Tres “místicas indígenas” conectan el evangelio con la cultura amazónica En torno a “Querida Amazonía” (VII): el domesticado “sueño eclesial” (2)

¡Lástima que no se concreten en la práctica!

Para el camino de inculturación de la fe en la Amazonía, Francisco recoge como base algunas aportacionesde San Juan Pablo II sobre la relación fe y cultura y otras de su Exhortación “Evangelii gaudium”. De Juan Pablo II (n. 67-68) proceden estas afirmaciones: la cultura es “sujeto de redención y elevación”, y sirve de “mediación y de colaboración” (Discurso universitarios. Coimbra -15.05.1982-, 5). “Una fe que no se haga cultura es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente vivida” (Mensaje a indígenas del Continente americano, Santo Domingo -12.10.1992-, 6). La Iglesia ante la cultura debe tener “una actitud de vigilante sentido crítico, pero también de atención confiada” (Exhort. ap. postsin. Vita consecrata 25.03.1996, 98). “La inculturación coloca a la Iglesia en un camino difícil, pero necesario” (Discurso Asamblea Pontificio Consejo Cultura 17.01.1987, 5).

Las aportaciones de Francisco en su Exhortación `Evangelii gaudium´ (nn. 68-69) subrayan la conexión íntima entre cultura y fe, su enriquecimiento mutuo, cuidado para no confundirlas y multiculturalidad cristiana. “La gracia supone la cultura, el don de Dios se encarna en la cultura” (EG 115). “Cuando una comunidad acoge el anuncio de la salvación, el Espíritu Santo fecunda su cultura con la fuerza transformadora del Evangelio” (Ibíd., 116). “El Espíritu Santo.. muestra nuevos aspectos de la Revelación y regala un nuevo rostro” (Ibíd.). El Evangelio “con categorías propias de la cultura donde es anunciado, provoca una nueva síntesis con esa cultura” (Ibíd., 129). “En la historia de la Iglesia, el cristianismo no tiene un único modo cultural” (Ibíd., 116). El riesgo del evangelizador es creer que no sólo debe dar el Evangelio sino también la cultura en que él ha crecido, No debe “imponer una determinada forma cultural, por más bella y antigua que sea” (Ibíd.).

Con estas aportaciones, sueña “caminos de inculturación en la Amazonia”. Antes de nada, hay que “escuchar su sabiduría ancestral” (n. 70), de culturas precolombinas: “apertura a la acción de Dios, sentido de gratitud por los frutos de la tierra, el carácter sagrado de la vida humana y la valoración de la familia, sentido de solidaridad y corresponsabilidad en el trabajo común, importancia de lo cultual, la creencia en una vida más allá de la terrenal, y otros valores” (IV Conferencia General Episcopado Latinoamericano y Caribe. Santo Domingo -12-28 octubre 1992-, 17).

Su “buen vivir”, es también camino esencial. Los amazónicos desean lograr “una armonía personal, familiar, comunitaria y cósmica”. Su “Buen vivir” es “saber ser felices con poco, disfrutar los pequeños dones de Dios sin acumular tantas cosas, no destruir sin necesidad, cuidar los ecosistemas y reconocer que la tierra, al mismo tiempo que se ofrece para sostener su vida, como una fuente generosa, tiene un sentido materno que despierta respetuosa ternura” (n. 71). Estas actitudes hacen sentir que “mientras luchamos por ellos y con ellos, estamos llamados `a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos´” (Evangelii gaudium, 198)” (n. 72).

Tres “místicas indígenas” unen el evangelio con la cultura amazónica: conexión e interdependencia de lo creado, gratuidad que ama la vida como don, admiración sacra ante la naturaleza. Hay que “reeducar” a la gente de las grandes ciudades para formar una síntesis entre estos valores y el evangelio. Hay que acoger a los que llegan en la miseria, sobre todo a los jóvenes que suelen caer en redes destructivas. El Padre de Jesús es el Dios “presente en el cosmos”, “nos conoce y nos ama” (n. 73). Con cita de santo Tomás de Aquino, la Exhortación papal, conecta el Dios del cosmos con Jesús de Nazaret: “La triple manera como está Dios en las cosas: Una es común, por esencia, presencia y potencia; otra por la gracia en sus santos; la tercera, singular en Cristo, por la unión (Ad Colossenses, c. II, l. 2)” (n. 74). “Todas las criaturas del universo material encuentran su verdadero sentido en el Verbo encarnado, porque el Hijo de Dios ha incorporado en su persona parte del universo material, donde ha introducido un germen de transformación definitiva” (Laudato si’, 235)”. Cristo “está presente y reina en la creación sin perder sus heridas transfiguradas, y en la Eucaristía asume los elementos del mundo dando a cada uno el sentido del don pascual” (n. 74).

La “inculturación social y espiritual” van juntas. “Desde el corazón del Evangelio reconocemos la íntima conexión que existe entre evangelización y promoción humana” (Ev. gaudium, 178). Esta cita sirve para insistir en la encarnación del evangelio en la Amazonía. Jesús se identificó con lo humano, sobre todo con lo débil, y su evangelio lleva consigo atender y promover su vida. Todo agente pastoral deberá conocer la Doctrina Social de la Iglesia (n. 75). “La verdadera hermosura del Evangelio, es plenamente humanizadora, dignifica íntegramente a las personas y a los pueblos, colma el corazón y la vida entera” (n. 76).

Puntos de partida para una santidad amazónica”. Parte del principio conciliar: “todos los fieles cristianos, de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre” (LG 11). Cita el comentario de este principio en su Exhortación Apostólica “Gaudete et exsultate”: “Lo que interesa es que cada creyente discierna su propio camino y saque a la luz lo mejor de sí, aquello tan personal que Dios ha puesto en él (cf. 1Co 12,7), y no que se desgaste intentando imitar algo que no ha sido pensado para él. Todos estamos llamados a ser testigos, pero «existen muchas formas existenciales de testimonio» (H. U. Von Balthasar, en Communio 6 (1987), 489)”. Del mismo criterio es san Juan de la Cruz en su Cántico Espiritual: sus versos sugerían caminos para que “cada uno los aproveche «según su modo»” (Cántico Espiritual B, Prólogo, 2). La vida divina se da «a unos en una manera y a otros en otra» (Ibíd., XIV-XV, 2). Del mismo modo los pueblos tienen rasgos distintivos, formas existenciales y caminos diversos al vivir la gracia cristiana. Por eso: “Imaginemos una santidad con rasgos amazónicos, llamada a interpelar a la Iglesia universal” (n. 77).

La inculturación personal y popular requiere “amor al pueblo, cargado de respeto y comprensión”. Camino ya añejo allí, según los Vicariatos de la Amazonia Peruana: “el sujeto de evangelización, modelado por una cultura propia múltiple y cambiante, está inicialmente evangelizado ya que posee «ciertos rasgos de catolicismo popular que, aunque primitivamente quizás fueron promovidos por agentes pastorales, hoy son algo que el pueblo ha hecho suyo y les ha cambiado los significados y los transmite de generación en generación» [«II Asamblea episcopal de la selva». Éxodo de la Iglesia en la Amazonia. Iquitos 1976, 121]. Recuerda el Papa que «en la piedad popular puede percibirse el modo en que la fe recibida se encarnó en una cultura y se sigue transmitiendo» [Ev. gaudium, 123]” (n. 78). “Un misionero de alma” tiene en cuenta los símbolos indígenas, los mitos, las fiestas religiosas. Son “espacios de reencuentro y de fraternidad” dignos de orientarse e inculturarse evangélicamente (n. 79).

La santidad cristiana, centrada “en el único Dios y Señor”, es buena noticia de vida digna, paz, superación de crisis, curación de enfermedades, alegría familiar, etc. Cristo no es “un enemigo del gozo, ni indiferente ante las búsquedas y las angustias humanas [Gaudete et exsultate, 126-127]. La santidad cristiana aporta «fuerzas, vida y alegría» [113. Ibíd., 32]” (n. 80).

Leganés (Madrid), 28 mayo 2020

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