Sólo una vida como la tuya, Jesús, puede realizarnos El Resucitado sigue estando con nosotros (Domingo 3º Pascua B 2ª lect. 14.04.2024)

Quien confía en Jesús siente su perdón siempre

Comentario:Tenemos a uno que abogue ante el Padre: Jesucristo, Justo” (1Jn 2,1-5a)

El texto pertenece a la primera parte de la carta: Dios es luz (1,5-2,27). “Quien ama a  su hermano permanece en la luz y no tropieza” (2,10). Ni el mundo ni quienes niegan que Jesús es el Mesías habitan en la luz. “Mundo” no es universo físico ni humano. Es toda realidad (personas, opiniones, actitudes…) que impide la realización humana. Es lo que se opone al proyecto divino sobre la humanidad. Lo concreta más adelante: “lo que hay en el mundo -la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la arrogancia del dinero (literalmente: “la ostentación de la vida” -alazonéia toû bíou-; “bios” tiene una significación amplia: vida, posesiones, medios de existencia…), eso no procede del Padre, sino que procede del mundo” (1Jn 2,16). “Concupiscencia” es el “deseo desordenado”, contrario a la razón ética. Puede ser sobre sexo, codicia, odio, ira, venganza, soberbia, gula, pereza, envidia, vanagloria…

El Resucitado es “paráclito” (intercesor) nuestro ante el Padre (2,1-2): “tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero”. En el evangelio se habla del Espíritu como “otro paráclito”: “yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros” (Jn 14,16s). El Espíritu mantiene la comunicación divina con los discípulos. Aquí, Jesús es “intercesor ante el Padre”. Literalmente: “Jesúses expiación por nuestros pecados…”. Él es “hilasmós”: medio por el cual los pecados son perdonados, expiación... Jesús elimina el pecado, restaura el bien, crea de nuevo.

Jesús es mensaje de confianza ante la debilidad humana. El egoísmo actúa contra el Amor. En la tradición cristiana, pecado es lo que nos daña a nosotros o a los demás, nos esclaviza, nos deshumaniza. Quien confía en Jesús siente su perdón siempre. El amor de Dios, manifestado en su vida, es oferta de perdón al que quiere volver a la casa del Padre. Jesús resucitado sigue actuando de “paráclito”: llamado junto a, nos representa, está de nuestra parte, auxilia y defiende. Así se acercó a pecadores y mostró con parábolas (Lc 15) y obras cómo actúa Dios.

El “conocimiento” de Dios incluye amar como él: “En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él” (2,3-5).

Frente a los gnósticos que creían compatible el conocimiento, e incluso el amor de Dios, con el desprecio a quien no pensaban como ellos, la carta sostiene que a Dios sólo se le conoce por practicar sus mandatos, su justicia, su amor universal, en especial a los más débiles y marginados. Todos los mandatos de Dios se condensan en amar como él. De aquí que diga que “quien guarda su Palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud”. Amar como Dios es “estar en él”, en su amor. Conocer a Dios es vivir en su Amor. En el siguiente versículo (no leído hoy) concretará más: “Quien dice que permanece en él debe caminar como él caminó (peripateîn: caminar, conducirse, comportarse, vivir)” (1Jn 2,6). Al final del capítulo, se incluye esta reflexión: “Si sabéis que él es justo, reconoced que todo el que obra la justicia ha nacido de él” (1Jn 2,29). La “justicia” de Jesús es la “justicia” del Padre, es decir, el “Amor” del Padre. En el Jesús histórico, vemos realizado ese Amor incondicional, gratuito, universal. 

Oración:Tenemos a uno que abogue ante el Padre: Jesucristo, Justo” (1 Jn 2,1-5a)

Jesús resucitado, “intercesor justo ante el Padre”:

antes de dejar este mundo les dijiste a los discípulos:

yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito,

que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad...

El Paráclito, el Espíritu Santo,

que enviará el Padre en mi nombre,

será quien os lo enseñe todo y

os vaya recordando todo lo que os he dicho” (Jn 14,16.26).

Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre,

el Espíritu de la verdad, que procede del Padre,

él dará testimonio de mí;

y también vosotros daréis testimonio,

porque desde el principio estáis conmigo” (Jn 15,26s).

Os conviene que yo me vaya;

porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito.

En cambio, si me voy, os lo enviaré” (Jn 16,7).

Tú eras el paráclito de quienes estaban contigo:

les enseñabas la verdad del amor del Padre;

les reconciliabas rezando con ellos el Padrenuestro;

les implicabas en el reino que Dios quería:

curando enfermos, predicando el reino,

encontrándote y conversando con la gente,

dando tiempo a la oración,

compartiendo la mesa fraternalmente...

Tras tu muerte, los discípulos siguen creyéndote paráclito:

se sienten agraciados con tu paz, tu alegría, tu perdón;

notan que tú vives en el centro de sus vidas;

surge en ellos la llamada a seguir tu mismo quehacer:

a anunciar y vivir tu evangelio.

El Espíritu les va convenciendo de tu verdad:

de tu oferta de sentido y de vida;

de que tienes razón, y por eso estás con el Padre;

de que sigues siendo intercesor en favor de todos.

Tu resurrección es el juicio del Padre sobre tu vida:     

el desorden egoísta no tiene futuro;

la codicia del dinero, el poder y el honor... lleva a la muerte.

Sólo una vida como la tuya puede realizarnos:

reconociendo nuestra verdadera realidad;

reconociéndonos hijos del mismo Padre,

            hermanos tuyos y de toda persona;

caminando con honradez y bondad;

suprimiendo el sufrimiento que podamos;

alegrando la vida con tu Amor a todos.

Jesús resucitado, paráclito y reconciliación de todos:

que tu Espíritu nos sostenga en tu Amor.

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