Mucho rechazo del Evangelio es por la moral patriarcal, sexual, cultural... SAGRADA FAMILIA (27.12.2020): Todo grupo humano puede ser “familia en tu Espíritu”

“Infunde tu Amor en toda familia”

Comentario: “Mis ojos han visto a tu Salvador” (Lc 2,22-40)

Para el evangelio de Lucas, el centro de la historia es Jesús. En él se realiza la promesa hecha a los Padres de Israel: el Mesías. Con su resurrección empieza la consumación de la historia. Circuncisión y presentación en el Templo empalman la etapa de Israel con el tiempo de Jesús. Dos figuras del antiguo Israel, Simeón y Ana, símbolos del Israel piadoso que espera al Mesías, presentan la nueva etapa. “Mis ojos han visto a tu Salvador”, y “alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén” literalmente) son los puntos de sutura histórica.  

José y María insertan a Jesús en las instituciones.La ocasión viene servida por el cumplimiento de la ley de purificación de la parturienta y presentación del primogénito. Aparece la pobreza familiar al ofrecer el sacrificio de los pobres (Lev 12,6-8). El Espíritu Santo da a entender que aquel niño es el Mesías a Simeón y a Ana, representantes del pueblo pobre de Israel, que “aguarda el consuelo de Israel” y “la liberación de Jerusalén”. Estas palabras recuerdan al Segundo Isaías que anuncia la salvación para todos los pueblos e invitan a consolar al pueblo del exilio: “Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que ya ha cumplido su servicio...” (Is 40, 1ss).Este niño será el siervo del Señor, “luz de las naciones y gloria de Israel” (Is 42,6; 49,6).

Simeón se dirige también a María: “A ti misma una espada te traspasará el alma”. Anticipa lo que Lucas subraya en su evangelio: “¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división...”(12,51-53). Es un modo de expresar su asociación al Hijo, “signo de contradicción”. Seguir a Jesús, cumplir la Palabra de Dios, es “más bienaventurado que el vientre que le llevó y los pechos que le criaron” (Lc 11,27-28).

Ana es presentada como una “profetisa”. Dice lo que Dios quiere. Es, por tanto, uno de los “vigías” del pueblo que “gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión” (Is 52,8). De ella se dice literalmente: “no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día... Alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén” (Lc 2, 37b-38b). La “liberación de Jerusalén” recuerda también a Isaías: “romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén” (Is 52,9). 

Termina narrando la vuelta “a su ciudad de Nazaret y su crecimiento integral. Esta sobriedad de datos, interrumpida por el episodio de pérdida y encuentro en el templo, cierra el capítulo segundo de Lucas, con la obediencia a sus padres y la guarda de recuerdos en el corazón materno (Lc 2, 51-52). Los datos biográficos (veinticinco años en apenas cuarenta líneas), resumen la teología de la vida oculta de Jesús, de la sagrada Familia: realidad humana, abajamiento, aprecio por el trabajo y la familia, servicio de María y José... 

La idealización de la sagrada Familia no puede ocultar su cruda realidad: el embarazo sin saberlo José, las dudas que le indujeron a pensar en el abandono, la huida a Egipto como fugitivos, la pérdida y encuentro incomprendidos en el templo, el abandono de la casa y la familia para fundar otro tipo de familia ... Todo contribuyó a que sus parientes creyeran “que estaba fuera de sí” (Mc3, 21), “tampoco sus hermanos crecían en él” (Jn 7,5), hasta se quejó de que “no desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa” (Mc 6,1-6), e incluso “lo echaron fuera del pueblo... con intención de despeñarlo” (Lc 4,22-30).

La familia que intentó construir Jesús es el horizonte cristiano. La forma histórica de familia es varia. La Iglesia intentó que vivieran el amor cristiano. Siglos tardó en eliminar la esclavitud, contraria al evangelio. La respetó como hecho cultural. ¿No tendría que respetar hoy a las familias monoparentales, unisexuales, de divorciados, de hecho, poliginia o poliandria...? A todas debe anunciarles “el don de Dios”, el “Amor en el que vivimos, nos movemos y existimos” (He 17,28). Así puede empaparlas del “Amor”, y ayudarlas a superar contradicciones. Mucho rechazo del evangelio es por la moral patriarcal, sexual, cultural... Jesús aceptaba a todos y proponía su seguimiento: curar, alimentar, sanear sus relaciones desde el Amor del Padre de todos.

Oración: Mis ojos han visto a tu Salvador” (Lc 2, 22-40)

Jesús,hijo de José y María:

asistimos en el evangelio de hoy a tu desarrollo personal;

a lo que hoy llamamos “humanización”, “inserción social”...

Tus padres, José y María, son tuprimer grupo:

te aceptan como eres, te alimentan, te curan...;

te transmites los primeros estímulos e ilusiones;

te entregan las actitudes básicas de respeto y cariño, sustento y cobijo...

“La familia esla escuela de humanidad más fecunda” (Vat. II: GS 52):

inicia en la empatía y el diálogo;

abre a la sociedad y a sus instituciones;

ilumina la búsqueda de sentido;

su amor desinteresado abre al amor del Dador de vida.

La Purificación de la madre y la Presentación del hijo:

invitan a dar gracias al Creador por la nueva vida;

cuando se cumplieron los días de su purificación,

según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor” (v. 22).

A través de esas tradiciones te encuentras con el pueblo fiel:

representado en en los ancianos Simeón y Ana;

las primeras comunidades fueron herederas del ese pueblo pobre,

que confiaba en el amor constante de Dios.

El Espíritu Santo les abrió el corazón:

Lucas recuerda la iluminación del Espíritu al pueblo fiel de Israel,

representado por dos ancianos, Simeón y Ana,

que “aguardan el consuelo de Israel,la liberación de Jerusalén”.

Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a las naciones, y gloria de tu pueblo, Israel”.

No todos, Señor, aceptaron tu vida y tu palabra:

desde el inicio fuisteun signo de contradicción”;

tu madre era consciente del riesgo:

una espada traspasaríasu alma” desde la cuna a la cruz.

Una “profetisa”, tan capaz como un varón profeta:

es “vigía” del pueblo que “grita, canta a coro,

porque ve cara a cara al Señor, que vuelve a Sión” (Is 52,8).

Ella “no se apartaba del templo, sirviendo a Dios

con ayunos y oraciones noche y día...

Alababa también a Dios y hablaba del niño a todos

los que aguardaban la liberación de Jerusalén” (Lc 2, 37b-38b).

Hoy, día de la familia, nos reconocemos “familia tuya”:

tú, Jesús de Nazaret, creaste una familia nueva:

mi madre y mis hermanos son estos:

los que escuchan la palabra de Diosy la cumplen” (Lc 8,21; y par.).

Todo grupo humano puede ser “familia en tu Espíritu”:

Espíritu que guía y ayuda a vivir como tú, Cristo,

revelador del Dios que, “no sólo amó a los hombres,

sino que fue paciente con ellos.

Fue siempre, es y seguirá siendo, benigno,

bueno, incapaz de ira y veraz...”

(Carta a Diogneto VIII, 7).

Hoy recordamos a las familias de todas las culturas:

monogamia y poligamia son creaciones humanas aún vigentes;

familias con y sin hijos, del mismo género y de divorciados...

En todos queremos reconocer el amor que les guía y les sostiene;

les miramos con el mismo amor que el Padre nos mira;

queremos invitarles a vivir en amor generoso, constante.

Jesús, hijo de José y María:

queremos aceptarnos y vivir armoniosamente en nuestra familia;

queremos vivir en la libertad de hijos de Dios;

queremos, como tú, responder a los carismas de todos y cada uno;

queremos colaborar en la construcción de una sociedad abierta y solidaria;

queremos promover la igual dignidad y respeto entre varones y mujeres;

queremos respetar los diversos modos de familia y promover su dignidad humana;

queremos ayudar a todos a vivir en tu familia fraternal, en tu Espíritu.

Preces de los Fieles (Sagrada Familia 27.12.2020)

La familia en todas las culturas está sometida a evolución.Jesús nació en una familia judía, patriarcal, marcada por la institución religiosa y social de su época. Jesús abrió camino a otra familia basada en el amor del Padre Dios. Es la familia nueva, la que formamos en la Iglesia, pequeñas comunidades. Encomendemos a Jesucristo las familias, diciendo: “Infunde tu amor en toda familia”.

Por la Iglesia:

- que sea una familia nueva que ama, valora todos los carismas, perdona...;

- que acoja iniciativas para mejorar la convivencia y la alegría.

Roguemos al Señor: “Infunde tu amor en toda familia”.

Por las intenciones del Papa (Diciembre 2020):

- que nuestro anuncio evangélico surja de la amistad con Jesús en la oración;

- que “nuestra relación con Jesucristo se alimente de Palabra de Dios y de oración”.

Roguemos al Señor: “Infunde tu amor en toda familia”.

Por los gobernantes políticos:

- que promuevan el bien de todas las familias;

- que procuren que todas tengan vivienda, colegios, hospitales...

Roguemos al Señor: “Infunde tu amor en toda familia”.

Por los profesionales que cuidan la familia:

- que busquen el bien y la integración social;

- que respeten y promuevan los derechos y deberes familiares.

Roguemos al Señor: “Infunde tu amor en toda familia”.

Por las familias:

- que todos sientan la responsabilidad común de ser familia;

- que se amen, se cuiden, se protejan, se perdonen...

Roguemos al Señor: “Infunde tu amor en toda familia”.

Por esta celebración:

-que la mirada a la familia de José, María y Jesús ahonde nuestro espíritu de familia;

- que esta comunión con Cristo sea comunión con los más cercanos.

Roguemos al Señor: “Infunde tu amor en toda familia”.

Bendice, Señor, nuestras familias. Que seamos capaces de imbuirlas de tu amor, y lleguemos a formar en nuestras casas “pequeñas iglesias”, preocupadas por seguir tu camino de verdad y de vida. Te lo pedimos a ti, Jesús, que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

Leganés, 27 de diciembre de 2020

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