Jesús nos comunica su dinámica salvadora, perfeccionadora, sacerdotal “Padre, envíanos pastores”, solteros o casados, según tu voluntad (D. 5º Cuaresma B 2ª lect. 17.03.2024)

El Espíritu de Jesús nos hace sacerdotes del Amor del Padre

Comentario:aun siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer” (Heb 5,7-9)

La carta a los Hebreos es una exhortación (Heb 13,22: “lógos tes paracléseos”): palabra de estímulo y consuelo. Está dirigida a cristianos judíos que añoran la liturgia majestuosa del templo. Subraya que la vida de Jesús es superior a los cultos judíos. El culto cristiano es la vida, no las ceremonias. “Por medio de él (Cristo), ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de unos labios que confiesan su nombre. No os olvidéis de hacer el bien y de ayudaros mutuamente; esos son los sacrificios que agradan a Dios” (13,15-16).

En los días de su vida mortal (“tês sarkòs”: “de la carne”): cuando vivió “hecho semejante” a nosotros, zarandeados por el deseo de dicha, curvados hacia nosotros mismos, esclavizados por miedo a la muerte. Como nosotros, grita y llora, reza y pide “al que podía salvarlo de la muerte”. El Padre no nos deja solos nunca. No salva de la muerte física, carnal, natural. Pero “escucha” a sus hijos. “Piedad filial” traduce el término griego “eulábeia” (“eu”: bien y “lambáno”: coger, tomar…). Significa: buena aceptación, acogida, sumisión respetuosa a la realidad vital... Aplicado al creyente, se traduce como obediencia, acatamiento a la voluntad divina, propio de quien se cree hijo de Dios.

Y, aun siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer (5, 8). La voluntad divina esllevar muchos hijos a la gloria perfeccionando mediante el sufrimiento al jefe que iba a guiarlos a la salvación” (Heb 2,10). Es decir, llevar a la “consumación”: realización plena, perfección, “gloria”, “salvación eterna”. Jesús, en la vida, oye la palabra del que “podía salvarlo de la muerte”. Su obediencia (“hypo-akoé”: oír debajo de) es ponerse “bajo” la palabra oída, “escuchada”, en la vida natural, también palabra divina. Jesús se siente Hijo del Dios que “tanto amó al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16). Desde el Amor sentido, rechaza el egoísmo (del poder, dinero, honor), y trabaja por la vida humana: salud, libertad, fraternidad, paz... Hebreos pone en su boca el salmo 40,7-9: “Por eso, al entrar él en el mundo dice: Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije: He aquí que vengo… para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad” (Hebr 10,5ss).

Llevado a la consumación(literalmente “teleiozeìs”): “consumado”, realizado. Su “consumación” es la resurrección. Así “se convirtió en autor de salvación eterna”: llegó a ser, es (“eguéneto”) “autor (“aítios”: causa, origen) de salvación eterna”. Alude a su sacerdocio: viviendo humanamente nos ha unido con Dios, nos ha revelado la vida que Dios quiere. Resucitado sigue su sacerdocio “intercediendo por nosotros” (Rm 8,34). “A los que lo obedecen” los comunica su dinámica salvadora, perfeccionadora, sacerdotal. Superamos así ideas, creadas por la teología: “satisfacción”, “sustitución, compensación e imputación”. Dios no es un “vampiro” que necesita dolor, sangre, muerte… El Padre de Jesús no quiere el sufrimiento de sus hijos. Quiere que vivamos la vida, aceptando limitaciones y luchando por sembrar amor, alegría, paz, salud… A Jesús la cruz le llega como resultado de su lucha por realizar la “voluntad de Dios”. Como dice el evangelio hoy: “si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,24ss). Jesús salva revelando del camino y dándonos su Espíritu.

Día del Seminario. “Padre, envíanos pastores” es el lema de este año. Los “pastores” son cristianos que reciben del Espíritu aptitudes y amor pastoral para servir la unidad de fe, la vida sacramental y el amor mutuo, rememorando la presencia de Jesús. “El Nuevo Testamento no exige el celibato de los sagrados ministros, sino que más bien lo propone como obediencia libre a una especial vocación o a un especial carisma (Mt 19,11-12). Jesús mismo no puso esta condición previa en la elección de los Doce, como tampoco los Apóstoles para los que ponían al frente de las primeras comunidades cristianas (cf. 1Tim 3,2-5; Tit 1,5-6)” (Encícl.: Sacerdotalis Coelibatus, 5). Según esto, debemos pedir: “Padre, envíanos pastores, solteros o casados, según tu voluntad”. No podemos poner condiciones a Dios para que nos envíe sus dones. Eso es tentar a Dios.

Oración:aun siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer” (Heb 5,7-9)

Jesús, “autor” de nuestra realización:

tú “inicias y completas nuestra fe” (Heb 12, 2);

vamos a celebrar la “consumación” de tu existencia;

dedicaremos una semana a contemplar “tu hora”:

el esfuerzo y el resultado de “tu causa”,

la revelación de “la verdad” de la vida.

Tu “vida mortal” es nuestra vida de cada día:

urgida por el deseo de realizarnos y ser dichosos;

sujeta a debilidad” como la tuya (Heb 5, 2);

pero habitada por tu mismo Espíritu que

da testimonio a nuestro espíritu de que

somos hijos de Dios;

y, si hijos, también herederos;

herederos de Dios y coherederos contigo;

de modo que, si sufrimos contigo,

seremos también glorificados contigo” (Rm 8,16s).

Tu Espíritu nos hace sacerdotes del Amor del Padre:

amor que nos busca con brazos y corazón abiertos;

amor que se alegra al encontrarnos y festeja nuestra libertad (Lc 15);

amor que no castiga ni “lleva cuentas del mal” (1Cor 13, 5);

amor que cura, alimenta, libera de cualquier opresión;

amor humilde, cercano, ayuda mutua, mesa compartida.

Tu vida, Jesús, no atemoriza ni domina:

no oculta la propia fragilidad;

no se reviste de superioridad con títulos y ropajes vistosos;

rechaza sistemas legales de dominio (Mc 10,42ss, y par.);

no comparte las castas autosuficientes y despectivas;

no avala el poder que “limita, disminuye, prohíbe o

anula las posibilidades y energías de lo humano” …

Tu vida, Jesús, movida por el Espíritu de Dios:

promueve el reino de vida para todos;

busca la verdad de las cosas;

manifiesta la gloria de Dios:

            “el ser humano viviendo” hacia la perfección;

rechaza el egoísmo del poder y del dinero:  

            que no atiende la necesidad de la persona;

            que “tira en el camino” a quien no es de “los suyos”;

            que prefiere la religión al Evangelio;

            que excomulga a quien vive la libertad evangélica;

            que antepone sus leyes a tu Amor.

Queremos, Jesús, dejarnos llevar por tu Espíritu:

reconocernos hijos del Padre tuyo y nuestro;

sentir su amor sin límites que abraza en toda situación;

orar y suplicar al que puede salvarnos de la muerte”;

aceptar que Él nos escucha, perdona, incita a vivir en su Amor;

trabajar para que su voluntad se realice en nosotros, en nuestra familia,

en nuestra comunidad, en nuestro trabajo, en nuestra sociedad;

celebrar tu “consumación”, resurrección, esperanza nuestra.

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