyendo el sufrimiento en lo que podamos, colaborando con alegría, con amor, con deseo del cielo.
Todos: Padrenuestro...
Oración de las familias:
1. Nuestra sociedad reconoce diversos tipos de familia: hombre y mujer con hijos y sin hijos;hijos con solo padre o madre;hermanos solteros de por vida;parejas del mismo género...En la inmensa mayoría hay mucho amor: cada uno trata de sacar adelante su familia;todos quieren cuidar la ternura que ha nacido en su vida.
2. Jesús resucitado, pan grande, familiar:
Con María, José y otros “hermanos y hermanas” viviste en familia normal. Con otras personas, sin lazos de sangre, formas una familia nueva, asentada en el Amor que nos sostiene a todos. Son también tu “madre”, tus “hermanos y hermanas”. En la familia de tu amor hay sitio para todos. Gracias, Jesús de la eucaristía, por surtir todas las mesas con tu amor sin medida.
Todos: Padrenuestro...
Oración de los que sufren
1. La primera prioridad de Jesús son los enfermos. Es a los que más tiempo dedica, según cuentan los evangelios. Enfermos de cuerpo, de espíritu, sociales...El desecho de la sociedad encontraba en Jesús acogida, comprensión, ayuda:leprosos, paralíticos, ciegos, prostitutas, fanáticos, pecadores, descreídos, marginados, profesionales mal vistos por la sociedad,empobrecidos por el paro, las deudas, las malas cosechas...
2. Jesús resucitado, “conmovido” por toda miseria humana:
Tu palabra sigue viva: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera” (Mt 11,28-30).
Aquí hemos venido para que nos “des tus entrañas de misericordia ante toda miseria humana, nos inspires el gesto y la palabra oportuna frente a cualquier persona sola y desamparada, nos ayudes a estar disponibles ante quien ha sido abusado o está viviendo en depresión. Que nuestra iglesia, Señor, sea espacio de verdad, de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir viviendo con esperanza”.
Todos: Padrenuestro...
Oración del mundo del trabajo
1. El trabajo es esencial para todo ser humano:
Con él desarrollamos nuestras capacidades y humanizamos la naturaleza. Adquirimos bienes para vivir y colaboramos al bien de todos. También en tiempos de Jesús había empresarios, terratenientes y obreros que acudían a la plaza a ser contratados. El paro era tan frecuente como en nuestro tiempo. En una parábola Jesús alaba al dueño de una viña que emplea a todos los que puede, a todos les paga lo justo, necesario para vivir.
2. Jesús resucitado, obrero y artesano:
Tú quieres que todas las personas trabajen y puedan vivir dignamente. A todos llamas a organizar relaciones laborales justas. Todos tienen derecho a trabajar dignamente y a vivir del fruto de su trabajo. Los bienes de la tierra tienen que llegar a todos. Tenemos tu Espíritu creativo para encontrar trabajo digno y adecuado para todos. Queremos poner de nuestra parte el esfuerzo necesario para unas relaciones justas dentro del trabajo.
Todos: Padrenuestro...
Oración de las comunidades cristianas
1. “Dios ha querido que las personas vivan en su amor y se realicen, no individual y aisladamente, sino organizadas en un pueblo que le conozca en la verdad y le sirva santamente... Jesús es la cabeza de todas nuestras comunidades. Su Espíritu habita en nuestros corazones. Tenemos todos la misma dignidad y libertad de hijos de Dios. Nuestra ley principal es amarnos como él nos ama. Tarea comunitaria es el reino de vida, de verdad, de amor, de justicia, de paz...” (Vaticano II, LG 9). Todos colaboran con sus cualidades: apóstoles, profetas, maestros de la fe, atención a enfermos y necesitados, administradores de la comunidad, servidores de las celebraciones...
2. Jesús resucitado, presente “donde hay dos o más reunidos en tu nombre”:
En nuestra comunidad todos queremos ser “uno de tantos… abajándonos en obediencia al amor hasta la muerte” (Flp 2, 7-8). Deseamos ser “tu cuerpo y tu sangre”, animados por tu mismo Espíritu para anunciar y realizar tu vida entregada, para dar tu palabra y “hacer obras como las tuyas y aún mayores” (Jn 14, 12), para vivir entre nosotros y con todos: “tu amor paciente, servicial y sin envidia, sin vacías apariencias ni importancia alguna, sin juego sucio ni búsqueda del propio interés, renunciando a la venganza y buscando reconciliarnos, alegrándonos con la justicia, amando la verdad, disculpando, creyendo, esperando, soportando todo lo necesario para que el reino de Dios venga sobre todos” (1Cor 13, 4-7).
Todos: Padrenuestro...
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