¡Qué hermoso lema: “reaviva el don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos”! Oremos por todos los sacerdotes, célibes y casados (Domingo 27º C TO 05.10.2025)
“Debería abolirse la conexión exclusiva entre el sacerdocio y el celibato” (obispo K.H. Wiesemann)
| Rufo González
Comentario: “te recuerdo que reavives el don de Dios” (2Tim 1,6-8.13-14)
Como las otras cartas comunitarias (Timoteo y Tito), estamos ante un escrito pseudoepigráfico o de “falsa atribución”. El autor asigna a la autoridad de Pablo normas y doctrinas de comunidades pospaulinas del entorno de Éfeso (Asia Menor, Turquía). Estilo, vocabulario y doctrina aportan argumentos sólidos para descalificar estas cartas como genuinas de Pablo. Su composición debió ser a final del siglo I o principio del II, mucho después de la muerte del Apóstol (Roma, años 58-67).
La carta tiene forma literaria de “testamento” espiritual. El Apóstol se presenta como modelo de pastor, aconsejando a un hipotético pastor (Timoteo) sobre cómo cuidar la Iglesia. Timoteo había sido colaborador de Pablo. En varias cartas es remitente conjunto (1Tes, 2Tes, 2Cor, Col, Flm, Flp), o acompañante (Rm 16,21; 1Cor 4, 17; 16, 10-11). Le trató como hijo:“no tengo a nadie tan de acuerdo conmigo que se preocupe lealmente de vuestros asuntos… Se puso conmigo al servicio del Evangelio como un hijo con su padre (Flp 2,19-24). Ahora, cuando cree cercana la muerte (2Tim 4,6), le reclama: “Procura venir enseguida a mi lado” (2Tim 4, 9).
Le anima a ser fiel a la misión con el recuerdo de la “imposición de manos”, la voluntad de Dios y el ejemplo de Pablo. Hoy leemos el primer estímulo. Tras recordar el arraigo de la fe en la abuela y la madre de Timoteo, afirma: “estoy seguro que (arraigó) también en ti” (1,5). “Por esta razónte recuerdo que reavives el don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos”. Reavivar traduce el verbo “anadsopirein”, de tres raíces: aná (arriba, de nuevo), dsao (vivir) y pyr (fuego). De arriba viene el Espíritu como “fuego”. Al contactar con la realidad, la calienta, dinamiza, reanima.
El “don (carisma) de Dios” es el ministerio “comunitario” de la Palabra, los Sacramentos y la Fraternidad. Como todo “carisma”, gracia, don gratuito, se siente como vocación o llamada (por las cualidades y voluntad de servicio). La comunidad lo reconoce y sus dirigentes imponen las manos. Sólo en docilidad del Espíritu puede ejercerse. De aquí la recomendación de “reavivarlo” y vívelo con“espíritu de fortaleza (dýnamis), amor (agápes: amor gratuito) y templanza” (sofronismoû: sôs: sano; fren: mente: sanidad de espíritu) (v. 7). La imposición de manos, rito judío polivalente, en el evangelio se usa para curar (Mc 6,5; 7,32; Lc 4,40). En Hechos, para encargar (“ordenar”) una tarea (He 6,6; 13,3). Así aparece en 1Tim 4,14 (manos del presbiterio), y en 5,22 (“a nadie impongas las manos precipitadamente”). Aquí, 2Tim 1,6, Pablo impone las manos.
Consecuente con este “don”, “no te avergüences del testimonio de nuestro Señor ni de mí, su prisionero; antes bien, toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios” (v. 8). “Toma parte en los padecimientos” (syn-kako-pázeson tô eyaggelío). Lit.: “sufre el mal con (otros) por el evangelio”. Y súfrelo “katà dýnamin zeoû”: según la fuerza de Dios. Como Jesús: “Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero que no se haga mi voluntad…” (Lucas 22:42).
Los vv. 13-14 resumen la exhortación: “Ten por modelo (hipotíposin: “hipó”: debajo, y “tipóo”: forma-modelo) las palabras sanas que has oído de mí en la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús” (v. 13). Palabras procedentes de la fe y el amor “en Cristo Jesús”. La fe en Jesús es seguirle: estar donde él está y con los que él está. Es nuestra norma pastoral básica. De aquí: “Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros” (v. 14).
El celibato obligatorio de los clérigos de Occidente anula “el don de Dios”. El Nuevo Testamento reconoce el ministerio como “don de Dios”, y no prohíbe el matrimonio a ningún dirigente eclesial. Es una contradicción que nuestra Iglesia mantenga esta ley interesada, abusiva, impidiendo ejercer el “don de Dios” a los casados. La cultura hoy la considera contraria al derecho humano de formar una familia. Además, origina mucho sufrimiento, anula muchas vocaciones, crea clericalismo…
Hace unos días, el obispo alemán de Speyer, Karl-Heinz Wiesemann, se ha atrevido a proclamar la verdad: “Abogo por la abolición del celibato sacerdotal obligatorio como condición para la vocación sacerdotal… Debería abolirse la conexión exclusiva entre el sacerdocio y el celibato… Estamos perdiendo a muchas personas muy buenas que no pueden o no quieren practicar el celibato. Y estamos perdiendo a otras tantas que ni siquiera eligen el sacerdocio debido al celibato… Algunas iglesias locales, por ejemplo, la Iglesia en Alemania, podrían adoptar este camino. No tiene por qué ser igual en todo el mundo” (RD 20.09.2025 José Lorenzo).
Oración:“te recuerdo que reavives el don de Dios” (2Tim 1,6-8.13-14)
Hermoso lema, que muchos pusimos en la ordenación:
“te recuerdo que reavives el don de Dios que hay en ti
por la imposición de mis manos” (v. 6);
“don de Dios” quePablo reconoció en Timoteo:
“hermano nuestro y colaborador de Dios
en el Evangelio de Cristo” (1Tes 3,2);
“hijo mío querido y fiel en el Señor” (1Cor 4,17);
“no tengo a nadie tan de acuerdo conmigo...;
se preocupa lealmente de vuestros asuntos.
Todos buscan su interés, no el de Jesucristo.
De Timoteo, en cambio, conocéis su probada virtud,
pues se puso conmigo al servicio del Evangelio
como un hijo con su padre” (Flp 2,20-22).
Ante estas actitudes y aptitudes, Pablo le impuso las manos
para cuidar Evangelio, Sacramentos y Fraternidad.
Esta, Jesús del Espíritu, es tu voluntad:
“que avivemos de nuevo el fuego,
el don de Dios que hay en nosotros
por la imposición de las manos” (v. 6).
Tu mismo Espíritu “habita en nosotros”:
como un “fuego” que da vida y reaviva todo don de Dios.
“Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu;
hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor;
hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios
que obra todo en todos.
A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu
para el bien común...
El mismo y único Espíritu obra todo esto,
repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1Cor 12,4-7.11).
Hoy, con el espíritu que movió a Pablo, recordamos:
“el esfuerzo de los que trabajan entre nosotros
cuidando de nosotros por el Señor
y amonestándonos;
les mostramos toda estima y amor por su trabajo” (1Tes 5, 12-13);
pedimos que: “no se avergüencen de tu testimonio, Señor;
que compartan sufrimientos por el evangelio
según la fuerza de Dios”.
No podemos olvidar, Jesús, a los impedidos por la ley
de ejercer “el don de Dios que hay en ellos
por la imposición de las manos” (2Tim 1,6);
como Pablo “te dan gracias a ti, Cristo Jesús, Señor nuestro,
que los hiciste capaces, te fiaste de ellos
y les confiaste este ministerio” (1Tim 1,12);
miles “tomaron sobre los hombros del corazón
la pesada carga pastoral” (San Gregorio Magno);
La experiencia les hace ver su incapacidad de celibato:
escuchan al Apóstol: “si no se contienen, cásense;
es mejor casarse que abrasarse” (1Cor 7,9);
piden ser liberados del celibato, no del “don de Dios”;
la autoridad eclesial prioriza su ley a la libertad divina;
“el papa quiere constreñir a los hombres
de manera violenta a vivir como ángeles,
negando el camino habitual de la naturaleza”;
el celibato obligatorio es una ley interesada,
una contradicción de la Iglesia romana,
que impide el “don de Dios” a los casados;
ley que arrastra mucho sufrimiento;
anula muchas vocaciones tuyas, limpias y valiosas;
contraría al derecho humano de formar una familia;
fomenta el clericalismo...
Jesús, fiel siempre al Espíritu de Dios:
mueve a nuestra Iglesia a no desperdiciar el tiempo callando,
o no emprendiendo reformas evangélicas;
anula “su profunda incapacidad para comprender
los signos de los tiempos”;
ilumina las expectativas evangélicas frustradas con sus leyes;
suprime el miedo, fruto de la poca fe;
hazla consciente “del sufrimiento que ha generado
y sigue generando” con sus leyes no evangélicas.
Cristo Jesús, “aviva de nuevo el fuego” de tu Espíritu:
“el don de Dios que hay en nosotros”;
tu “Espíritu de fortaleza, amor gratuito y templanza”.
rufo.go@hotmail.com